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Orgullo PUCP

«El teatro es un espejo de lo que somos como sociedad»: Alberto Isola, leyenda de la escena peruana, recibió el Premio Southern 2024

Alberto Isola ha encontrado en el teatro una manera de dialogar con el Perú. Recibió el premio a su trayectoria en los últimos días del semestre, entre ensayos finales de sus alumnos en Fares.

Ganador del Premio Southern y la Medalla Adolfo Winternitz Wurmser 2024, el actor y director Alberto Isola de Lavalle reflexiona sobre su vida dedicada al teatro, a la educación y a la cultura. Con una infancia marcada por la diversidad cultural y una carrera que ha transformado las artes escénicas del Perú, Isola es un referente cuya visión del teatro como herramienta de reflexión y cambio sigue iluminando escenarios.

  • Texto:
    Eduardo Dávila Lynch
  • Fotos:
    Renato Pajuelo
¿Alguna vez lo intentaste? 
¿Alguna vez fallaste?
No importa. Inténtalo de nuevo.
Falla de nuevo.
Falla mejor.


Samuel Beckett
, Worstward Ho.

«Las casas son como teatros», parece sugerir Alberto Isola al describir su infancia. Creció en tres hogares que le ofrecieron escenarios distintos, pero complementarios. Una fue la casa de su familia en San Isidro, otra fue la de sus abuelos paternos que hoy es el Centro Español del Perú, donde predominaba el italiano: la ópera resonaba en cada rincón y la cultura europea fluía con naturalidad. En Barranco, con los abuelos maternos, el arte cusqueño y la tradición limeña enriquecían sus días. Y su abuelo materno no fue cualquier abuelo: inspiró a Chabuca Granda a componer el icónico vals José Antonio. Entre juegos y recuerdos, Isola absorbía lo mejor de dos mundos.

El joven también pasaba horas leyendo y explorando. Su primer contacto con el teatro llegó de manos de su abuela italiana, quien le compraba revistas Corriere dei Píccoli, el «Correo de los Niños», que traían maquetas de escenarios y personajes. Estos primeros pasos lo conducirían, más tarde, a buscar respuestas en las artes escénicas y en la vida misma.

Así es Alberto Isola. Una variada caja de sorpresas, con una trascendencia que ha marcado generaciones e historias que pocas personas conocen y que nosotros tratamos de conocer. Ha sido parte de una generación que definió y cambio el teatro. Recientemente, recibió el Premio Southern y la Medalla Adolfo Winternitz Wurmser 2024 por su trayectoria. Le encanta leer, prefiere enseñar, y escucha rock de los 60, 70 y 80 (para él, el mejor rock que se ha hecho).

He aquí un poco de su historia.

1984: aniversario del grupo Ensayo, Luis Peirano, Alberto Isola, Gianfranco Brero, Alicia Morales, Charo Verástegui.
Ana Cecilia Natteri y Alberto Isola en la adaptación de la obra teatral "Esperando a Godot", dirigida por Edgar Saba. (Foto: Cecilia Larrabure)
Representación de Alberto Isola como el rey Lear. Proyecto especial “El Teatro Municipal Renace”, que fue parte de la campaña de recuperación de este lugar luego del incendio de 1998. (Foto: Mayu Mohanna).

Una formación sin fronteras

El colegio Santa María Marianistas le dio a Isola el empujón definitivo. Un sacerdote, el hermano Paul Forgach, lo animó a unirse al grupo de teatro. Lo que empezó como un juego se convirtió en pasión: dirigía obras en secundaria y soñaba con un futuro dedicado a las tablas. Sin embargo, su camino no fue fácil. Su padre, escéptico, le puso una condición: estudiar Letras en la PUCP antes de intentar una carrera en teatro.

Cumplió y en esos dos años descubrió a maestros inolvidables como Luis Jaime Cisneros, Onorio Ferrero, Antonio del Busto, Franklin Pease. «Recuerdo a Luis Jaime leyendo El Aleph, de Borges, en clase; eso me marcó profundamente», confiesa. «Era un hombre que no solo enseñaba literatura, sino que te enseñaba a vivir con una mirada crítica hacia el mundo».

Luego viajó a Italia, donde el Piccolo Teatro di Milano le enseñó que el teatro era más que entretenimiento: era una herramienta de reflexión y cambio. «Allí entendí que el teatro es una manera de preguntar, no de responder. Me transformó como persona y como artista», asegura. Su formación se completó en el Drama Center de Londres, un lugar que combinó la técnica actoral con el análisis profundo del texto. Isola regresó al Perú con la misión de transformar el teatro nacional.

Alberto Isola: el maestro que forja generaciones

«Si pudiera hacer solo una cosa, enseñaría», afirma Isola, quien ha dedicado más de 50 años a compartir su conocimiento. Desde el Teatro de la Universidad Católica (TUC) hasta la Facultad de Artes Escénicas (Fares) de la PUCP, su legado está en cada alumno que pasa por sus aulas.

Nunca enseño de la misma forma. Lo que sirve para uno no sirve para otro. Cada estudiante trae un universo que debe ser respetado y mi tarea es ayudarles a encontrar su propia voz".

