“Siempre fui bastante chancón”
Es docente en la PUCP desde 1973, ha sido jefe del Departamento de Economía y director del CISEPA. En reconocimiento a su sobresaliente dedicación a la docencia universitaria en el campo de la economía y de su relevante contribución al progreso académico de nuestra casa de estudios, la semana pasada el Dr. Javier Iguíñiz fue nombrado profesor emérito del Departamento de Economía. Iguíñiz es Ph. D. en Economía por la New School for Social Research (EE.UU.), y, actualmente, alterna sus actividades académicas dentro del campus con su trabajo como secretario técnico del Acuerdo Nacional.
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Javier Iguiñiz
Profesor Emérito del Departamento de Economía
Texto:
Carlos FrancoFotografía:
Mario Lack
¿En qué momento se da cuenta de que quería ser economista?
Cuando estaba a la mitad de la carrera de Ingeniería Eléctrica en la UNI. Tomó tiempo decidirme. Probé si me quedaba en ingeniería haciendo electrificación rural, o trabajando en una central hidroeléctrica. Trabajé de jefe de práctica en laboratorios de máquinas eléctricas; incluso, estaba pensando en dedicarme a la luminotecnia. Pero al final necesitaba algo más social, que compatibilizara con mis distintas inquietudes. Y economía me parecía la más ingenieril de las ciencias sociales. Luego, me zambullí de cabeza en la disciplina.
¿Siempre fue un buen alumno?
Hay una disputa en mi promoción del colegio La Salle. El que antes era primero, dejó de serlo cuando yo entré, y me acusó de que yo le quité el puesto porque era muy bueno en deportes (risas), como diciendo que son razones medio subalternas por las que le gané. Siempre fui bastante chancón.
¿Qué expectativas ha tenido de la carrera de economía?
Me interesó ver cómo podía ser útil para el cambio social del país. Y eso desde estudiante. Acá, como docente, he tratado que las propuestas de cambio programático del país tengan un fundamento económico, una base económica más rigurosa, más análisis, y no demasiada especulación o fantasía. Mi intento fue no bajar en la ambición de las propuestas y darles, más bien, una fundamentación más solida. He tratado de que el mundo político sea más eficaz, aunque no siempre me haya metido como dirigente.
¿Cómo evalúa sus aportes como docente en los últimos años?
He trabajado bastantes años en temas vinculados al pensamiento económico, y ahora estoy, en los últimos lustros, buscando caminos más interdisciplinarios. Por eso es que después de una época más matemática, convencional en la disciplina, lo interdisciplinario me ha parecido más motivador. Y de ahí que he ido en la dirección de la ética. También he ido en la dirección de lo que ahora se llama desarrollo humano, que es ver el progreso humano más allá de lo que las variables económicas indican, mirando otros aspectos de la vida que no son necesariamente el poder adquisitivo de la persona. Estoy con un pie en la economía y, con el otro, en disciplinas como la filosofía moral o el derecho. Y la economía está atendiendo esa necesidad. Hay varios premios Nobel de Economía que no son economistas. Es el caso de (Elinor) Ostrom, que es de ciencia política, o del psicólogo (Daniel) Kahneman.
¿Usted tiene la misma lectura respecto al crecimiento económico que experimenta actualmente el país?
Es bueno crecer porque muchos de los problemas de la gente se resuelven, ya que hay más facilidades de empleo, y, a la vez, tenemos un tipo de crecimiento no solo conflictivo, sino frágil. El problema es que dependemos mucho de precios de materias primas, tanto para crecer como para redistribuir mejor entre la gente. Y todavía tenemos temas pendientes muy graves que no estamos enfrentando con suficiente fuerza, como los temas de la salud, de la educación. Ahí hay mucho trabajo por hacer todavía. No es sencillo, pero es imprescindible para un crecimiento económico de ancha base. Ese es el reto de todo gobernante.
El Perfil
Nombre: Javier Iguiñiz
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