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Noticia

¿Se pueden regular los contenidos de la televisión desde los medios sociales?

Tras la repentina desaparición de las páginas de Facebook de algunos programas reality, el Mg. Jorge Acevedo, docente del Departamento de Comunicaciones, plantea el escenario sobre el que se desarrolla el conflicto por regular la programación televisiva.

  • Texto:
    Solange Avila
  • Fotografía:
    Victor Zea

Por ley, cada canal o empresa de televisión está obligada a discutir y definir un código de ética, y a partir de ahí determinan los contenidos y su programación. Sin embargo, la actividad descansa en la autorregulación, pues supone que las quejas de los ciudadanos llegarán al canal de televisión, donde se definirá si estas tienen lugar, o no, y qué medidas se tomarán. Por lo general, no les dan la razón.

Pese a que el Tribunal de Ética de la Sociedad Nacional de Radio y Televisión también participa como instancia para examinar casos y determinar una sanción frente a un asociado o empresa de televisión, estos últimos no están muy abiertos a la crítica del ciudadano, sino el rating como indicador principal para orientar las decisiones sobre si un programa permanece o no en el aire. Esto ha hecho que en los últimos años diversas organizaciones se articulen, presenten quejas o tomen acciones, como presionar a Facebook para suspender las páginas de los programas realities. Acevedo explica que así se ejerce «la autorregulación del mercado», pues la población no apela a una entidad estatal, sino a Facebook, al considerar que los contenidos no son adecuados dentro del código de funcionamiento de este mecanismo privado.

Para el docente es interesante el ejercicio de derechos de algunos consumidores y su esfuerzo por tratar de contrapesar el poder de los medios que parece casi absoluto. Siempre y cuando se hagan dentro del respeto por la libertad de expresión y de procedimientos regulados por la norma. En una sociedad hay conflictos de valores, de maneras de pensar y conflictos estéticos. Lo que un sector considera de buen gusto, otro lo considera obsceno, que atenta contra sus principios religiosos, políticos, estéticos. Esos conflictos se dan en la sociedad peruana y en cualquier otra.

Acevedo recuerda el caso de “Laura en América” en Chile. Un sector se quejó porque pensaba que el programa de Laura Bozo hacía apología de actividades que denigraban la dignidad del ser humano. Los invitados participaban bajo el apremio económico, además montaban historias sobre diferentes experiencias personales, presentándolas como verídicas. El Consejo Nacional de Televisión en Chile evaluó la queja, se pronunció y el programa dejó de ser difundido. “Si tenía sintonía y le gustaba a la gente no fue lo más relevante, sino porque se consideraba que denigraba los derechos de las personas”, explica.

¿Hay un cambio?

Acevedo no cree que los programas reality desaparecerán después de este suceso pero, considera que les genera una especie de derrota en los medios sociales, que podría llevar a un sector de la población a pensar en qué tan buenos son los contenidos de estos programas y qué tipo de daños colaterales puede generar. “Sin embargo, bajo la popularidad y la libertad de expresión, esa aparente derrota podría ser revertida, como una especie de victimización, tratando de generar más adhesiones y consolidar la filiación; culminando en el fortalecimiento de su posición. Todo dependerá de qué alternativas tecnológicas tengan y cómo las manejen”, plantea.

Ciertos consumidores han apelado a los códigos de Facebook, pero es una pequeña parte de un sistema mayor que tiene diversas plataformas de difusión de estos contenidos y de relacionamiento con la gente. Si bien estos programas tienen un horario determinado, también utilizan los espacios publicitarios a lo largo de la programación, noticieros, programas de espectáculos, canjes con otros medios, presentaciones en eventos públicos y más. Entonces es una presencia mucho mayor a la del programa y eso también repercute en otros medios hasta las redes sociales.

Los programas reality y la dinámica de los negocios en comunicaciones hacen que casi todo el ambiente esté lleno de estas presencias, ofertando un tipo de televisión, un tipo de programas y personajes. Este es un gran negocio, donde todos los participantes forman parte de la industria. Me parece que no se van a quedar quietos, van a tratar de revertir esta situación con la presencia fuerte que tienen. Nuevamente el docente destaca la transición de, en términos de derechos, consumidores pasivos a quienes les gusta o no ver algo, a pasar a tomar una decisión de actuar, en este caso con un ente privado como Facebook. En otros casos cuando hay una regulación más institucionalizada, la queja va al Estado y al organismo pertinente. Por lo que considera que el Estado como regulador debe sopesar los derechos de unos y otros televidentes.

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