"Necesitamos mucha reflexión e imaginación para pensar el futuro de la democracia"

¿Cuál es el estado de la democracia en América Latina? ¿De qué manera podemos identificar a los candidatos que son un riesgo democrático de cara a las próximas elecciones? ¿Cuál es el papel de la academia en este contexto? Sobre esto y más conversamos con el reconocido especialista en ciencias políticas Dr. Aníbal Pérez-Liñán, quien brindará la conferencia inaugural del Simposio Permanente «Educar para la Democracia».
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Aníbal Pérez-Liñán
Profesor de ciencias políticas y estudios globales en la Universidad de Notre Dame y director del Kellogg Institute for Internacional Studies
Entrevista:
Oscar García MezaFoto:
Archivo personal
En un webinar de nuestra Escuela de Gobierno y Políticas Públicas, realizado en el 2022, usted comentó que se vivía un momento histórico de amenazas para la democracia. Actualmente, ¿cuál es el estado de la democracia en Latinoamérica?
Hoy en día, la democracia es aún más frágil de lo que era en ese momento. En Latinoamérica, hubo un proceso ascendente de democratización entre 1980 y principios del siglo XXI. Después empezamos a ver una serie de erosiones democráticas con casos muy claros, como Venezuela; y otros en forma de estancamiento, donde las democracias no consiguen mejorar las condiciones de la ciudadanía.
Estos fenómenos de retroceso democrático se están profundizando y acelerando, como en El Salvador. En el Perú, vemos una profunda erosión de la democracia y un desgaste del proceso democrático que opera no solo desde el Ejecutivo -como es la manera clásica- sino también desde el Congreso. Estamos en un momento crítico en el que necesitamos mucha reflexión e imaginación para pensar en el futuro de la democracia de la región.
En el Perú, vemos una profunda erosión de la democracia y un desgaste del proceso democrático que opera no solo desde el Ejecutivo -como es la manera clásica- sino también desde el Congreso".
En las elecciones en el Perú, muchas veces, hay candidatos que no provienen de las bases de un partido político y se autodefinen como outsiders. ¿Cómo identificar a los candidatos que son peligrosos para la democracia?
Tienen dos atributos que podemos inferir a partir de lo que dicen y hacen. En primer lugar, son candidatos que no tienen un compromiso normativo con la democracia: si lo tuviesen, la defenderían incluso si ello puede ir en contra de sus intereses inmediatos. Un gesto de un candidato que sí reconoce el valor del proceso democrático es cuando al perder la elección lo acepta y felicita a su adversario en vez de decir «hubo fraude”.
La segunda condición es el radicalismo. Son personas que tienen posturas extremas -ya sea de izquierda o derecha- y muestran intolerancia para negociar alrededor de esas ideas. Si al querer lograr sus objetivos en el corto plazo encuentran restricciones institucionales -como el Poder Judicial, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, denuncias de la prensa-, tienden a desconocer, atacar y deslegitimar a estas instituciones y, potencialmente, desmantelar cualquier fuerza de oposición.
Democracia y derechos humanos
Ahora que mencionó el caso de El Salvador, en el Perú también vivimos una ola de inseguridad muy fuerte y cada cierto tiempo surgen voces que piden “mano dura”. ¿Cuál es el riesgo de este tipo de opción?
En América Latina, hay un gran problema alrededor del crimen organizado y la seguridad ciudadana. Bukele mandó arrestar personas sin ninguna razón y sin darles un proceso judicial justo. Eso puede dar a la ciudadanía una percepción de que el gobierno es activo y está reduciendo la criminalidad. El problema es que el riesgo del crimen organizado es reemplazado por el del Estado mismo.
Sospecho que vamos a ver este problema de manera más recurrente en América Latina porque Bukele se ha transformado en un icono para parte de la gente en la región. Va a tardar cierto tiempo en reconocerse el costo humano de este tipo de solución. Perú tiene una experiencia histórica con el presidente Fujimori, quien fue enormemente popular y resolvió problemas de seguridad, pero tuvo un costo humano que solamente después fue reconocible para la población.
Bukele se ha transformado en un icono para parte de la gente en la región. Va a tardar cierto tiempo en reconocerse el costo humano de este tipo de solución".
Usted comentaba que en los últimos años ha habido un fortalecimiento de los estándares de los derechos humanos en América Latina. ¿Considera que actualmente continuamos con esa evolución?
Desde el comienzo de los años ochenta, el fortalecimiento de los derechos humanos en América Latina ha sido extraordinario. Acotándolo, en los últimos 15 años, se ha formado un consenso alrededor de temas básicos de los derechos humanos (DD.HH.), sobre todo en una comunidad que los defiende, formada por abogados, organizaciones no gubernamentales, gente en las universidades y la sociedad civil. Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha creado estándares para interpretar y respetar los DD.HH. Entonces, ahora tenemos una comprensión mucho más elaborada, fina y progresiva de lo que son verdaderamente.
Un desafío a este consenso proviene de actores que a menudo ven a esta idea de DD.HH. como un proyecto internacionalista que no refleja las prioridades de su proyecto político. Sin embargo, si algo nos han enseñado los últimos 50 años es que la ventaja de tener un sistema de derechos humanos fuerte es que los gobiernos en el poder cambian, pero los principios de la Corte Interamericana se mantienen.
Si algo nos han enseñado los últimos 50 años es que la ventaja de tener un sistema de derechos humanos fuerte es que los gobiernos en el poder cambian, pero los principios de la Corte Interamericana se mantienen".
El papel de la academia ante las amenazas a la democracia
En este contexto de amenazas a la democracia, ¿cuál es el papel que debe asumir la academia?
La academia juega muchos e importantes roles. Hay una parte, especialmente las humanidades, que tiene la función de decir cosas incómodas, y hacer repensar a la sociedad y al poder político sobre nuestros supuestos. Existe otro lado, quizás más de las ciencias sociales, que tiene la tarea de producir evidencia confiable e identificar preguntas que sean relevantes para la sociedad y encontrar las mejores respuestas posibles para ellas.
Esas respuestas muchas veces también son incómodas porque no es lo que la gente o los políticos quieren oír. Pero esta evidencia es muy importante porque la efectividad de las políticas públicas se vincula con aplicar la mejor estrategia posible. Para eso, necesitamos contar con buena información.
Conferencia inaugural en «Educar para la Democracia»
Usted brindará la conferencia inaugural La democracia amenazada: lecciones para América Latina en una nueva era en esta edición del Simposio Permanente «Educar para la Democracia». ¿Por qué es importante realizar este tipo de eventos en el contexto de fragilidad democrática que atraviesa Latinoamérica?
En un momento como este, la colaboración alrededor de valores comunes con la finalidad de crear un marco de educación de la democracia es fundamental para nuestras universidades y para América Latina. Por ello, lo que han logrado las tres casas de estudio católicas al crear el Simposio Permanente es muy importante.
Tengo muchas ganas de participar en «Educar para la Democracia» porque me brindará la oportunidad de compartir mi trabajo con colegas y también con una audiencia más general. La academia debe aprender a comunicar sus resultados e ideas de una manera no solo accesible, sino también más útil para la sociedad.
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