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"¿El desarrollo desarrolla? ¿A quién y cómo?"

Los grandes cambios en la infraestructura de ciudades y comunidades tienen, sin duda, un impacto en quienes habitan en ellas. La doctora Penélope Harvey, es una convencida de que las obras producen cambios sociales que pueden ser positivos o negativos. Ella visitó la Universidad con motivo del XX Coloquio Internacional de Estudiantes de Historia y participó con su ponencia Estado, Ingeniería y Globalización: abriendo Perspectivas desde la Antropología y la Historia de la Ciencia. Aprovechando su visita, el profesor Jorge Lossio, de nuestro Departamento de Humanidades, sostuvo una conversación con ella, que nosotros ahora reproducimos.

  • Penélope Harvey

Estudié español en el Kings College de Londres. Inicialmente, literatura española y, al final, descubrí la literatura latinoamericana. Saliendo de la universidad no sabía lo que era la antropología. Luego me puse a buscar maestrías y fue allí donde encontré el primer curso de antropología a medio tiempo en Londres. Hice dos años de maestría, después el doctorado y vine al Perú, donde decidí quedarme para hacer mi trabajo de campo. Actualmente, formo parte del Departamento de Antropología en la Universidad de Mánchester, que sigue la tradición de Víctor Turner y Max Gluckman, dos grandes antropólogos. Actualmente, el departamento es muy grande y está dentro de la Escuela de Ciencias Sociales; a pesar de que la antropología es una disciplina a caballo entre las Ciencias Sociales y las Humanidades.

El proyecto nace durante mi estadía en este país. Me di cuenta de que la carretera iba a pasar por unos pueblos que conocí hace 25 años y me pareció interesante saber cómo les iba a cambiar la vida a los pobladores. Me di cuenta de que para ellos el proyecto era fascinante. Junto con una colega, estudiamos todo lo relacionado a la tecnología y a la ciencia. Siempre quise juntar mis conocimientos obtenidos en Europa con lo aprendido en el Perú sobre política, lenguaje y géneros.

Las dos cosas. En su mayoría, los pobladores anhelaban la carretera. Los de Ocongate, por ejemplo, hicieron una huelga de hambre y cerraron las carreteras de Urcos como protesta a lo que se conoce como la Ley de la Selva, de Fujimori. Esta ley no había sido actualizada, iba a vencerse; con su huelga, prolongaron la ley y favorecieron la construcción de la Interoceánica. Los pobladores quieren la carretera por una serie de razones: mayor seguridad en las rutas, mejor acceso a servicios. En fin, la comunidad enfrentaba una serie de problemas y pensaba que la carretera los solucionaría. Esta implicaba tener una mejor comunicación y favorecería también el mercado. En ese sentido, están felices. El problema es que existen cambios, pero tampoco son tantos. Los que pueden tomar ventaja de ellos son unos pocos. La obra no está todavía terminada, habría que ver qué pasa, cómo será la interacción con Brasil, por ejemplo; el impacto económico que tendrá. Eso nos lleva a la pregunta: ¿el desarrollo desarrolla? ¿A quién y cómo?

Durante tu lección inaugural del XX Coloquio de Estudiantes de Historia, dijiste que los ingenieros tal vez han perdido un poco la perspectiva social de su trabajo.

La ingeniería hace una gran separación entre lo social y lo técnico. En el Perú, esta se basa mayormente en lo técnico, porque es su profesión. Tienen razón porque lo social no es necesariamente lo suyo. Lo que pasa en las obras que yo estoy observando es que el Gobierno no está presente y el Estado tampoco, entonces se espera que las empresas lleguen a construir el Estado y se les exigen cosas, pero ellos no pueden dar todo. Esta situación contrasta mucho con lo que sucede en Inglaterra. Allá, los ingenieros quieren ser los que hacen los cambios sociales. Allá hay un Estado mucho más fuerte y los ingenieros quieren tener su parte en lo que es en realidad papel del Estado. Estoy tratando de impulsar que los ingenieros, para realizar obras, entiendan dónde se encuentran y qué cosas están transformando.

La historia de las disciplinas científicas ha sido una historia de separaciones. La especialización está bien y las disciplinas son necesarias; no estoy a favor de la interdisciplinariedad que lo mezcla todo. Pero, sobre todo en temas como ingeniería o medicina, que son normalmente intervenciones sociales, me gustaría armar más conversaciones y tener más posibilidades de abarcar, desde otras disciplinas, lo que una sola no puede abarcar. Las conversaciones deberían ser la forma de seguir lo interdisciplinario. Pero estas pueden ser difíciles porque hay cosas que no van bien juntas.’

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