Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente…

César Vallejo
Extracto del poema «Los nueve monstruos»

En el año del bicentenario, la obra Rosaura y los nueve monstruos es un homenaje a nuestro poeta César Vallejo, quizá el peruano que más nos ha hablado sobre el dolor en su condición amplia, humana y universal.

Pero es también un espacio para vernos a nosotros mismos, pues cobra especial significado en la coyuntura que atravesamos: la pandemia nos ha hecho vivir la pérdida y los duelos en carne viva.

“Nos encontramos con diversas circunstancias: la pandemia, el bicentenario y el aniversario número 27 del CCPUCP. Debido a ello, tomamos la decisión de no quedarnos en un texto teatral», nos cuenta Vanessa Vizcarra, directora y dramaturga de Rosaura y los nueve monstruos. «Con todos estos elementos gravitando a nuestro alrededor, aparece Vallejo y la posibilidad de trabajar con sus poemas, que se acercan mucho a lo que vivimos actualmente”, explica.

Con la pandemia y el bicentenario gravitando a nuestro alrededor, aparece Vallejo y la posibilidad de trabajar con sus poemas, que se acercan mucho a lo que vivimos actualmente”.

Para ella, acostumbrada a pensar el teatro como puesta en escena ante un público, aprovechar la naturaleza del lenguaje audiovisual fue un reto complejo. Sin embargo, de la mano de Emiliano Sifuentes, director de fotografía de la obra, lo logró.

En la realización, Wendy Vásquez, actriz que interpreta a Rosaura, recorre los pasillos del Centro Cultural de la PUCP, la cual se ha convertido en una extensa sala escénica. “Ver al personaje y dialogar a través de ella, con su dolor y sufrimiento, nos permite identificarnos con el luto y duelo colectivo que estamos viviendo actualmente. Esa es la función básica del teatro, conectar con nosotros mismos por medio del personaje”, considera la intérprete.

Así, Rosaura y los nueve monstruos llega a los espectadores como una construcción sin forma en la que cada lugar cobra otra dimensión. El personaje transita por un espacio muerto y vacío, en el que se encuentra en un proceso de aceptar la pérdida para luego renacer. Es un acto que plantea cuánto sufrimiento puede resistir el ser humano y qué puede, finalmente, hacer ante él.