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“Los superhéroes expresan nuestras ansiedades como individuos y grupo social”

Una nueva película de Superman está en cartelera. Los superhéroes tienen décadas entre nosotros desde que aparecieron en los comics, pero después de tanto tiempo, ¿por qué sus historias nos siguen llamando la atención? El filósofo egresado de la PUCP, Eduardo Marisca y alumno de posgrado del Massachusetts Institute of Technology (MIT), menciona algunas de esas razones.

  • Eduardo Marisca
    Filósofo egresado de la PUCP.
  • Texto:
    Susana Navarro

La figura de los superhéroes ha cambiado con el tiempo, ahora demuestran que pueden tener momentos de duda y de cuestionamiento, ¿por qué se da esta variante?

El cómic en general y la figura del superhéroe en particular han madurado considerablemente. En los 70 los personajes de  Marvel empezaron a explorar temas sociales más “adultos”, que tenían más matices y posiciones. Creo que el punto de quiebre se da con el trabajo, entre otros, de Alan Moore en los 80, con el comic de Superman en su versión clásica (“Whatever Happened to the Man of Tomorrow?”) y de una nueva generación de superhéroes más humanos, personalidades fallidas que cargan con el peso de sus habilidades. Todo esto pasó por varias razones. Primero, un medio que, con el tiempo, se fue sintiendo más cómodo consigo mismo y con las posibilidades de experimentar. Segundo, la desregulación generalizada de la era del presidente Ronald Reagan que llevó a que se levantaran muchas restricciones autoimpuestas en diversas industrias creativas. Tercero, la mayor competencia entre formas mediáticas que empujaba a los creadores a buscar nuevas alternativas para buscar a su público. Cuarto, un momento histórico de profunda reinterpretación: la Perestroika, la caída del muro de Berlín, la articulación de discursos globalizados, todos elementos que ponían en jaque las categorías usuales para entender el orden moral del mundo entre buenos y malos.

¿El relativismo moral se ha apoderado de las nuevas versiones de los superhéroes? ¿Cree que eso lo vuelve más humano?

Me parece mucho más realista que relativista. Los superhéroes de antaño prácticamente no tenían que lidiar con el hecho de que sus acciones tenían consecuencias: sus habilidades los ponían por encima del bien y del mal, más allá del escrutinio del público. En ese sentido eran legitimaciones del poder establecido. Hoy, en cambio, son puestos en circunstancias imposibles. La máxima introducida por Ben Parker, “con un gran poder viene una gran responsabilidad”, es la carga que llevan y que muchas veces hace tanto a personajes como a lectores cuestionar sus acciones. Un tema recurrente, que ha sido interesante para el público que los sigue, ha sido la manera como negocian la tensión entre las habilidades que tienen y su lado cotidiano, humano.

¿Por qué un superhéroe como en el caso de Superman, querría poder mimetizarse entre los humanos, como Clark Kent?

En Kill Bill, Quentin Tarantino incluye la idea de que Clark Kent es la manera como Superman percibe a la humanidad – débil, frágil, incapaz de estar a la altura de los acontecimientos. Creo que hay dos cosas: primero, desde el punto de vista de un ser con capacidades sobrehumanas, esta interpretación es razonable. Quizás una presentación más realista de un personaje de este tipo sería el Doctor Manhattan de Watchmen, quien siendo casi invencible, se vuelve incapaz de empatizar con los seres humanos al encontrarlos indistinguibles a nivel atómico del resto del universo. Pero lo otro es que Clark Kent es también un producto de escritores humanos, que apela a un cierto tipo de lector y de personalidad: en ese sentido, si como lectores humanos empatizamos más con Clark Kent, es porque tenemos ciertas fantasías humanas de descubrir que tenemos habilidades especiales y un propósito más alto en el mundo que el de la cotidianidad.

¿Por qué están legitimados de ser los protectores de la sociedad? ¿Solo por tener superpoderes?

La gran paradoja es que no están legitimados de ninguna manera. El gran ejemplo es Iron Man, quien no solo no está legitimado, sino que es producto de su propio ingenio tecnológico y capacidad económica. Si en este momento apareciera en el mundo real un individuo o un grupo de individuos que han invertido miles de millones en construirse exoesqueletos con inteligencia artificial para preservar la paz mundial, todos esperaríamos que estos individuos se sometan a la autoridad legítima. Iron Man no se somete nunca al orden legítimo, simplemente colabora con él en la medida en que estén alineados. La fantasía del superhéroe no es solamente que uno puede ejercer poder sobrehumano, sino además de que uno puede ejercerlo sin consecuencias –no de que uno rompa la ley, sino de que esté fuera de ella, de que no le afecte-. Los superhéroes hacen un ejercicio ilegítimo de la violencia para fines que aparecen como socialmente aceptables.

¿Por qué cree que los superhéroes vuelven a las pantallas y carteleras? En especial, superhéroes antiguos como Ironman, Capitán América, etc.

Es interesante que el mito de los superhéroes mantenga su vigencia, aunque a su vez es la reinterpretación de otras fantasías y mitos que han tenido diversas formas en diversas culturas. Los superhéroes, me parece, expresan diferentes ansiedades que tenemos como individuos y como grupo social ante circunstancias históricas, y por eso mismo requieren de constante reinterpretación y exploración: son como un laboratorio moral, una manera de ensayar posibles respuestas que tomaríamos frente a circunstancias extraordinarias. De allí que sean historias que se mantienen vigentes, y que reutilizar referentes del pasado tenga sentido porque están cargados de simbolismo, de significado y de emociones. Ahora, eso no se traduce por sí mismo en una buena historia, y el uso comercial de un superhéroe a menudo fracasa narrativamente porque apela a su lado menos interesante, a su lado simplemente bombástico y supernatural. Avengers fue un uso exitoso de la figura porque Joss Whedon supo recoger ambas cosas, una presentación explosiva que se entendía en el marco de personajes no sólo más complejos, sino que venían de desarrollar cada uno su propia línea narrativa.

El Perfil

Nombre: Eduardo Marisca

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