¿Cómo nació su interés por la situación del derecho en América Latina?

Ha sido una experiencia que comenzó en 1975, cuando fui invitado a un Congreso de Derecho Comparado en Buenos Aires. Ese contacto lo encontré muy sugestivo: estaba en un lugar donde, de alguna forma, me di cuenta de que el derecho romano estaba más vivo que en Italia, porque estaba vinculado con el derecho de hoy. Entonces, en aquella ocasión se realizó un encuentro entre lo que eran mis ideas acerca de mi estudio como profesor de derecho romano y lo que encontraba en los colegas de Latinoamérica.

Se sintió atraído por Latinoamérica.

Tuve un interés grande, de carácter general y cultural. Uno va por Latinoamérica y se siente como en casa, con sus particularidades, y eso genera simpatía, de modo  que hubo un diálogo que me pareció conforme a lo que era mi actitud. Además, durante la década del 70 se discutió bastante en Europa acerca del desarrollo social y económico en Latinoamérica, después ocurrió la crisis de la deuda externa en los años 80, y eso me llevó a interesarme más e intentar darme cuenta de lo que estaba pasando en el nivel jurídico.

¿Qué cambios ha notado desde entonces?

Estoy buscando una llave para interpretar el momento actual, en el que el perfil de la integración latinoamericana se ha adelantado. Ya en los años 70 se habían dado unas alianzas, como el Pacto Andino y otras formas de integraciones en Latinoamérica, pero después vino la crisis de la deuda externa. Ahora estoy mirando con gran interés la integración y cómo esta situación, absolutamente novedosa, puede originar que América Latina tenga un derecho común y, además, un diálogo sobre la relación de su derecho con otras grandes experiencias jurídicas, no solamente la europea.

¿El derecho puede ser un elemento de integración latinoamericana?

Las perspectivas de diálogo jurídico pueden cuidar el desarrollo económico de América Latina, que actualmente tiene un diálogo con otras realidades sociojurídicas, como China o India. Ahora hay una perspectiva absolutamente más abierta, muy interesante para el diálogo jurídico. Estoy buscando las vías en las que el derecho puede aportar a las situaciones que se viven actualmente realizar su papel.

¿A eso se refiere su proyecto Código Civil Latinoamericano?

He aprendido mucho del diálogo con los colegas latinoamericanos. Me parece que, desde la  década del 70, se concibió la idea de un código modelo en Latinoamérica, vinculada al derecho penal, aunque no se concretó. En otros sectores del derecho, esta idea ha sido cultivada entre los profesores en los congresos latinoamericanos de derecho romano y sería muy útil para la región, tanto para su comunicación interna como para el diálogo con interlocutores internacionales.

¿Qué beneficios traería un código civil común para América Latina?

La idea de algún texto modelo común a Latinoamérica puede ser la base para un intercambio justo, con buena fe y equidad en las celebraciones comerciales y económicas con China, Europa y Norteamérica, de modo que no se vayan a reproducir desequilibrios que dañen los acuerdos existentes. La crisis de la deuda externa se dio por falta de aplicación de un derecho justo, de un derecho conforme a buena fe, entonces, de alguna forma, fijar en un texto estos principios dentro  e América Latina puede ser útil para  que en las celebraciones de acuerdos de hoy y del mañana se utilicen principios más conformes con el modelo de nuestro sistema, en busca de igualar la libertad y las posiciones de los contrayentes.

¿Qué papel cumple la academia en ese diálogo?

Sin duda, soy un convencido de las importantes  contribuciones que pueden dar los juristas universitarios. Ellos no podrán decidir las cosas, pero pueden ayudar proporcionando textos útiles.

El Perfil

Nombre: Sandro Schipani