Los tsunamis no son nada más que olas muy grandes producidas por diversos fenómenos ocurridos debajo o encima del mar. La razón más común por la que se producen tsunamis son los sismos, pero también suceden debido a la erupción de un volcán, el deslizamiento de tierra hacia el océano o incluso por una bomba nuclear. Así nos lo explica Carlos Tavares, doctor en geografía e investigador del Centro de Investigación en Geografía Aplicada (CIGA) del INTE-PUCP.

En el caso de los sismos, estos deben ser de alta intensidad para que se produzca un tsunami, es decir, iguales o superiores de 7 grados en la escala de Richter. “Siempre y cuando se produce un sismo de esa intensidad en el océano, se da una alerta de peligro de tsunami”, explica Tavares.

Alerta de peligro de tsunami

Con el fin de declarar las alertas de tsunami existe el Sistema Internacional de Alerta contra Tsunami en el Océano Pacífico. Situado en Honolulu (Hawaii), este sistema tiene acceso a todas las mediciones de mareas y a todos los sismógrafos que están en la cuenca del Pacífico de todos los países.

“Ellos reciben información de los sismógrafos de los países del Pacífico, y cuando hay un sismo de gran magnitud inmediatamente envían a los países la alerta de tsunami. Funcionan como una central de información que procesa la información y la retransmite a todos los demás.”

Tavares nos explica que todos los países tienen su sistema nacional de alerta de tsunami. “Lo que hace el Sistema Nacional es comunicar esa información a todo el país y las instituciones relacionadas. El Indeci, las municipalidades, todas las unidades del Estado.”

Respuesta de la población

Después de que se lanza la alerta de tsunami, la población evacua y, dependiendo de la distancia en la que se encuentran del centro del origen del sismo, el tsunami puede demorar algunos minutos.

“En el caso chileno de la semana pasada, tomó entre 20 minutos que llegue la ola del tsunami. En el caso del terremoto de Chile del 2011, la ola demoró más de 12 horas”, explica Tavares.

“La alerta existe para que la población tome precauciones. Alejarse de los lugares de riesgo y esperar a ver qué pasa. Más que eso no se puede hacer, por lo menos que la gente esté segura, aunque se destruyan las casas y haya pérdidas económicas, pero no de vidas”, sostiene.

Correr o subir a pisos altos

Las imágenes que nos llegan de los tsunamis suelen ser de personas en pisos altos de edificios, quienes graban cómo el mar se sale y arrasa con casas, autos y propiedades. Si bien quedarse cerca del mar puede ser interesante, no es una decisión muy prudente, sobre todo en un país como el nuestro, donde las construcciones no son siempre de la mejor calidad.

“Puedo subir al segundo piso de mi casa, pero si la ola tiene exactamente la altura donde estoy, entonces me encuentro en un riesgo muy grande. Si subo a un piso muy alto quizás la ola no me alcance, pero la casa puede destruirse, no es un lugar seguro”, explica Távares.

“Lo ideal es alejarse a un terreno más alto que las olas no alcancen. Por ejemplo en la Costa Verde, los acantilados son una zona segura, no van a haber olas que alcancen esa altura.”

El profesor de la Sección Geografía del Departamento de Humanidades nos cuenta que cuando se produjo el terremoto del 2001 en Arequipa, Camaná se vio muy afectada por ser un terreno muy plano. «En Camaná la desembocadura de los ríos es una planicie. Cuando se produjo el sismo del 2001 en la costa de Arequipa, la ola del tsunami, que llegó a ser de ocho metros, ingresó un kilómetro para adentro. Ahí no había un lugar más alto donde alejarse, en ese caso había que estar más allá de 1 kilómetro de distancia de la costa porque la ola del tsunami logró entrar tierra adentro”, comenta.