¿Tenían los primeros Homo sapiens las habilidades lingüísticas de los Neandertales?
No hubo una separación total entre los primeros hombres y los neandertales. El hallazgo de evidencia genética ha demostrado que el cruce entre ambos no solo fue viable, sino -probablemente- común.
Texto:
Emily EspinozaFotografía:
Roberto Rojas
El doctor Antoni Gomila investigó uno de los enigmas que surgieron a partir de este descubrimiento. Para entender mejor este hallazgo científico, “imaginemos que un grupo de homo sapiens secuestró a una mujer neandertal para tener más capacidad de reproducción”, comenta Gomila. Si estas especies coexistieron e, incluso, pudieron cruzarse, ¿tenían entonces las mismas capacidades de comunicación?
El genotipo lingüístico no existe
La búsqueda de “genes del lenguaje” despierta, cada vez más, el interés de investigadores de las ciencias naturales y sociales. Cuando se halló la evidencia de ADN neandertal en los primeros Homo sapiens, Gomila agrupó, en dos escenarios, las hipótesis sobre el rol de la genética en la evolución del lenguaje. La reproducción conjunta de ambas especies apoya el escenario temprano: si la separación de los primeros hombres y los neandertales fue parcial, el lenguaje no es una propiedad evolutiva única de nuestra especie.
Esto no quiere decir, necesariamente, que los neandertales hayan compartido las mismas habilidades lingüísticas de nuestros primeros ancestros. Gomila argumenta que el hecho de compartir ADN no significa que se tenga el mismo “genotipo lingüístico”, pues este ni existe ni es plausible.
La primera razón es que si bien cada capacidad mental requiere de una estructura genética, esto no implica que haya una parte específica de nuestro ADN que constituya un “genotipo lingüístico”. La segunda: si un bebé necesita estar en contacto con el lenguaje para desarrollar capacidades lingüísticas, un “genotipo lingüístico” no es plausible. La interacción siempre es necesaria.
“El cerebro es el resultado del aprendizaje y viceversa. Nuestras experiencias cotidianas modifican nuestro cerebro. Cuando aprendemos algo, una parte de nosotros cambia de manera permanente: los circuitos cerebrales se reorganizan y los patrones de reacción hormonal se modifican”, agrega Gomila.
Hacer nudos es como construir oraciones
Así, el enigma inicial no puede resolverse solo con la evidencia genética. El factor social es ineludible. Por un lado, Gomila declara que la evidencia arqueológica y forense señala que, culturalmente, los neandertales y los sapiens eran similares.
Pero, por otro, la evidencia indica que los bebés neandertales maduraban mucho más rápido que los bebés homo sapiens; es decir, que los primeros tenían menos tiempo para construir relaciones complejas dentro de su comunidad.
Otra diferencia: en los sitios donde se encontraron restos de hombres neandertales, no se halló evidencia arqueológica de técnicas para hacer nudos. Los primeros sapiens sí las tenían. Así como las oraciones, estas técnicas requieren de la capacidad de estructurar de manera jerárquica y de identificar y crear patrones.
Lo que nos hace ser Sapiens
El doctor Gomila afirma que el lenguaje es un medio muy poderoso para acumular el conocimiento y la experiencia humana, para transmitir esto a las nuevas generaciones y para ordenar y regular la propia conducta.
Además, el lenguaje permite representar nuestra experiencia de modos cada vez más abstractos: “Identificar el color de un objeto es representar una característica superficial, los pájaros también pueden hacerlo. Pero, gracias al lenguaje, nosotros somos capaces de representar algo por su función y relación con nosotros. También colocamos nuevas etiquetas lingüísticas a las experiencias nuevas”, explica.
Gomila agrega que si bien los animales también pueden tener señales para indicar peligro (por ejemplo), los humanos podemos comunicar el por qué hay peligro. Otro ejemplo: “Los primates pueden responder a imperativos como ‘haz esto’, ‘toma esto’. Pero, nosotros, además, podemos describir esas acciones”.
La capacidad del lenguaje es lo que separa a los humanos de los animales. Y esta capacidad, elevada y desarrollada en otros niveles, es lo que separó a los primeros sapiens de los neandertales. El análisis de la evidencia arqueológica lo señala. Así, lo más probable es que el enigma inicial tenga un “no” como respuesta.
El doctor Gomila visitó la Universidad para dirigir talleres sobre cognición y evolución, organizados por el grupo Mente y Lenguaje.
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