Evelyn Sotomayor: “La marinera me conectó con las mujeres ilustradas de la Lima del siglo XIX”
Para la magíster en Literatura Hispanoamericana, Evelyn Sotomayor, aprender a bailar marinera fue un modo de entender el día a día de las peruanas durante la ocupación chilena, tema de su investigación en el Doctorado en Historia. De ser una herramienta de investigación para saber qué se bailaba en las calles de Lima en el siglo XIX, la marinera pasó a ser una pasión a la cual la profesora de Estudios Generales Letras le dedica arduos entrenamientos y la ha llevado a participar en prestigiosos concursos.
Texto:
Rafaella LeónFotos:
Jorge Cerdán
Adora la marinera desde que era escolar y veía a una de sus amigas concursar en Trujillo, con el faldón marcando su paso en media luna y el coqueteo de sus ojos bajo el sombrero del chalán. Muchos años después, esa danza emparentada con la jota y la zamacueca, aparecida en la Lima del siglo XIX, entre parejas que tomaban la Pampa de Amancaes para bailarla, se convertiría en parte de su vida y de su trabajo como investigadora.
Fue en la pandemia, embarazada de su hijo Emiliano, cuando la magíster en Literatura Hispanoamericana Evelyn Sotomayor inició el Doctorado en Historia. Además de dictar el curso Argumentación y Taller de Textos en Estudios Generales Letras, de enseñar en el CEPREPUCP y de cumplir con sus actividades como coordinadora de investigación del Instituto Riva-Agüero, Evelyn se organizaba para realizar su investigación. Su campo de estudio siempre ha estado relacionado con las mujeres e incluso tiene dos libros publicados con la Biblioteca Nacional al respecto, Pensar en público: las veladas literarias de Clorinda Matto en la Lima de la posguerra (1887-1891) y Las nuevas lectoras del siglo XIX. Género, libro y lecturas de la primera generación de ilustradas peruanas. Su investigación de doctorado no sería la excepción.
Cada vez que bailo y levanto el pañuelo, imagino que me encuentro con Clorinda Matto o con Mercedes Cabello, o de repente me veo en la Pampa de Amancaes, donde se hacían los primeros concursos de marinera en Lima".
Estudiar la vida cotidiana de las mujeres durante la guerra con Chile significó ubicarse en la Lima ocupada por los chilenos e investigar a las mujeres delincuentes, a las ilustradas y a las rabonas. “Quería saber qué bailaban en Malambó, cómo era ese baile debajo del puente, cómo eran los bailes en el Rímac con la ocupación de los chilenos, quería saber si las ilustradas bailaban o no zamacueca”, cuenta a PuntoEdu. Al crecer su niño, quiso que aprendiera a bailar marinera, pero en el taller se dedicaba más a jugar con los conos que a atender al profesor. Un día, este la aconsejó: “Si quiere que él aprenda a bailar, tiene que bailar usted con él”. Evelyn le contestó que ella no sabía bailarla. Pero él insistió: “Si usted baila, él la va a seguir”.
Y así fue como tomó primero una clase, después dos, hasta que Emiliano, al verla con el pañuelo, la empezó a seguir. Así fue como sus dos grandes motivaciones, que su pequeño baile marinera y conectarse ella misma con las historias del siglo XIX, la convirtieron en una bailarina de campeonato.
Desde el 2023 pasó por varias academias profesionales, solo dejó de bailar en dos ocasiones. La primera por un descanso médico largo y la segunda por un viaje a Grecia, tras haber ganado un Fondo de Apoyo a la Investigación. Este año se preparó para el Concurso Nacional y Mundial de Marinera – Edición Bicentenario, realizado en el Callao. “¡Bailé en el Mundial! Yo estaba muy feliz y después de eso empezó mi vida de bailarina en competencias. Siempre con podio, ya sea en nivel novel abierto o en novel novel, siempre con mi medalla”, cuenta emocionada.
Actualmente, entrena con un profesor particular en casa, una hora en las noches, desde las 9 p.m. “Para mí, la marinera ha sido conectarme conmigo misma, mi vida va a su compás, me siento una hija de esta danza. Cada vez que bailo y levanto el pañuelo, imagino que me encuentro con Clorinda Matto o con Mercedes Cabello, o de repente me veo en la Pampa de Amancaes, donde se hacían los primeros concursos de marinera en Lima”, comenta la profesora Evelyn. Cuando llega el instructor, suben al área común de su edificio en el piso 19, mueven las mesas y bailan bajo el cielo de Lima, como hace dos siglos lo hicieron sus mujeres.
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