Silicon Valley es el hogar de Blue River Technology, la empresa de tecnología para el sector agrícola cofundada por nuestro egresado Jorge Heraud en el año 2011. Este proyecto nace con una misión fascinante: desarrollar productos para fumigar de manera precisa e inteligente con la capacidad de identificar y rociar los herbicidas únicamente en las malezas de los cultivos. Gracias a la visión de Jorge Heraud y de su equipo, sus prototipos permiten un ahorro del 90% en el uso de químicos contaminantes y/o transgénicos para fumigar plantaciones de soya, maíz y algodón. 

Por su alto nivel de innovación en este y otros proyectos, Blue River fue adquirida como subsidiaria independiente del gigante agrícola Deere & Company con resultados inmejorables: en el 2022, empezarán a incorporar sus prototipos en sus tractores. Sus aportes tendrán grandes alcances, pero el principal es reducir el impacto ambiental y ayudar a que los ríos se mantengan limpios.  

En esta entrevista, el ingeniero electrónico PUCP nos cuenta sobre sus aprendizajes desarrollados a lo largo de una carrera profesional llena de retos. 

Cuéntanos sobre el origen del nombre de tu empresa: Blue River. ¿Por qué lo eligieron?

El mayor impacto de nuestra tecnología es que reduce la cantidad de herbicidas que se usan en la agricultura hasta en 90%. Los herbicidas, además de caer sobre la hierba mala y sobre la tierra, desembocan en nuestros riachuelos y en los ríos. Blue River quiere decir ‘rio azul’, y le di ese numbre porque la cree con la misión de crear tecnologías para mantener ríos más limpios y saludables, es decir, ríos azules. La agricultura está muy vinculada al medio ambiente y no tiene la mejor fama. Con nuevas herramientas y máquinas, podemos mejorar mucho lo que se hace ahora. La tecnología puede ser un tremendo aliado para mejorar nuestra sostenibilidad y productividad. La principal satisfacción de mi trabajo es contribuir con el planeta. 

En el 2017, Blue River se integró a John Deere, la corporación en tecnología agrícola más grande del mundo y la número 3 en construcción. Junto a tu socio Lee Redden, ¿qué los motivó a formar parte de esta compañía y cómo les ha ido desde entonces?

Nuestro prototipo es totalmente revolucionario. En el 2017, estábamos listos para crecer y venderlo. Un producto que ahorra muchísimo en productos químicos es excelente para el medio ambiente porque permite tener productos agrícolas de mejor calidad, más orgánicos. Con la unión con John Deere, tenemos la oportunidad de implementar nuestras innovaciones en los tractores fumigadores más utilizados del mundo. Nos han ayudado mucho a mejorar nuestra tecnología y se encargarán de distribuirla. 

Han estado trabajando en este prototipo desde hace varios años. ¿Cuándo sale al mercado? ¿Planean distribuirlo en el Perú?

Lo lanzaremos al mercado estadounidense en el 2022. En los últimos dos años, hemos probado la maquinaria con varios clientes que han quedado muy contentos con los resultados. En principio, está habilitada solo para cultivos de soya, maíz y algodón, pero esperamos extenderlo a otros cultivos y a otros países. Posiblemente estaremos en Argentina y Brasil, que tienen una agricultura similar a la de EE.UU. Me gustaría que esta tecnología se utilice en los cultivos de algodón del Perú. 

¿Cómo surgió Blue River Technology, el emprendimiento que cofundaste hace casi 11 años?  

Yo tenía experiencia en agricultura de precisión en empresas de EE.UU. En ese momento, estudiaba un MBA en Stanford y además estaba trabajando en máquinas agrícolas muy avanzadas. Conocí a mi socio en una clase de emprendimiento. Lee venía de Nebraska, donde hay bastante agricultura. 

Comenzamos a investigar cómo aplicar la robótica y la inteligencia artificial en este rubro. Surgió una idea con mucho potencial como es dar solución a un problema muy grande: el uso excesivo de herbicidas. Primero, intentamos con lechugas, que es el cultivo más sencillo para fumigar.  

Durante siete años trabajaron por consolidar Blue River Tech. ¿Qué te impulsó a emprender y cuáles fueron los riesgos que tomaste en esa primera etapa?

