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Noticia

Informe: Informalidad y desarrollo urbano

La informalidad, la delincuencia y el desinterés del Estado fueron un cóctel peligroso que desencadenó el último conflicto social en el ex Mercado Mayorista de la Parada. Especialistas de la PUCP analizan las relaciones e influencias de estas variables en el desarrollo de la ciudad.

  • Texto:
    Vania Ramos

El 25 de octubre pasado, todos apreciamos, entre sorprendidos y horrorizados, a través de los medios de comunicación, cómo un policía era derribado de su caballo y, cuando yacía desmayado en el suelo, era atacado con piedras sin compasión por una horda de sujetos. Estos hechos, que ocurrían en el centro mismo de la ciudad de Lima, eran parte de la violencia que se desató cuando la Policía Nacional pretendía hacer cumplir una ordenanza municipal que ponía fin al funcionamiento del entonces Mercado Mayorista “La Parada”. Sus inquilinos, que se sentían propietarios de los puestos que ocupan hace cuarenta años, respondieron amparados por la fuerza delincuencial e hicieron retroceder a la autoridad. Ellos se resistían a ir al nuevo Mercado Mayorista de Santa Anita.

Dos días después, otra estrategia policial logró ponerle fin a La Parada. Pero estos hechos nos han revelado una problemática urbana que convive de forma latente con nosotros, y que, en esta oportunidad, estalló y dejó un saldo de cuatro vidas humanas perdidas.

La ciudad informal

Al hacer un recuento de situaciones conflictivas en Lima similares a la de La Parada, podemos mencionar, por ejemplo, el caso del desalojo de ambulantes en la zona del Mercado Central durante la gestión edil del fallecido Alberto Andrade, cómo muchos de ellos han estado atravesados por el fenómeno de la informalidad, lo cual es una característica inherente de las grandes urbes.

“La informalidad se da, en general, en las ciudades de América Latina, que han sido parte de un proceso de crecimiento demográfico muy grande y, además, han sufrido crisis económica y una serie de situaciones que llevan a que esta aparezca. Pero vale la pena aclarar que la informalidad es un asunto complejo y, probablemente, se hace más evidente la actividad informal que ocupa el espacio público urbano, que es lo que uno encuentra en casos como el de ‘La Parada’”, refiere el Dr. Jesús Cosamalón, historiador y docente del Departamento de Humanidades.

Por su parte, el Dr. Pablo Vega Centeno, urbanista, sociólogo y docente del Departamento de Arquitectura, señala que la informalidad fue prácticamente impulsada desde el Estado y vista como una solución a corto plazo para solucionar problemas sociales que la crisis económica de la década de los ochenta y principios de los noventa había provocado, sumados a la explosión demográfica que tuvo Lima en los años cuarenta y sesenta.

“Mucha población rural busca soluciones a su falta de medios para vivir en las ciudades y, particularmente, en Lima. El Perú pasa de ser un país mayoritariamente rural a ser uno en el que la población urbana es importante. Es en ese contexto que la ciudad y los responsables de ver su crecimiento se muestran sobrepasados largamente por este fenómeno. Hay intentos de querer organizarla, se crea una oficina de planeamiento urbano en tiempos del presidente Bustamante y Rivero, pero, poco a poco, se ve cómo el mismo Estado decide restarle importancia a sus propias instituciones de planificación y opta por estrategias más populistas, legitimando ocupaciones irregulares. Podemos decir que este crecimiento de Lima, que llamamos informal, en realidad es fruto también de una decisión política del Estado peruano”, refiere el Dr. Vega Centeno.

Asimismo, nuestro doctor en Urbanismo cita al Mg. Reynaldo Ledgard, jefe del Departamento de Arquitectura, quien señaló en una conferencia que “la informalidad salvó al Perú en los años ochenta, pero es su principal obstáculo en el siglo XXI”. “Esto lo dijo –señala Vega Centeno– en el sentido de que para que Lima dé un salto cualitativo como ciudad potente dentro del escenario latinoamericano, tenemos que ver cómo todos aquellos actores que han vivido informalmente pueden ser rentables dentro de un escenario con mejores condiciones de operación, porque la informalidad existe a costa de no solo de bajos empleos, sino también de malas condiciones laborales y establecimientos precarios, lo que significa una bomba de tiempo”.

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