¿Cuáles son las claves del éxito del MALI?

Hay dos factores: primero, la convicción de que la cultura es importante y que implica no subestimar al público; y, de otro lado, el hecho de que esto es un proyecto colectivo, una iniciativa ciudadana. Este es un museo que no pertenece al Estado directamente, pero es un museo público. Lo estatal no es sinónimo de público. Nosotros no recibimos fondos de la ciudad ni del Estado para operar. Tenemos el edificio que nos cedió la Municipalidad de Lima y, para esta obra de remodelación, el aporte generoso e importante del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, pero la operación del día a día corre a cuenta de ‘las canas’ del gerente.

¿El nuevo enfoque que se le ha venido dando se debió a una tendencia natural en el mundo o por una necesidad de reinventarse para poder competir en un mercado donde la cultura importa poco?

Es una necesidad de supervivencia, pero esa necesidad exige actualizarte, estar en permanente revisión y buscar nuevos horizontes. En el mejor sentido del término, creo que los museos son dispositivos que permiten facilitar el acceso al patrimonio. A diferencia de la literatura o de la música, que es reproducible y que puede circular fácilmente –más ahora con los medios digitales–, el patrimonio no es tan fácil de difundir y los museos son los que hacen posible compartirlo. Entre los retos para los próximos años, tenemos proyectos de infraestructura y de adquisiciones, pero uno de los más importantes es el trabajo con nuestro público y con las nuevas tecnologías.

¿Considera que es importante romper los paradigmas de los museos para acercarlos al público?

Ha habido una transformación radical. Los museos han tenido que incorporarse al mundo del marketing y de las redes para poder encontrar nuevas formas de conectarse con el público. Hemos hecho un gran esfuerzo concertado para conectarnos con el público y el mundo, porque los museos ahora también sirven a un público distante. En Perú, es importante porque podemos aportar para la educación en regiones que no tienen acceso a las colecciones del museo, facilitamos información y documentación sobre arte peruano, y es algo que queremos hacer cada vez más. Es uno de los grandes retos que tenemos.

¿Qué tan importante ha sido para el MALI tener una visión a mediano y largo plazo?

Los planes a mediano y largo plazo, como en toda institución, son fundamentales. Este proyecto fue concebido bajo la presidencia de Walter Piazza; Juan Carlos Verme tomó la posta y trajo una nueva energía, una mirada distinta probablemente, pero supo continuar los proyectos institucionales y eso es raro en el país. Sin esos plazos, es imposible consolidar un proyecto como el que nosotros hemos realizado ahora. El problema es que nunca se les da la oportunidad a las instituciones de madurar y al personal de acumular conocimientos. Ese es el gran reto en el país rey en los museos, en particular. Es difícil aprender y toma tiempo madurar.

¿Considera que hay una tendencia hacia un nuevo enfoque de los museos en el país o considera que el MALI es una iniciativa aislada?

En el Perú se empieza a percibir un cambio. Por ejemplo, está el Museo Larco, que ha hecho esfuerzos muy importantes, y el Museo Amano, que también se ha renovado. Lima es una ciudad que tiene el potencial de convertirse en la capital regional y mundial de museos, y ese es un reto que tenemos. En el país, hay esfuerzos por renovar los museos, pero hay todavía un gran trecho por recorrer. El norte ha tenido un desarrollo muy interesante. Es importante apoyar y poner el hombro para sacar adelante los museos estatales, que es uno de los grandes retos que el Perú tiene a futuro.

¿Es el MALI un ejemplo de que los museos en el país pueden ser rentables?

El MALI se sostiene sobre la base de los programas educativos y de las taquillas, pero no somos una entidad con fines de lucro, por lo tanto, no podemos decir que somos rentables, pero somos autosostenibles y creo que eso es importante.

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