El 13 de junio es el Día Mundial de Cáncer a la Piel, por ello, es importante tener en cuenta que este tipo representa el 50% de todos los cánceres y engloba un conjunto de enfermedades neoplásicas que tienen diagnóstico, tratamiento y pronóstico muy diferente. Este cáncer es un proceso maligno celular cuya característica es el crecimiento incontrolable de células cutáneas anormales. Las células cancerosas se pueden diseminar desde la piel a otros tejidos y órganos.

Como todo cáncer, es una enfermedad genética. Es causado por cambios en los genes que controlan las formas como funcionan nuestras células, especialmente la forma cómo crecen y se dividen. Estos cambios pueden ser resultado de errores que ocurren al dividirse las células por el daño del ADN causado por una exposición del ambiente, también los cambios genéticos pueden heredarse de los padres.

La piel es un órgano que se encuentra formado por tres capas superpuestas y separadas entre sí: epidermis, dermis e hipodermis. Es en la primera en donde se inicia el cáncer. El principal factor de riesgo para desarrollar un cáncer de piel son los llamados rayos ultravioleta procedentes de la luz solar, que producen mutaciones en el ADN de las células. El grado de exposición a esta radiación depende de la intensidad de la luz, el tiempo de exposición y si la piel ha estado protegida.

Cualquier persona puede desarrollar cáncer de piel, pero es más común entres quienes pasan más tiempo al sol, tienen piel y ojos claros, familiares con cáncer de piel y más de 50 años de edad. Los exámenes de detección son la búsqueda del cáncer antes de que la persona tenga algún síntoma. Pueden tener muchas apariencias diferentes: pueden ser pequeños, brillantes o cerosos; escamosos o ásperos, firmes y rojos; en costra o sangrantes.

La mayoría de las personas tiene lunares benignos. Es importante reconocer sus cambios, la regla del ABCD puede ayudar a reconocer las características de un melanoma: Asimetría, Bordes irregulares, Color no uniforme, Diámetro mayor a seis milímetros.

Para prevenir el cáncer de piel lo recomendable es evitar o reducir al mínimo la exposición al sol, desde las 10 a.m. a las 4 p.m., mantener a los bebés menores de seis meses fuera de los rayos del sol y aplicar protector solar SPF-30 o mayor contra rayos ultravioletas de longitudes de onda UVA y UVB.

Asegúrate de usar ropa que cubra el cuerpo y proteja la cara. Los sombreros deben dar sombra tanto sobre la cara como la parte posterior del cuello. El uso de gafas de sol reducirá la cantidad de rayos que alcanzan los ojos y los parpados. Evita la exposición a la radiación ultravioleta UV de lámparas solares o bronceadores de salones de belleza. Recuerda que tanto la arena como el pavimento reflejan los rayos UV incluso debajo de la sombrilla. Todas las medidas para protegerse del sol pueden prevenir el cáncer de piel si se utiliza en forma constante.