“En esta etapa, el control de la pandemia estará en las decisiones individuales”
Hacia el 30 de junio, cuando concluya el estado de emergencia decretado por el Gobierno, los peruanos habremos pasado más de 100 días en cuarentena obligatoria, con la reapertura paulatina de las actividades productivas y comerciales. ¿Cómo enfrentaremos la vida cotidiana tras este periodo de confinamiento? ¿Qué medidas tomar para prevenir los contagios de COVID-19 y evitar posteriores rebrotes durante esta etapa conocida como “la nueva normalidad”? Conversamos al respecto con nuestra docente Mag. Norma Correa, integrante del Grupo Temático de Ciencias Sociales para COVID-19 del Minsa.
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Norma Correa
Antropóloga y docente del Departamento de Ciencias Sociales PUCP
Texto:
Fiorella Palmieri
¿A qué nos referimos cuando hablamos de una “nueva normalidad” tras la cuarentena?
La «nueva normalidad» es un término establecido a nivel global por gobiernos y entidades internacionales para aludir a la etapa posterior a las cuarentenas. Es el periodo en el que se reactiva la actividad económica, y se adapta la vida social a los parámetros de distanciamiento social y cuidado de protocolos sanitarios. Su objetivo principal es evitar rebrotes fuertes del virus. En América Latina, Uruguay es uno de los países menos afectados por la pandemia y ya ha reactivado sus actividades. En el Perú, a pesar de haber tenido una cuarentena muy estricta, con medidas tempranas de prevención, tenemos un nivel de contagios elevado. Por ello, pasar a la nueva normalidad requiere mucha precaución y la observación de medidas sanitarias. Hasta que no tengamos una vacuna segura, seremos vulnerables.
Pasar a la nueva normalidad requiere mucha precaución y la observación de medidas sanitarias. Hasta que no tengamos una vacuna segura, seremos vulnerables».
¿Qué aspectos de la convivencia en la ciudad deben transformarse o adaptarse con más urgencia para prevenir contagios?
Para el futuro próximo, el transporte público tendrá un enorme impacto en el control de la pandemia. La emergencia nos alcanzó con una reforma de transporte inacabada. En línea con la propuesta del ingeniero Juan Carlos Dextre, habría que evaluar un subsidio para las rutas largas del transporte público. Es necesario que se cumplan y fiscalicen los protocolos sanitarios y que los usuarios respeten las medidas de distanciamiento social. Otro sector de cuidado son los bancos, que enfrentan problemas similares a los de los mercados. Desde finales de marzo hasta junio, alrededor de 6.8 millones de hogares vulnerables recibirán cuatro tipos de bonos (Bono “Yo me quedo en casa”, Bono Independiente, Bono Rural y Bono Familiar Universal) con transferencias bancarias otorgadas por el Estado para sobrellevar la emergencia. Si esta situación no se atiende de manera integral para evitar aglomeraciones-con el trabajo conjunto y coordinado entre la PNP, los municipios, el Minsa y las agencias bancarias-, lamentablemente la entrega de bonos será un canal de transmisión del virus a nivel nacional.
En este sentido, ¿cuál será el rol de la población para lograr una adecuada convivencia en esta nueva normalidad? ¿Cómo lograr que una gran mayoría acate las recomendaciones y normativas en una sociedad caracterizada por la informalidad, la anomia y que ha naturalizado frases como “hecha la ley, hecha la trampa”?
Para salir de la pandemia, necesitamos acciones colectivas. Las comunidades indígenas y campesinas han implementado protocolos sanitarios y medidas de control territorial, como cercos epidemiológicos. Hemos visto muestras de solidaridad hacia muchos de los caminantes, quienes recibieron el apoyo de la gente en sus rutas. Por otro lado, también se han observado, sobre todo en las ciudades, a grupos de personas con actitudes incorrectas, insolentes con las fuerzas del orden y que han puesto en riesgo la salud de sus vecinos. Pese a esto, hay que reconocer que la gran mayoría ha hecho un enorme esfuerzo por respetar la cuarentena. Ahora resulta necesario fortalecer el concepto de “conciencia de riesgo”. Esto no significa vivir con temor, sino asumir la responsabilidad de continuar con las medidas de prevención. En esta etapa, el control de la pandemia estará en las decisiones individuales. Por ello, es muy importante desarrollar campañas de concientización y de educación ciudadana. Hasta ahora no he visto buenas campañas en temas elementales como el uso de mascarilla o que expliquen protocolos de prevención para circular por la ciudad, ir a trabajar, etc.
Resulta necesario fortalecer el concepto de ‘conciencia de riesgo’. Esto no significa vivir con temor, sino asumir la responsabilidad de continuar con las medidas de prevención».
¿Cuáles serán los aspectos más difíciles de resolver y controlar por el Estado que -por ejemplo- ha enfrentado la pandemia con un sistema colapsado de salud pública?
Arrastramos brechas de muchas décadas difíciles de superar a corto plazo. Un ejemplo es nuestro sistema de salud pública, que ya estaba colapsado. Además, la corrupción se mantiene como un mal endémico que obstaculiza la superación de nuestras crisis. Si bien el Estado tomó decisiones oportunas al inicio de la emergencia, su capacidad para implementar políticas ha sido limitada, tanto a nivel central como a nivel subnacional. El Estado también tendrá que responder ante el incremento de la pobreza y vulnerabilidad tras la pandemia, para lo cual se requiere fortalecer políticas de protección social. Finalmente, en el marco de la reforma del Estado, necesitamos una transformación digital y una política de datos abiertos. Contar con bases de datos actualizadas y organizadas adecuadamente es una herramienta básica para que se diseñen políticas públicas basadas en evidencia. Esta es una gran oportunidad para incentivar una colaboración entre la comunidad científica y la gestión pública.
Finalmente, ¿qué efectos considera que nos dejará este periodo de emergencia?
Después de esta pandemia, las cosas no van a ser iguales. Posiblemente, se genere un cambio en las mentalidades, principalmente respecto a lo que las personas consideran como lo prioritario y lo prescindible. También habrá un cambio en las prácticas y hábitos. Por ejemplo, las instituciones y empresas, públicas y privadas, evaluarán qué actividades son más eficientes a través del teletrabajo frente a la modalidad presencial. Me gustaría pensar que, luego de esta situación, la ciudadanía será más consciente de la importancia de contar con servicios públicos de calidad en salud, educación y transporte, etc. No obstante, para que esto ocurra, el Estado tiene que invertir de manera eficiente los recursos públicos y frenar la corrupción. Además, la ciudadanía debe entender que, para contar con mejores servicios públicos, se necesita mayor formalización del empleo y ampliar la base tributaria. Estas son reformas muy importantes a mediano plazo.
El Perfil
Nombre: Norma Correa
Trayectoria: Antropóloga especializada en políticas públicas, política social comparada y desarrollo. Magíster en Política Social por London School of Economics y licenciada en Antropología PUCP. Docente del Departamento de Ciencias Sociales. Integrante del Grupo Temático de Ciencias Sociales para COVID-19 del Ministerio de Salud.
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