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Informe PuntoEdu: "Millennials", la generación del milenio

Los llaman «millennials» y ya muchos se han apresurado en clasificarlos, encasillarlos y medirlos. ¿Qué tanto sabemos y qué tanto creemos saber de la generación nacida entre 1981 y 2000? ¿La opinión pública y los medios emiten juicios justos sobre ellos? ¿Quiénes son realmente? Estudiante de la PUCP, ¿quién eres?

  • Texto:
    Rollin Cafferata

«La hora del relevo se acerca”, cantaba, en escenarios demacrados y detrás de una guitarra eléctrica, Daniel F. a inicios de los noventa. Diez años antes, Jorge González, líder de la banda Los Prisioneros, escribió un himno generacional con el mismo ánimo reivindicativo al sur del continente. Los jóvenes latinoamericanos llamaban a una insurgencia precipitada por un férreo y pertinente deseo a despojarse de los moldes anacrónicos que buscaban definirlos.

Por aquel entonces, los habitantes de los países de occidente, aquellos cuya adolescencia estuvo signada por la gestación de la caída del muro de Berlín, el descubrimiento del VIH y la (aún) tímida aparición de Internet, fueron denominados como Generación X. Sobre ellos se dijo mucho, entre otras cosas, que no respetaban la moral tradicional, mostraban un mínimo respeto por la ley y solían ser, en su mayoría, holgazanes, reacios a la vida laboral y a la construcción de una familia. Los estereotipos jugaron una peor pasada a los baby boomers, hijos de los que vivieron el transcurso y final de la segunda guerra mundial. El hippismo, el auge del rock, el consumo de alucinógenos y la proclamación de la paz como filosofía preferible de vida marcaron su época. Así también lo hicieron, sin embargo, los activistas en contra de la guerra de Vietnam, como Martin Luther King y los Beatles.

Hoy, los nacidos entre el 1981 y 2000 son también objeto de (pre)juicios a manos de las generaciones predecesoras que conviven con ellos. Lejos de un interés académico o mediático por comprender las formas de pensar y actuar en términos sociopolíticos y económicos de los Millennials o Generación Y (salvo destacables excepciones, como el filósofo y escritor italiano Alessandro Baricco), prevalece una actitud planteada desde el absurdo razonamiento “todo tiempo pasado fue mejor”. Pero, ¿cuáles son, en concreto, estos prejuicios?

Ni políticos ni cívicamente comprometidos

Bajo el título “The Me Me Generation”, la prestigiosa revista estadounidense Time publicó, el pasado 9 de mayo, un artículo en el que se cuestionaba el poder de los Millennials de “cambiar el mundo”. Lo que más llama la atención, sin embargo, es su manifiesta pretensión de globalizar sus conclusiones: “Todos los Millennials son diferentes de acuerdo con su país de origen, pero debido a la globalización, la exportación de la cultura occidental y la velocidad del cambio, los Millennials de todo el mundo son más similares entre sí que las generaciones anteriores”.

Si bien se apoyan en opiniones de reputados expertos y resultados de sondeos para describir las características de la Generación Y, es muy difícil ser concluyentes al respecto. Por ejemplo, aseveran que el colectivo en cuestión no participa activamente en política y presenta un bajo compromiso cívico. En el caso peruano, al menos, es evidente que aquello escapa de la verdad. “No hay, es cierto, una opinión política tradicional que implica una marcha organizada desde la militancia en partidos, que es algo que todavía ocurre pero a una escala mínima. Sin embargo, es probable que los jóvenes nunca hayan hablado tanto de política como ahora y de cosas tan claras como, por ejemplo, el matrimonio gay. Antes, ¿cuánta gente tenía acceso a este tipo de debates? Esto solía ser una prerrogativa de cierta clase media, ahora no”, explica Marco Sifuentes, periodista y estudiante de la Maestría en Ciencia Política y Gobierno de la PUCP.

Las redes sociales han abierto nuevos espacios de diálogo que, al margen de los esquemas tradicionales, propician una interacción más plural e, incluso, más informada. “Ahora, la gente dicta lo que se quiere hablar a través de las tendencias en Twitter. La llamada Primavera Árabe, por citar un caso, fue creada en Facebook. No subestimemos su poder”, agrega, por su parte, el Lic. Diego Peralta, docente del Departamento de Comunicaciones y editor web de América Noticias. Pensar en el ejercicio de la ciudadanía en escenarios poco probables en nuestra época es incidir en una necedad.

“No creo que esta generación no participe, creo que lo hace de otras maneras. Sin embargo, no debemos desconocer que son sujetos que crecieron en un contexto social en el que se vio la caída de los grandes discursos de las décadas anteriores, que apuntaban a la revolución política y una nueva forma de concebir la participación. Sin duda, son hijos de una época marcada por la democracia, por el individualismo posmoderno y por los medios de comunicación como formadores de opinión y subjetividad. Creo que las categorías para pensar el activismo en este contexto no pueden desconocer el potencial de las redes sociales”, destaca Natalia Zlachevsky, antropóloga social y profesora de la Universidad Nacional de Moreno (Argentina).

En la misma línea, la Mg. Rocío Trinidad, docente de la Maestría en Antropología Visual, opina que “afirmaciones como ‘no participan’ implica medirlos tomando como parámetro, exclusivamente, la forma de participación tradicional, lo que excluye las nuevas formas tales como convocatorias a movilizaciones por redes sociales e intercambio de ideas a través de posts y memes. No es posible dar un juicio de valor sobre cuál es mejor o peor, son diferentes y funcionan. Por eso, sostengo que la participación política actual es híbrida y estratégica. Por ejemplo, los sindicatos, como el SUTEP y AIDESEP, tienen páginas web, y las usan para representarse, presentarse, informar y convocar a movilizaciones, lo que no significa que dejen de hacer plantones”.

Lee el informe completo en la edición impresa de PuntoEdu N° 288 (2013)

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