Documental de egresado PUCP se presentará en festivales de cine internacionales
“El último caso”, dirigido por Fernando Torres Montoya, narra una historia de desaparición forzada durante los años 1980-1992 en el Perú. En octubre, el documental se presentará en el Ionian International Digital Film Festival (IIDFF) de Lefkas (Grecia) y en el Primer Festival Internacional de Derechos Humanos y Cine de Caracas (Venezuela).
Texto:
Luis Yáñez
Quizá en el último lugar donde esperaba encontrar su nombre era en los créditos de una producción audiovisual. Sin embargo, Fernando Torres, egresado de la Facultad de Derecho de la PUCP, estrenará este mes su primer documental, en el que relata su encuentro con José Lluya y cómo este hecho cambió la vida de ambos para siempre.
Al norte de América
Luego de culminar su carrera en el año 2003, Fernando laboró como asesor en diversas instituciones del sector público y como docente en universidades del interior del país. Su interés por la defensa de los derechos humanos lo llevó a Costa Rica y Cuba, donde fue becario de programas en la materia. A su retorno, estudió en la Maestría de Derechos Humanos de la PUCP, hasta que en el 2009 decidió radicar en Vancouver junto con su esposa.
“Me fui porque tenía una curiosidad insaciable de conocer otros lugares y porque lo que vi en las provincias peruanas me enseñó que algunas cosas no van a cambiar. Estaba decepcionado de ser un abogado que se enfrentaba a monstruos invencibles”, rememora Fernando. Actualmente, se encuentra realizando una pasantía en The Native Courtworker and Counselling Association en la Corte Provincial de British Columbia, donde labora a favor de la población indígena norteamericana.
Desaparecidos sin rastro
Su trabajo como asesor en la Defensoría del Pueblo (DP) lo llevó a vivir tres años en provincias, en los que estuvo atendiendo casos de derechos humanos en las zonas más pobres y golpeadas del país. “Ese fue un punto de quiebre en mi vida porque conocí una realidad que la mayoría de limeños había invisibilizado. Las consecuencias de la guerra interna no han terminado y es un tema pendiente para el Perú. Aún hay miles de desaparecidos y familias que esperan que el Estado los apoye en la ubicación de fosas comunes, exhumación y sepultura de sus seres queridos”.
José Lluya es uno de ellos. En 1987, unos encapuchados irrumpieron en su hogar (ubicado en las alturas de Huánuco) y se llevaron a su padre y sus tíos. Esa fue la última noche que los vio con vida. Durante los siguientes 15 años, se dedicó a buscar sus cuerpos para enterrarlos y por fin cerrar este capítulo triste, a pesar del olvido y la indiferencia de las autoridades. Sus historias se cruzaron en el 2005, cuando José se acercó a la oficina de la DP en Huánuco en busca de ayuda. Fernando quedó conmovido con su historia: “Para mí, fue una lección muy grande de fortaleza y dignidad”, recuerda. Actualmente, José vive en Verona (Italia), donde ha formado una familia. Aún mantiene una comunicación frecuente con Fernando, a quien considera su amigo. “Él reconstruyó su vida a partir de la ubicación de sus familiares, ese es un derecho que todas las familias víctimas de la violencia merecen sin excepción”.
El último caso
La idea inicial de Fernando era hacer un video sobre este caso que le sirviera para mostrar cuál fue la situación de los derechos humanos en el Perú en espacios académicos de Vancouver. Sin embargo, luego de proponerle la idea a una productora rumana comprendió que realizar un documental implicaba una fuerte inversión de dinero.
Sin presupuesto pero con mucha determinación, comenzó a escribir el guión de su proyecto. Cuando lo culminó, presentó su idea a la productora brasileña-canadiense Orbes Film y su director, Dimitri Kozma, aceptó la propuesta. “Él fue el encargado de plasmar en la pantalla la visión que yo tenía rudimentariamente escrita en el papel. Jamás trataría de reemplazar el trabajo de un director, pero las circunstancias me empujaron a hacer las cosas por mí mismo”, recuerda.
Para financiar el documental de quince minutos, Fernando utilizó sus ahorros y contó con la ayuda de muchos amigos. Por ejemplo, la música original fue compuesta por René Hugo Sánchez, músico peruano víctima de la violencia. Júlio Samico se encargó del sonido a un precio razonable. Una traductora colombiana lo subtítuló por US$ 50 dólares porque le gustó el proyecto. Incluso él mismo Fernando se encargó de crear la música instrumental con percusión peruana.
Tras cinco meses de labor, “El último caso” se terminó de editar en mayo. Por sugerencia de Dimitri, postularon a diversos festivales y fueron admitidos en el Ionian International Digital Film Festival (IIDFF), a realizarse del 9 al 12 de octubre en Lefkas (Grecia), y en el Primer Festival Internacional de Derechos Humanos y Cine de Caracas (Venezuela), programado del 24 de octubre al 1 de noviembre. “Ha sido una hermosa sorpresa. Hemos recibido invitaciones de otros festivales y esperamos que el 2014 se pueda proyectar en los festivales de verano de Canadá. Es una historia que merece ser vista”.
En la foto: Júlio Samico, Fernando Torres y Dimitri Kozma.
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