El cambio climático, los conflictos socioambientales, la migración forzada y las guerras propician múltiples formas de desigualdad que afectan transversalmente a los países en sus distintas realidades, y de forma diferenciada a las mujeres y los jóvenes. Frente a este panorama, la reflexión interdisciplinaria y el diálogo crítico se hacen necesarios para articular aportes académicos, pastorales y ciudadanos en torno a diversos retos: la movilidad humana, las desigualdades sociales y el compromiso ético con nuestro entorno.
En esa línea, la Pontificia Universidad Católica del Perú, en colaboración con la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), presentó el Congreso Internacional “Migraciones, Conflicto, Mujer y Juventud – Cuidado de la Casa Común”, sobre el cual conversamos con el Dr. Augusto Castro, filósofo, docente del Departamento Académico de Ciencias Sociales e integrante del comité organizador.
Según la ONU, al 2030, el mundo debería reducir las emisiones de gas invernadero en 43%. ¿Qué debemos esperar de la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP 30) de noviembre en Brasil?
El problema ambiental pasa por las emisiones de gases de efecto invernadero, que se generan por el uso de petróleo, gas y carbón. Los acuerdos realizados desde 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río, significaban descarbonizar el ambiente para mantener una temperatura razonable; sin embargo, estos no se han cumplido. Atravesamos un momento ambiental muy preocupante porque los indicadores de uso de gases de efecto invernadero están al alza y los de desarrollo de la biodiversidad a la baja. Todo ello tiene una correlación con el auge del conservadurismo en el mundo; por ejemplo, la administración de Trump considera que el cambio climático es falso. Espero que en la próxima COP haya una postura ambientalista firme respecto a la reducción de estos gases.
En el caso peruano, ¿cómo podemos contribuir con el cuidado del medio ambiente?
No hemos avanzado en descarbonizar. Deberíamos empezar a utilizar energías renovables. Considerando el desarrollo de nuestra industria, y que somos una economía pequeña, no sería difícil implementar este cambio. Podríamos usar aspas y recoger energía eólica, poner paneles solares y así iluminar nuestras ciudades. Es cierto que ya empleamos hidroeléctricas, pero hay que hacerlo más. Es necesaria una política pública dirigida al uso de energías renovables.
La guerra implica un uso descomunal de combustible fósil: misiles, tanques, aviones y flotas enteras funcionan con petróleo y gasolina. Esto contribuye significativamente al deterioro climático».
En su artículo «El Estado, el diálogo y la transformación de los conflictos socioambientales«, propone que el Estado sea el espacio de diálogo en estos eventos. Actualmente, ¿viene desempeñando ese papel?
El espacio por excelencia de diálogo entre los diversos sectores tendría que ser el Estado. De lo contrario, va a suceder como en el conflicto de Las Bambas, en el cual el Estado no contaba con la fuerza ni liderazgo para defender a las comunidades y las empresas se molestaban porque no ponía orden. El Estado debe ser el interlocutor de la naturaleza ante la comunidad. Por ejemplo, que los funcionarios estatales lleguen al territorio donde se realiza la minería y empiecen a dialogar sobre en qué condiciones hacerla, cómo no dañar el lugar y de qué modo mejorar esta actividad, en el sentido de sostenibilidad ambiental y buenas condiciones laborales.
¿De qué manera los conflictos bélicos actuales afectan al ambiente?
Es innegable que las zonas de conflicto -como de la guerra entre Rusia y Ucrania o Gaza- quedan devastadas. Su reconstrucción tomará generaciones. Además, la guerra implica un uso descomunal de combustible fósil: misiles, tanques, aviones y flotas enteras funcionan con petróleo y gasolina. Esto contribuye significativamente al deterioro climático. La guerra, en definitiva, no solo mata personas: destruye a la vida en todas sus formas.
¿Qué caracteriza a la migración forzada que vemos actualmente en Siria, Venezuela o Gaza?
En la migración siria, la venezolana y la de África hacia Europa hay, por supuesto, atropellos y brutalidad. Pero ha sido más o menos clásica, en el sentido de que es gente que sale de un sitio -huyendo de la pobreza- y va hacia ciudades que tienen algo que ofrecerle. No es lo mismo en Gaza. Ahí se mueven de un lado a otro porque bombardean aquí y allá. Los ataques son dirigidos a perseguir a Hamás, pero se debe hacer con un trabajo de inteligencia, no de esa manera.
Congreso Internacional “Migraciones, Conflicto, Mujer y Juventud – Cuidado de la casa común”
El Congreso Internacional “Migraciones, Conflicto, Mujer y Juventud – Cuidado de la casa común” analizó estos y otros temas en profundidad el 22, 23 y 24 de octubre en la PUCP. El evento fue organizado por nuestro Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas, Políticas y Antropológicas (Cisepa) y la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC).
“En el oscuro momento actual nacional e internacional, es importante que la academia vinculada a la Iglesia reflexione sobre temas como la migración, la guerra y el medio ambiente. Y que ello nos lleve a proponer soluciones para mejorar las condiciones de vida”, señala Castro. Por su parte, la directora ejecutiva del Cisepa, Dra. Paola Patiño, resaltó: “La participación de especialistas de talla mundial y de diversas áreas en el Congreso permitirá contrastar enfoques teóricos y metodológicos, y fortalecer la producción académica”.



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