En 1939, el pintor y vitralista austríaco Adolfo Winternitz tomó un barco de Génova al Callao. En el viaje, ideó un método de enseñanza artística. “Hacer un aprendizaje que, por un lado, llevara al alumno a la creatividad y, por otro, cuidara con severidad el aprendizaje de las formas artísticas y técnicas”, detalla en su libro Memorias y otros textos.

Cuando arribó a Lima se enteró de que la academia de arte que le habían dicho que aquí funcionaba no existía. Afortunadamente, trabó amistad con el intelectual Víctor Andrés Belaunde, quien le presentó al padre Jorge Dintilhac, rector de nuestra Universidad.

De esta manera, Winternitz dictó el primer curso de arte, en agosto de 1939, en un salón del Centro de Estudiantes de la Universidad Católica. La buena acogida hizo que al siguiente año funde la Academia de Arte Católico, que en 1953 pasó a ser la Escuela de Artes Plásticas y en 1969 se mudó al Fundo Pando.

Los docentes del Departamento de Arte y Diseño que fueron sus alumnos lo recuerdan: “Él nos enseñaba a tomar el arte como una manera de vivir”, señala Cecilia Chávez. Alejandro Alayza dice: “Nos mostró que el artista requiere tener una disciplina muy rigurosa y también ser muy libre”. Por su parte, César Campos acota: “Fomentaba que el alumno sienta el movimiento del cuerpo, y lo exprese en trazos y líneas”. Además de ellos, otros notables artistas como Fernando de Szyszlo, Julia Navarrete y Anna Maccagno pasaron por sus clases.

Uno de los cursos que Winternitz dictaba era Integración de las artes, donde incentivaba la complementariedad entre las disciplinas. El docente del Dpto. de Arte y Diseño Mg. Rhony Alhalel recuerda: “Nos conminaba a entender cómo este mundo fraccionado requiere del ejercicio de la integración”. En ese sentido, la Dra. Veronica Crousse, decana de la Facultad de Arte y Diseño, señala: “Winternitz tuvo la visión de ampliar las posibilidades formativas de la Escuela, donde creó las especialidades de Escultura, Grabado, Diseño Gráfico y Diseño Industrial. Además, dotó a estos estudios disciplinares de los fundamentos visuales y espaciales comunes, que se imparten en los Estudios Generales de Arte”.

En 1984, la Escuela pasó a ser Facultad y Winternitz fue elegido como decano. Su labor no se limitó a fundar un centro de enseñanza, sino a hacer que creciera. “El prestigio que obtuvo esta facultad de arte hizo que la misma PUCP tuviera mayor reconocimiento y se dejara de ver a los pintores como outsiders”, comenta Alayza.

En el 25 aniversario de su fallecimiento, la visión artística e integradora de Winternitz y el método que ideó siguen vigentes. “Tal vez esta facultad sea su obra creativa más importante, de más largo aliento, y que ha influido de manera fundamental en el desarrollo del arte moderno y contemporáneo del país”, considera la Dra. Crousse.