La especie humana ha evolucionado en gran parte por un altruismo empático. Cuando observamos un hecho que pone en riesgo la integridad de una persona, nuestro cerebro activa las mismas áreas que funcionarían en caso que nos ocurra el hecho observado en nosotros mismos. Esto a través de un sistema denominado neuronas espejo, y son la base cerebral de la empatía, la capacidad de ponerse en los zapatos del otro.

El ser humano no tiene alas para volar ni garras para defenderse de los depredadores. La capacidad de cooperar mutuamente, tanto para la guerra como para ayudar a quien está en dificultades, nos ha permitido ser la especie relativamente dominante del planeta. Así, estas dos condiciones de la evolución, llevan a que estemos en vilo frente a un grupo de mineros en condiciones de supervivencia difíciles. Esta solidaridad nos asegura que mantenemos estos mecanismos críticos para la supervivencia de la especie, un mecanismo automático que compartimos con chimpancés y hasta con las amebas sociales.

En el caso de los mineros chilenos, el riesgo de quedar atrapados ha llamado la atención del altruismo empático, en solidaridad de unas condiciones tan duras física y psicológicamente. Sin embargo, los estudios encuentran que es el aislamiento social más que el geográfico el que activa la neurofisiología del estrés. Los mineros, por el contrario, se convirtieron en el centro del mundo y en héroes por accidente. El ser humano tiene una increíble capacidad de adaptarse a condiciones físicas agrestes.

De hecho, la situación de rehenes o prisioneros de guerra que están en espacios más confinados, con los ojos vendados durante semanas y con peores pronósticos sobre su suerte final, constituyen casos de estrés mucho más agudo y menos infrecuente. En estas circunstancias, se ha encontrado que existe una predisposición a la resistencia al estrés. Particularmente, genes del transporte de la serotonina (SERT), del desarrollo del sistema nervioso (BDNF) entre otros, confieren a ciertas personas mayor resistencia al estrés. Asimismo, experiencias tempranas en la vida (la ausencia de estrés agudo en el desarrollo temprano) y experiencias positiva de manejo del estrés en la adultez, mejoran la capacidad de resistir episodios como estos.

Si usted piensa en lo difícil que fue la experiencia para los mineros chilenos, sí, fue una experiencia difícil. Sin embargo, el ser humano está mejor preparado para enfrentar este tipo de situaciones de lo que generalmente creemos.