La visita a Raqchi: una enriquecedora forma de finalizar el Seminario Interdisciplinar Pisac 2022
Alrededor de 25 personas del grupo académico que participó del Seminario Interdiciplinar Pisac 2022 visitaron el Sitio Arqueológico de Raqchi. Conoce, aquí, esta travesía que puso fin al evento internacional organizado por el Programa de Estudios Andinos de la PUCP.
Texto:
Daggiana Gómez RoncalFotografía :
Héctor Jara Castro
«No he visto otra infraestructura inca con estas características. El templo de Wiraqocha debe ser la más alta que se ha registrado”, expresa absorto el arqueólogo Mariusz Ziółkowski, uno de los investigadores invitados al Seminario Interdisciplinar Pisac 2022. Como parte de las actividades del seminario académico, se planificó una visita guiada al Sitio Arqueológico de Raqchi, al sur de Cusco. El guía Clever Gabancho encabezaba la excursión, pero no iba solo. Con él iban 25 especialistas en arqueología, historia, antropología y lingüística que nos hicieron viajar en el tiempo. Sin duda, una experiencia única.
Ya en medio del recorrido, el grupo de académicos debatían sobre las medidas, la construcción y el uso que este templo recibió en el pasado. Se preguntaban entre ellos si habían visto las reconstrucciones hipotéticas, que apuntan a que el templo llegó a medir más de 15 metros de alto. Ahora mide aproximadamente 12 metros y medio de alto.
Cuentan los cronistas antiguos que este templo fue construido por el Inca Wiraqocha en homenaje al dios Apu Kon Titi Wiraqocha. Uno de los experimentados arqueólogos pregunta dónde se erigía la famosa escultura de piedra que se construyó en su honor y cuyos restos de piedra fueron encontrados durante una excavación. Esta fue una visita enriquecedora para todos los asistentes.
Templo de Wiraqocha
“Este era un templo dedicado al peregrinaje en honor al dios Wiraqocha. Venían desde diferentes partes del Cusco. Es del tiempo inca, ya que aquí hacían sus ofrendas, escuchaban al dios. Al ingreso del templo te topas con una columna, por lo que creemos que recorrían el templo de manera zigzagueante”, explica Gabancho.
Al ingreso, nos recibe una fuente de agua que refleja el azul del cielo cusqueño. Una fuente artificial que tenía como fin abastecer del líquido elemento a Raqchi. De inmediato, empezamos el recorrido del camino inca, mientras éramos rodeados con el casi mágico paisaje andino que inexplicablemente te recarga de energía. Sin palabras, el profesor Marco Curatola registra con su cámara fotográfica cada detalle.
“Cada sector de este complejo arqueológico está amurallado. El templo mismo tiene una especie de muro perimetral. Detrás de los árboles hay una muralla de aproximadamente 4 kilómetros que encierra todo el sitio. Esto nos habla de restricción, no muchos podían acceder”, cuenta el guía.
Raqchi a través del tiempo
Raqchi era parte del Qhapaq Ñan, la red de senderos que construyeron los incas a lo largo de su imperio. Fue construido en diferentes períodos. Una parte fue levantada durante el gobierno del Inca Wiraqocha, según Garcilaso de La Vega. Y la última etapa habría sido construida entre 1471 y 1493, según Cieza de León. Este recinto arqueológico está protegido por una muralla inca y está ubicado en el distrito de San Pedro, en la provincia cusqueña de Canchis, a 3,460 m s.n.m.
Al regresar nos enfrentamos al templo sagrado. Esta enorme estructura de forma rectangular tiene ventanas, puertas y columnas. Se cree que este templo tenía el mayor techo del imperio incaico. Arqueólogos como el polaco Mariusz Ziółkowski miraban impactados el recinto que antes ya habían visitado.
“La primera vez que visité Raqchi fue en compañía de John Howland Rowe y Patricia Lyon, en 1981. Ha cambiado tremendamente. En la época que vinimos no había ningún cerco. No había control. Había poca reconstrucción, no como ahora. La parte del templo era similar, pero el llamado aklla wasi estaba muy abandonado. El movimiento turístico de esas épocas no se compara al de ahora. El problema era que no había restauradores”, afirma Ziółkowski, de la Universidad de Varsovia.
Raqchi: comunidad milenaria
Seguimos recorriendo los senderos. Llegamos a la zona conocida como los aposentos o recintos, habitaciones de similar tamaño aparecen a lo largo de un corredor. Estas habrían sido viviendas o cuarteles. Luego, encontramos otro sector con cerca de 200 qolqas, habitaciones redondas, que fueron almacenes de granos, carne y diversos alimentos que eran repartidos por el inca a la población.
“La traza urbana es impresionante. Son como calles o avenidas entre los recintos rectangulares. Se dice que eran aposentos de las acllas o mamaconas”, afirma el guía.
Aquí hay prácticas ancestrales que se siguen llevando a cabo en estas tierras. Una de las arqueólogas señala con emoción el piso: habas, papas y carne habían sido puestas al sol para secarse. Y es que Raqchi es una comunidad milenaria que mantiene sus tradiciones.
Antes de dejar la provincia Canchis, nos trasladamos al distrito de Checacupe para conocer su templo y su hermoso puente colonial. Sin lugar a dudas, descubrir otras maravillas de Cusco, acompañados de grandes profesionales, hace de este un viaje lleno de aprendizajes y que deja en los invitados la sensación de querer retornar pronto a Pisac.
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