Ya sea para comunicarnos, entretenernos, adquirir bienes o servicios o aprender, las plataformas digitales forman parte de nuestro día a día. Por ello, es importante detenernos un momento para pensar en cómo impactan en la ciudadanía, la democracia y la gestión de la información y cómo se pueden regular desde las políticas públicas, la academia y nosotros mismos.
Ese es uno de los temas que viene trabajando el reconocido académico e investigador de comunicaciones y estudios culturales Dr. Néstor García Canclini, quien presentará la exposición “Políticas culturales en tiempos de plataformas digitales” en la conferencia internacional Política cultural y desarrollo sostenible: un diálogo global, organizada por la PUCP y la revista científica Cultural Trends. Asimismo, este 4 de noviembre se le conferirá la distinción de Doctor Honoris Causa de nuestra Universidad.
Ha comentado que los ciudadanos hemos sido reemplazados por algoritmos, ¿significa que antes tomábamos decisiones por nuestra cuenta y ahora los algoritmos nos manipulan o dirigen hacia qué elegir?
Siempre hubo una cuota de imaginarios en las participaciones ciudadanas porque los partidos o sindicatos representaban parcialmente este sentir y pensar. Sabíamos a qué instancia recurrir porque conocíamos a los políticos y directivos. Hoy conocer que existen Elon Musk o Mark Zuckerberg nos dice muy poco acerca de lo que sucede en la gestión de las plataformas digitales. Por ello, se requiere reestructurar las formas de participación de la ciudadanía y los gobiernos nacionales y locales y ver cuáles pueden ser sus nuevos papeles en el contexto actual.
Los países latinoamericanos quedamos como proveedores de datos brutos, mientras las ganancias generadas y las decisiones se concentran y retienen en la sede de estas plataformas que residen en Estados Unidos y China».
¿Qué implica la expansión del poder de las plataformas digitales para los derechos ciudadanos?
Es un avasallamiento de los derechos que teníamos, o pensábamos tener, como ciudadanos y consumidores. La expansión de estas plataformas genera que ya no nos categoricen como personas sino en perfiles de compradores o votantes. Así se anulan, en gran medida, las instancias comunitarias y los emprendimientos locales y nacionales en beneficio de lógicas transnacionales de explotación comercial de contenidos.
Ha mencionado que existe un deterioro de los sistemas políticos en casi todo el mundo y que los nuevos actores tecnológicos reconfiguran la ciudadanía. ¿Qué implica para la democracia la alta concentración de poder de unas pocas empresas tecnológicas?
Hay una remodelación y cambio de sentido de lo que entendíamos por democracia. Se ha desvanecido el que los partidos de oposición exijan el cumplimiento de compromisos contraídos en las elecciones. Lo que encontramos ahora es que hay mucha simulación de distribución del poder que realmente no tiene acceso ni participación en el diseño de los algoritmos y de las plataformas donde se toman las grandes decisiones.
Estamos muy poco organizados como asociaciones de consumidores o usuarios para hacer valer nuestros derechos ante estas plataformas digitales, lo que nos deja incapaces de actuar. Las universidades y los organismos de gobiernos deben realizar investigaciones sobre qué sucede con los algoritmos, los contenidos y cómo se articulan y usan. A partir de ahí, hay que generar consensos internacionales.
En su libro Ciudadanos reemplazados por algoritmos menciona “qué podemos hacer si los gobiernos latinoamericanos (…) actúan ahora como si no hubieran llegado a nuestros países los celulares ni los gigantes tecnológicos”. En ese sentido, ¿cómo, desde las políticas públicas, pueden regularse las plataformas digitales en nuestra región?
Las políticas públicas se realizan, en general, desde las instituciones estatales; pero estas vienen siendo reemplazadas por plataformas digitales transnacionales. Los países latinoamericanos quedamos como proveedores de datos brutos, mientras las ganancias generadas y las decisiones se concentran y retienen en la sede de estas plataformas que residen en Estados Unidos y China.
Los gobiernos latinoamericanos no han estado activos en las instancias donde se toman decisiones estratégicas para regular la vida cultural internacionalmente, como la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y la Unesco. Nuestra región debe posicionarse a través de acuerdos regionales, como lo ha hecho la Unión Europea, para poder regular las plataformas digitales y pedirles mayor transparencia en su uso de los datos. Sin embargo, el deterioro generalizado de nuestras instituciones gubernamentales y la inestabilidad de los gobiernos hacen poco viable que estos acuerdos sean duraderos.
Las universidades y organismos de gobiernos deben realizar investigaciones sobre qué sucede con los algoritmos, los contenidos y cómo se articulan y usan. A partir de ahí, hay que generar consensos internacionales».