La enseñanza para él es más que un oficio: es un acto de descubrimiento mutuo. «Nunca enseño de la misma forma. Lo que sirve para uno no sirve para otro. Cada estudiante trae un universo que debe ser respetado y mi tarea es ayudarle a encontrar su propia voz», explica. En sus clases, da referencias: mezcla textos teatrales, novelas y música, que va desde el rock hasta la música popular de diferentes partes del mundo, junto con ejercicios que desafían a sus estudiantes a encontrar su voz propia. «A veces, me sorprenden tanto que siento que soy yo quien aprende de ellos. Eso es lo más hermoso de enseñar», agrega.

El espejo de la sociedad peruana

Para Isola, el teatro es un reflejo íntimo de la realidad. «El teatro es un espejo de lo que somos como sociedad», asegura. Este arte no solo entretiene, sino que confronta al público con preguntas difíciles. Desde los montajes costumbristas de Leonidas Yerovi hasta obras contemporáneas como María Estuardo, Isola ha encontrado en el teatro una manera de dialogar con el Perú.

Antes, el teatro era colectivo, todos éramos parte del montaje, no solo los actores o el director. Era una experiencia comunitaria que se ha perdido con los años".

Sin embargo, también lamenta la pérdida de la mística en la escena actual. «Antes, el teatro era colectivo, todos éramos parte del montaje, no solo los actores o el director. Era una experiencia comunitaria que se ha perdido con los años», recuerda. «Hoy, muchas veces, veo obras que parecen productos rápidos, sin esa profundidad que antes buscábamos. Eso me preocupa, pero también me reta a seguir trabajando para cambiarlo», reflexiona.

Políticas culturales: entre el pasado y el futuro

Las políticas culturales son un punto central en su reflexión. Isola destaca el impacto de los gobiernos de Bustamante y Rivero (junto con Jorge Basadre crearon el Ensad), y Velasco (se creó el INC y el Teatro Nacional Popular) en el desarrollo del teatro peruano, pero critica la falta de continuidad. «Ningún gobierno reciente ha tenido una visión clara de la cultura. La cultura no es un adorno, es esencial para entendernos como sociedad», señala. Propone crear un circuito teatral que conecte Lima con las regiones, llevando las producciones limeñas al interior y viceversa.

Ningún gobierno reciente ha tenido una visión clara de la cultura. La cultura no es un adorno, es esencial para entendernos como sociedad".

También reclama mayor apoyo estatal para fomentar la lectura y el estudio del teatro. «Hay una riqueza inmensa que los estudiantes no conocen porque no leen lo suficiente. No se puede hacer buen teatro si no conocemos nuestra propia tradición y las grandes obras del mundo», lamenta. Para él, la educación teatral debe ser integral y basada en la investigación. «No se trata solo de actuar, sino de pensar y entender lo que hacemos en el escenario», concluye.

Proyectos y sueños pendientes de Alberto Isola

A sus 71 años, Isola no se detiene. Planea tomar un descanso del teatro después de un arduo 2024, pero no sin antes concretar proyectos importantes. Entre ellos, dirigir Colacho Hermanos, de César Vallejo, una obra que describe como «brillante y profundamente actual». También espera interpretar a Falstaff, el icónico personaje de Shakespeare. «Es un hombre lleno de defectos, pero también de humanidad; quiero explorarlo a fondo, y entender qué lo hace tan entrañable y real», comenta.

Quiero abrir nuevas puertas y desafiarme a mí mismo. Eso es lo que me mantiene vivo".

Su bucket list incluye también colaboraciones interdisciplinarias que mezclen teatro, música y danza. «Quiero abrir nuevas puertas y desafiarme a mí mismo. Eso es lo que me mantiene vivo», asegura. Con una trayectoria que abarca más de medio siglo, Isola busca explorar nuevas formas de expresión mientras sigue inspirando a las futuras generaciones.

En cada obra, clase o conversación, Alberto Isola deja una huella imborrable. Como actor, director y maestro, su vida es un testimonio de pasión y compromiso. «El teatro es mi vida, es el espacio donde me encuentro a mí mismo y donde invito a los demás a encontrarse», confiesa. Y en esa entrega, el público y sus estudiantes encuentran un espejo para descubrirse a sí mismos.

Es un legado que promete seguir iluminando los escenarios peruanos.

"Necesitamos conectar el teatro de Lima con el resto del país"

¿Qué obras peruanas recomendaría para comprender el Perú actual?

Las de cuatro mil, de Leonidas Yerovi, y La cautiva son ejemplos clave. Estas obras retratan de forma contundente aspectos fundamentales de nuestra realidad.

¿Qué significa para usted el Premio Southern?

Es un honor enorme. Saber que personas a quienes respeto evaluaron mi trabajo de manera unánime lo hace especialmente significativo.

¿Qué opina de las políticas culturales en el Perú?

Faltan iniciativas con visión a largo plazo. Necesitamos circuitos que conecten el teatro de Lima con el resto del país.

Si pudiera hablar con el Alberto de 20 años, ¿qué le diría?

Le diría que persevere. Este camino, a pesar de las dudas, es el correcto.

¿Qué papel juega la enseñanza en su vida?

Enseñar es un acto de aprendizaje mutuo. Mis estudiantes me enseñan tanto como yo a ellos.

¿Qué espera dejar como legado?

Un amor profundo por el teatro como un lugar de encuentro verdadero y transformador.

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