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Dr. Julio del Valle: "Los retos que apremian nuestro presente serán los logros que celebraremos en el futuro"

  • Julio del Valle
    Rector de la PUCP

*Discurso pronunciado en la Ceremonia Solemne de Profesión de Fe del Rector para el periodo 2024-2029

Soy una persona creyente, como el juramento y la profesión de fe lo atestiguan. Permítanme ahora compartir con ustedes las convicciones de mi fe en la Iglesia, en la educación universitaria y en el ser humano.

Nuestra Universidad nace de la alianza entre un ilustre sacerdote de la congregación de los Sagrados Corazones, el padre Jorge Dintilhac, y un ilustre peruano, Don José de la Riva Agüero y Osma, generoso benefactor que donó sus bienes para que nuestra, hoy, más que centenaria casa de estudios se hiciera realidad. Nacemos cobijados por el espíritu y la fe de dos católicos que decidieron aunar esfuerzos para mostrar la fuerza creadora de la buena noticia del Evangelio en una propuesta educativa de excelencia.

Creo en la Universidad porque creo en el valor de la educación como algo crucial para el desarrollo del ser humano. Es, para mí, un valor respecto del cual no me imagino nunca claudicar, sea cual sea el lugar en el que esté. El ser humano es una criatura especial, un animal entre otros, pero es un animal de palabras; es decir, un animal que otorga un sentido al mundo.

Creo en el poder transformador de la educación, porque creo en el valor de las acciones a través de las palabras cargadas de sentido: la palabra en el aula, que es palabra que ilumina; la palabra en una teoría, que es palabra que aumenta nuestro conocimiento y saber; la palabra en las artes y las innovaciones, que es palabra que crea; la palabra en el amor y la amistad, que es palabra que abraza; la palabra de la mirada, que es palabra que nos conecta a unos con otros. Y la palabra que libera y emancipa al individuo desde su fe. Pienso en usted, padre Gustavo Gutiérrez, y en toda su enseñanza de vida; y pienso en nuestro exrector, el padre Felipe Mac Gregor, pues hoy, 2 de octubre, se cumplen 20 años de su partida.

Es un honor inmenso, que recibo con humildad, sentido del deber y compromiso, servir a nuestra prestigiosa institución y a nuestra querida comunidad".

La palabra es generadora de mundo y generadora de convicciones; la palabra, pues, es formativa; es educación en sentido amplio y la Universidad tiene una relación privilegiada con la palabra: una relación que es una responsabilidad. Aquí, entre nosotros, con nosotros, la palabra acoge y forma, moldea voluntades y corazones, descubre verdades, genera conocimientos, saberes, arte y cultura. Nos debe quedar muy clara esa responsabilidad.

Es ella la que me lleva hoy aquí a jurar lealtad a la fe que me anima y a la Pontificia Universidad Católica del Perú. Mi identidad como persona, mi compromiso con el país y mi vocación los encontré aquí en la PUCP. Es un honor inmenso, que recibo con humildad, sentido del deber y compromiso, servir a nuestra prestigiosa institución y a nuestra querida comunidad ejerciendo su conducción por los siguientes cinco años.

Es importante también subrayar que no he llegado aquí solo. Somos un equipo. Mónica, Waldo y Eduardo en primer lugar; y todas las personas que, con esfuerzo y compromiso, con energía, en largas jornadas de trabajo, con entusiasmo y determinación, han constituido y constituyen la fuerza y el sentido de propósito que nos ha traído aquí. Nuestro lugar aquí es testimonio del poder de la unidad y del trabajo en equipo entre personas diferentes, que no necesariamente piensan igual, pero que están dispuestas igual a ponerse de acuerdo, colocando en el centro a nuestra Universidad, y el bienestar de nuestras y nuestros estudiantes. Estoy convencido de que ese espíritu de equipo perdurará en el tiempo.

Asimismo, estamos aquí gracias a todas y todos: profesores, estudiantes, administrativos y trabajadores, que creyeron y expresaron su confianza en nosotros a través de su dedicación en este camino. Gracias a todas las personas que nos quieren y apoyan, a las familias, por su invaluable contribución de hoy, de siempre, para construir la PUCP que soñamos: una universidad cada vez más completa.

Iniciamos una nueva etapa en la historia de nuestra querida Universidad, la Pontificia Universidad Católica del Perú. Una etapa que nos convoca a trabajar unidos y con un solo objetivo: hacer más fuerte a nuestra casa de estudios como referente de excelencia académica, fuente dinamizadora y abierta de conocimiento, investigación, creación e innovación, así como también un espacio vivo y generoso de diálogo y de encuentro, donde se celebra la vida y la esperanza.

