¿Considera que el recelo inicial que hubo hacia el empleo de las TIC en el aula ha desaparecido?

Creo que todavía no. El colectivo de docentes muchas veces es reticente a los cambios y la tecnología implica una serie de variantes. Hay quienes consideran que no tienen que usar las TIC porque son de otra era y esta justificación nunca sería aceptada en ningún otro ámbito de la sociedad. Negarse a emplear las TIC en la docencia universitaria puede resultar un problema a mediano o corto plazo para el proceso de enseñanza y aprendizaje.

¿Qué debe hacer para acercarse a ellas?

El primer paso que tiene que dar un profesor universitario es conocer las tecnologías, para usarlas cuando las necesite y también para criticarlas. Si está alejado de ellas, la integración de las TIC en los procesos de enseñanza y aprendizaje será paulatina y con el tiempo tomará mayor intensidad. Pero lo que no puede hacer el docente es ponerse de espaldas a la tecnología.

¿Cree que el uso de las TIC ha cambiado la jerarquía y la dinámica entre el alumno y el docente en el aula?

No podemos generalizar, pero si nos fijamos en el término medio, creo que el estudiante todavía no es lo suficientemente protagonista ni el profesor se sitúa como acompañante del alumno utilizando las TIC, como en teoría se dice que deberían ser. Aún no se ha producido aquel cambio metodológico esperado, el profesor sigue manejando y orientando el proceso.

¿Qué falta, más tiempo?

Faltan tiempo y propuestas metodológicas que provoquen ese cambio. El profesor debe empezar a diseñar sus cursos y actividades pensando en el aprendizaje del estudiante, no tanto en su actuación como docente. Debe pensar qué es lo que tiene que hacer para que su alumno adquiera cierta competencia, como lo puede acompañar y cómo puede disponer de su entorno para este fin. Cuando empiece a haber este cambio metodológico y de mentalidad en el profesor, cambiaremos los roles.

Muchos docentes han sido analfabetos digitales y han tenido que aprender sobre la marcha el uso de estas tecnologías para estar a la par de su estudiante, nativo digital. Pero, ¿acaso ser alumno en esta era tecnológica resulta tan fácil como se piensa?

No, para nada. Partimos de la idea que la calidad de nativo o de migrante digital solo te la da la época en la que has nacido, pero no por eso el nativo sabe aprender con tecnología ni el migrante no tiene por qué no saber enseñar. Muchos estudiantes manejan la tecnología a nivel técnico, la tienen muy integrada en su vida y no entienden ciertos procesos comunicativos sin ella pero eso no quiere decir que la sepan utilizar para aprender.

Y eso que en ocasiones se limita el uso de la tecnología en el aula. Por ejemplo, ciertas instituciones educativas prohíben el uso del smartphone durante las horas de clase.

Es paradójico que un elemento de comunicación tan importante para la vida de todos, ya sea una tablet un smartphone o una phablet esté prohibido en el entorno de aprendizaje. Es una contradicción que, a mayor o menor nivel, tanto maestros como alumnos tengan integradas las TIC en su vida diaria y que en el ámbito educativo no exista un lugar de encuentro. No debería prohibirse sino enseñar un buen uso de las TIC para estar al día de las últimas novedades, acontecimientos e ideas que están surgiendo en tu ámbito profesional.

¿En qué consiste el concepto de “smart classroom”?

La idea de smart classroom surge al observar que pese a los esfuerzos de integrar la tecnología actual a la educación, mantenemos la misma disposición espacial del aula que hace 50 o 100 años: filas de sillas y mesas dispuestas alineadamente. No podemos pretender que cambien la metodología o los recursos sin que cambiemos el escenario.

Partiendo de este punto, he definido diez principios que deberían regir en un espacio de aprendizaje inteligente. No recuerdo todos de memoria, pero entre ellos está la flexibiildad, que implica que el profesor pueda cambiar fácilmente la disposición del espacio en relación a la actividad que va a hacer. Otro principio es el de la conectividad, no solamente tecnológica sino con el espacio exterior, con la comunidad. Es decir, que dentro de esa aula puedan entrar agentes educativos externos, ya sea de forma virtual o presencial.

¿Qué rescata de su participación en procesos de capacitación docente, tanto en Europa con en Latinoamérica?

Uno de los más importantes aprendizajes es que las instituciones educativas tienen que ser muy poco ambiciosas (es decir, deben establecer objetivos cercanos en el tiempo) y tienen que mantener un proceso de capacitación y de integración de la tecnología en la universidad que sea progresivo y constante.

Hay estudios que señalan que el proceso de competencia digital de un profesor se consigue luego de cinco años. Por lo tanto, no se puede hacer una acción de capacitación intensiva de una semana y punto. Requiere de un acompañamiento y de un asesoramiento a largo plazo para llevar al docente que no sabía nada de tecnología a un nivel que le permita utilizar un recurso de forma innovadora y eficiente.

Durante su visita, el Dr. Guillermo Bautista realizó tres actividades académicas: El seminario «Mejora de la comunicación en entornos virtuales», la conferencia «Los entornos personales de aprendizaje en el contexto educativo actual» y la conferencia «Integración de las TIC en la educación superior», organizados por la Facultad de Educación, PUCP Virtual y el Instituto de Docencia Universitaria de la PUCP.

El Perfil

Nombre: Guillermo Bautista