Río+20: Para salvar el planeta
Estábamos destruyendo el planeta y pocos lo advertían. Fue en 1992, cuando el mundo abrió los ojos y se comprometió a dar importantes pasos para proteger el ambiente. Sucedió en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida como Cumbre para la Tierra o Río 92 porque se realizó en Río de Janeiro, Brasil. Este mes, en la misma ciudad, el mundo buscará nuevos acuerdos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, también llamada Río+20.
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David PeredaFotografía:
Archivo Histórico PUCP
Del 20 al 22 de junio, los dirigentes del planeta y miles de participantes del sector privado, las organizaciones no gubernamentales y otros grupos interesados, se reunirán para descifrar nuestro futuro. Los debates oficiales se centrarán en dos temas: cómo construir una economía verde para lograr el desarrollo sostenible y liberar a la población de la pobreza, y cómo mejorar la coordinación internacional con miras al desarrollo sostenible.
Río+20
Este importante evento internacional será una oportunidad histórica para definir patrones de consumo y producción sostenibles y lograr un mundo más seguro, equitativo, limpio, verde y próspero para todos, según destaca la Organización de las Naciones Unidas. “Ese acontecimiento nos exigirá una visión clara: una economía verde sostenible que proteja la salud del medio ambiente y que, simultáneamente, apoye la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio mediante el crecimiento del ingreso, el trabajo digno y la erradicación de la pobreza”, ha dicho Ban Ki-moon, secretario general de la ONU.
Asimismo, se revisará lo avanzado desde Río 92, hito histórico en la odisea ambiental. En esa cumbre, 172 gobiernos aprobaron tres grandes acuerdos: la Agenda 21, plan mundial para promover el desarrollo sostenible; la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, con principios que definían los derechos civiles y las obligaciones de los Estados; y una declaración de principios sobre bosques para orientar su ordenación más sostenible.
Además, abrió a la firma dos instrumentos jurídicos obligatorios: la Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Al mismo tiempo, concibió una convención de lucha contra la desertificación, que entró en vigencia a finales de 1996.
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