La ruta del emprendimiento no es fácil, pocos logran tener éxito. Nosotros tuvimos suerte. Estaba estudiando mi MBA y tenía la opción de regresar como gerente de una división a una compañía en la que trabajé durante 15 años. En ese momento, mi esposa estaba embarazada y parecía no ser el mejor momento para emprender. Pero ella me apoyó y decidimos intentarlo. Había encontrado un buen socio e inversionistas para empezar. Comenzamos de cero, junto con mi socio, que dejó su beca de doctorado en robótica para dedicarse al proyecto. 

¿En algún momento consideraste renunciar y volver a un empleo corporativo?

Me tomé un año para trabajar en este emprendimiento y si las cosas no marchaban bien, podía buscar un nuevo empleo. A los seis meses aproximadamente, me ofrecen ser CEO de una empresa del rubro, pero decidí perseverar. A veces, pensaba que no íbamos a sobrevivir como proyecto. Empezar una compañía es como una montaña rusa, cualquier viento fuerte te puede sacar de curso. Las cosas comenzaron a mejorar porque nos apoyó Vinod Khosla, un inversionista que creyó en nosotros y nos permitió contratar excelente personal y mejorar la maquinaria. Hasta ese momento apenas éramos cuatro personas. 

También se borran los límites entre el trabajo y la vida personal…

Hay que trabajar muy duro. Acababa de nacer mi hija, y mi hijo mayor estaba en tercer grado. Con mi esposa coordinamos que iba a llegar a casa antes de las 6 p.m. por lo menos tres veces por semana para estar con la familia. 

¿Cómo ves el potencial del Perú para desarrollar tecnologías sostenibles y fuentes de energía renovable?

La inversión en tecnología es clave para el desarrollo del Perú porque genera más valor agregado, mucho más que las materias primas. Como país, deberíamos encontrar maneras de invertir en tecnología, así como en educación y ciencias. Perú tiene mucho potencial para las energías renovables. Tenemos un desierto donde no llueve, pero es ideal para instalar paneles solares. Tenemos litio, que es tan importante para las baterías de los carros. El Perú debería liderar en automóviles eléctricos y ser el sitio ideal para producirlos. ¡Tenemos energía barata, materia prima y acero! No estamos haciendo lo suficiente como país. 

¿Qué representa el éxito para ti?

El éxito es una medida interna: es lo que tú te propones como meta. El éxito no es algo estático y alcanzar un objetivo te lleva a uno nuevo. En lo personal, me propuse trabajar en mi propia empresa y ser CEO. Mi papá hizo un doctorado en Stanford, y cuando yo era niño visité esa universidad con él. Le dije que también quería estudiar en Stanford y lo logré. En el ámbito profesional, me propuse trabajar en una buena empresa de Silicon Valley y aquí estoy. Ahora, me he propuesto tener un producto con un impacto global: lograr un gran ahorro en el uso de herbicidas agrícolas que no terminarán en un río, un lago o en nuestros alimentos. Vamos a trabajar mucho en estos años. 

¿Qué es lo que más recuerdas de tu paso por la PUCP a fines de la década de 1980?

¡Recuerdo todo! Tuve excelentes profesores e hice grandes amigos. Todos los compañeros de mi promoción son unos capos. De alrededor de 200 que empezamos en Estudios Generales Ciencias, 18 formamos parte de esa primera promoción. Todavía nos reunimos. En la PUCP, recibí una educación de primera que me permitió desarrollarme al mismo nivel que otros estudiantes de las mejores universidades del mundo. Terminar una carrera de ingeniería en la PUCP es sumamente difícil, por eso los profesionales que egresan están muy preparados. Cuando estudiaba nos decían ‘naranjitas’ porque al ingresar te ‘pelan’ en los estudios, ‘te exprimen’ y, de allí, te botan (risas). 

En la PUCP, es muy importante formar profesionales comprometidos con la sociedad. En esta campaña, el lema “Eres grande cuando haces algo grande por los demás” resalta este compromiso. ¿Cómo lo vives tú desde tu perspectiva como empresario? 

Mi compromiso se expresa a través de la tecnología que desarrollo con mi empresa, que tiene la misión de dejar un mundo mejor del que encontré. ¡Qué la maquinaria nos permita dejar de usar un billón de galones de herbicidas y contaminantes es un impacto muy grande! 

¿Cuál es tu mensaje para nuestros estudiantes y egresados?

Edúquense de manera continua, confíen en sí mismos, tengan objetivos y metas, y sean perseverantes para alcanzarlas. No dejen que los lleve la vida, sean buenos directores.