Nuestra PUCP debe reforzar su riqueza en su diversidad y pluralidad; debe alimentar una cultura del encuentro que garantice que cualquier persona pueda expresar su pensamiento y sensibilidad".

Por ello, nuestra PUCP debe reforzar su riqueza en su diversidad y pluralidad; debe alimentar una cultura del encuentro que garantice que cualquier persona pueda expresar su pensamiento y sensibilidad sin el riesgo de ser insultada, condenada, agredida o descartada. Primando el diálogo y el genuino deseo de entender, la única condición debería ser el respeto al prójimo y la voluntad de construir un mundo mejor. Solo así será posible suscitar, desde la PUCP, la inspiración y acción que hoy el país necesita para una profunda transformación social en beneficio de la integridad, el cuidado de la dignidad humana, la institucionalidad y su desarrollo sostenible, sabiendo que no somos los únicos seres vivos que habitamos este planeta, que es nuestra casa común.

Esta disposición hacia la pluralidad dialoga esencialmente con los valores que animan a toda universidad católica. Estos valores nos inspiran a buscar la verdad, a servir a los demás, y a construir una sociedad más justa y solidaria. Ellos son la base sobre la que edificamos una educación de calidad, que forma a los mejores profesionales y, al mismo tiempo, a buenas personas: ciudadanos comprometidos con la vida, la comunidad, el sentido de justicia y el cuidado irrestricto de la democracia, así como el fortalecimiento de la relación con el medioambiente y el amor por el Perú, que implica el deseo de mejorarlo.

Este rectorado viene trabajando sin descanso en las siguientes prioridades:

  • Continuar haciendo crecer la pluralidad que nos caracteriza para ser un referente de convivencia de diferentes maneras de pensar, siguiendo así la huella de nuestros antecesores
  • Crear una Facultad de Ciencias de la Salud como atención a una de las más apremiantes necesidades de todos los rincones de nuestro país
  • Llevar a cabo una reforma administrativa que permita integrar los servicios administrativos al modelo académico para mantener la calidad y la excelencia educativa
  • Fortalecer los Estudios Generales de Letras y Ciencias como sello distintivo de la formación que ofrece la PUCP
  • Promover, sin atisbo de duda y con los recursos necesarios, la investigación en el Perú
  • Y contribuir, como universidad católica y pontificia, con acciones concretas y progresivas a la implementación del Pacto Educativo Global del papa Francisco, que es también bandera nuestra y fuente constante de inspiración

Es probable que estas prioridades generen un sano diálogo que, estoy seguro, sostendremos continuamente para un beneficio común. Por ello, comparto tres posibles inquietudes sobre este renovado sentido del propósito y aspiración de la PUCP:

La primera, ¿cómo podremos lograrlo? Tal como lo mencioné, y en sintonía con el Santo Padre, creo que lo lograremos en una cultura del encuentro y en el sano dinamismo entre la fe, la razón y las ciencias orientado hacia un interés social e inclusivo. Este rectorado trabaja con especial convicción, compromiso y consideración por una educación humana integral, aquella que enseña a pensar críticamente y que ofrece un camino de maduración en los valores para la fraternidad, el diálogo, el descubrimiento de la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo.

La segunda inquietud, ¿con quiénes podremos lograrlo? Necesitamos a la comunidad entera y me dirijo a ella. Estimados colegas: ustedes son la estructura y el corazón de nuestra Universidad; sin ustedes no podremos conducir una formación de excelencia. Nuestra atención a ustedes será siempre asertiva y dialogante.

Queridos estudiantes: ustedes son nuestro presente y son el futuro del país; asuman el desafío no solo de generar un impacto individual, sino de contribuir de manera significativa al bienestar de nuestro país. Estudiar en una universidad de prestigio es un privilegio y es una responsabilidad. No dejen de creer, no dejen de luchar por sus ideales.

Estimada comunidad de egresadas y egresados: ustedes son nuestros embajadores del perfil y de los valores profesionales necesarios para la conducción de los destinos del Perú; hoy quiero pedirles que retornen constantemente a su alma mater para que juntos podamos fortalecerla continuamente.

Estimados trabajadores administrativos y de servicio: ustedes son el nervio interno, muchas veces no visibilizado en su justa dimensión, que nos impulsa con transparencia y responsabilidad hacia la consolidación de la PUCP como la mejor universidad del Perú.

Queremos escuchar todas las propuestas, inquietudes y necesidades. Es mi compromiso que cada integrante de nuestra comunidad se sienta parte de este proyecto y que se comprometa con su éxito. Hago esta invitación a comunicarnos con entera sinceridad".