Ahora los ciudadanos podemos consumir contenido y expresarnos a través de las plataformas sociales. ¿Pero es real esta libertad? ¿Cuán influenciados o manipulados estamos por los algoritmos?
Eso se vincula con la información que proveemos diariamente como usuarios de estas redes sociales. La investigadora Antoinette Rouvroy hace una distinción entre la gubernamentalidad estadística, obtenida en investigaciones de opinión o mercado hecha por consultoras para saber la opinión respecto de bienes o situaciones particulares; y la algorítmica, que es una reunión ilimitada de datos sin un propósito de gobernanza o sentido comercial específico. Eso crea datos disponibles para ser usados en situaciones muy variadas por las plataformas, las cuales pueden vender a los gobiernos, como ocurrió con Cambridge Analytica en 2018, donde de difundió información para influir en elecciones europeas y en EE.UU.
Hay que resaltar que ese fue un escándalo mayúsculo que llevó a comparecer ante el Parlamento británico y ante el Congreso en Estados Unidos a Mark Zuckerberg y Facebook se comprometió a designar verificadores de contenidos para no dar información falsa. En cambio, ahora vemos que, por ejemplo, en las últimas elecciones en Estados Unidos los dueños de las plataformas, como X (antes Twitter), pasan a formar parte de los gabinetes y a diseñar políticas dentro de los gobiernos que se abastecen de esa información obtenida masivamente.
En The Game, Alessandro Baricco argumenta que la actual revolución digital/tecnológica no tiene un plan para la humanidad y no parte de las ideas sino de las herramientas. ¿Concuerda?
Silicon Valley da la apariencia de que puede ser útil para gobiernos de distintos tipos y que le importan más los resultados económicos. Pero en realidad la reestructuración que ha generado al mundo de la información ya es ideológica, y pasa por despojar de datos a los usuarios. Es una extracción de información que sale del país donde se obtiene y en la que no podemos participar ni conocer los usuarios. Ciertamente, ahora no podemos prescindir de esas plataformas para trabajar, comunicarnos, encontrarnos con amigos o saber cómo llegar a un lugar en nuestra propia ciudad.
Se debe estudiar los nuevos hábitos de lectura, que están transformándose constantemente, y el Estado informarse de ello. A partir de ahí toca elaborar políticas públicas culturales idóneas».
Ya que no podemos dejar de usar las plataformas digitales, ¿cómo podemos reinventar el consumo y la producción crítica dentro de ellas?
Los usuarios y los investigadores estamos muy por detrás de las políticas de estas plataformas; y los gobiernos, por lo general, se encuentran incluso más retrasados. Sin embargo, hay algunos ejemplos interesantes. La Unión Europea, a partir de 2018, comenzó a generar reglas de defensa de la privacidad de los usuarios en estas plataformas. Asimismo, algunas ciudades europeas, como Barcelona, vienen realizando formas de regular el funcionamiento de taxis, hoteles e inmobiliarias que imponen plataformas como Uber o Airbnb.
Para ello, se requieren los acuerdos regionales, que mencioné previamente, e instancias públicas de regulación valientes que se basen en el conocimiento del tema y se apoyen en movimientos locales, comerciales y de activismo. Así se podrá reorganizar la articulación de lo digital con lo territorial en función de los intereses ciudadanos.
En esta época de inmediatez, ¿cómo podemos fomentar la lectura desde las políticas culturales?
No se lee menos sino de otro modo, generándose otro tipo de interacción entre lo escrito y lo visual. Por ejemplo, usamos mucho las pantallas para comunicarnos con los otros. Se deben estudiar los nuevos hábitos de lectura, que están transformándose constantemente, y el Estado, informarse de ello. A partir de ahí toca elaborar políticas públicas culturales idóneas.
El 4 de noviembre se le conferirá el Doctor Honoris Causa de nuestra Universidad, ¿qué les suscita este nombramiento?
Estoy muy contento. Los reconocimientos suelen hacerse a una trayectoria y, a su vez, animan a seguir. Que la distinción de doctor honoris causa provenga de una universidad con prestigio en la investigación es un estímulo para no quedarme en saberes previos, sino arriesgar hacia nuevas miradas.

Néstor García Canclini en la PUCP
El reconocido académico, intelectual e investigador participará en la conferencia internacional Política cultural y desarrollo sostenible: un diálogo global que se realizará en nuestro campus del 5 al 7 de noviembre. Su charla inaugural será el miércoles 5 a las 9:45 a.m. en el Auditorio de Derecho. Inscríbete aquí.
Asimismo, el 4 de noviembre al mediodía se le conferirá la distinción de doctor honoris causa en el Auditorio de Estudios Generales Letras. Inscríbete aquí.



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