Tercera inquietud, ¿para qué queremos lograrlo? Para ayudar a nuestro país a superar la profunda inestabilidad en que se encuentra. El momento que vivimos exige posiciones firmes en defensa de los valores democráticos, la institucionalidad y los derechos humanos; de las garantías para ser de la manera como uno es, y para expresarse políticamente con libertad y seguridad; de una justicia que no permita la impunidad; de una educación de calidad para todos; y de un compromiso efectivo con el cuidado de las personas y del medioambiente.

No podemos aspirar a menos. La PUCP es una universidad con una larga y rica historia. La nuestra es una institución sólida, con una comunidad universitaria comprometida y talentosa. Sin embargo, también somos conscientes de los desafíos que enfrentamos, de las oportunidades que se nos presentan, y de las amenazas frente a las cuales debemos mantenernos unidos y alertas. Nuestra fortaleza radica en nuestra capacidad de adaptarnos creativamente a los cambios. En consecuencia, hago un llamado a la unidad y a la suma de esfuerzos por amor a nuestra Universidad para confiar y arriesgar, sembrando esperanza ante los desafíos y acciones colectivas, poniendo en el centro de nuestra atención a los estudiantes.

Este rectorado busca revalorizar el sentido de propósito de cada uno de los miembros de nuestra comunidad. Cada uno desde los trabajos más pequeños y humildes hasta los más avanzados y sofisticados. Todos somos parte de una misma colectividad que trabaja unida para lograr una meta común. Ya estamos compartiendo este mensaje a través de una ruta de escucha y de encuentro: mediante un diálogo e intercambio de ideas con todas las unidades académicas, administrativas, de servicio y, por supuesto, también organizaciones estudiantiles.

Queremos escuchar todas las propuestas, inquietudes y necesidades. Es mi compromiso que cada integrante de nuestra comunidad se sienta parte de este proyecto y que se comprometa con su éxito. Hago esta invitación a comunicarnos con entera sinceridad. Es cierto que, como todo el mundo, no todos los días son fáciles de llevar y no siempre me siento cómodo en todo espacio o circunstancia. Todas nuestras relaciones humanas contienen gratificaciones y también espinas. Pero sepan que siempre estaré agradecido por el encuentro, la atención, los consejos y las críticas, que nos permiten mejorar nuestro trabajo.

Sé que unidos podremos cumplir nuestros anhelos como Universidad y contribuir al sueño de colaborar con el compromiso de construir un mejor país".

La vida es un proceso de constante aprendizaje y crecimiento. Estoy preparado y también sigo estando en ruta de aprendizaje. Llegué a esta Universidad como estudiante y hoy tengo el honor de servirles como rector. Mi experiencia personal me ha enseñado la importancia de la educación y el valor de la comunidad universitaria. Hoy he hecho una profesión de fe y les he expresado mi fe en la educación y en el ser humano. Ahora, para terminar, quiero expresar una convicción más, porque tengo una profunda fe en la comunidad PUCP: sé que unidos podremos cumplir nuestros anhelos como Universidad y contribuir al sueño de colaborar con el compromiso de construir un mejor país. Creo y confío en ustedes, y reafirmo mi compromiso de asumir la tarea encomendada y trabajar para que nuestra Universidad sea un lugar donde cada persona se sienta valorada y realizada.

Pongamos en práctica la importancia del verbo escuchar, con una genuina curiosidad por el otro; en lugar de levantar barreras y muros, mostrémonos dispuestos a tender puentes, reconociendo con sentido de urgencia que necesitamos redoblar nuestros esfuerzos por recuperar el valor central de la persona, el sentido de comunidad y los caminos adecuados para esta nueva época de la historia.

Nosotros, seres finitos, siempre vamos dejando algo en el camino; nuestra parcialidad y contingencia; sin embargo, esta parte que somos, esta lúcida parte, esta llama precaria, pero constante, cargada de intencionalidad y voluntad; esta frágil y férrea llama se puede engranar en una cadena que requiere del soplo de muchas otras voces, de muchos otros cuerpos. Eso es espíritu. Un aliento vital hecho de razones y emociones. Algo, ciertamente, más que el transcurso del tiempo. Algo que une lo que somos y lo que deseamos ser; la realidad y el deseo. Entre estos polos se juega lo humano, la razón de ser y el sentido de estar aquí esta tarde, más de cien años después de nuestra fundación y cargados aún de esperanza.

Esta es mi profesión de fe y es también mi profesión de vida.

Querida comunidad PUCP: pongamos a la PUCP primero. Hagamos de nuestra Universidad una casa en el pleno sentido del concepto, una experiencia segura y diferenciada con un modelo educativo completo. La tarea es grande, desafiante y hermosa. Con creatividad, audacia, transparencia y cuidado, los retos que apremian nuestro presente serán los logros que celebraremos en el futuro. Muchas gracias.

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