¿En qué consiste una bancarrota?

En este caso, la empresa se declaró insolvente por su cantidad de deudas. Cuando una empresa no vende, sobre todo en una coyuntura turbulenta como la actual, se produce este tipo de fenómenos: la quiebra y la posible reabsorción por parte de una empresa más grande.

La crisis mundial está redefiniendo la cartografía económica…

Sí. Dentro de esta crisis, las automotrices han sufrido bastante en Estados Unidos y, al mismo tiempo, se ha consolidado la japonesa Toyota.

¿Cuáles son las causas?

La General Motors no se ha podido mantener en el tiempo porque ha invertido de manera errónea. Por ejemplo, lanzó automóviles muy grandes, con un enorme gasto de gasolina, mientras que Toyota apostó por autos híbridos, con uso eficiente de energía. En un contexto en el que se promueve la conciencia ecológica y hay escasez de recursos, General Motors ha perdido terreno. La industria automotriz norteamericana ha sido subsidiada por el Estado con aranceles para evitar la entrada de autos japoneses. En una competencia de igual a igual, las preferencias se inclinarían por los autos nipones, que son más baratos, eficientes y duran mucho más. En efecto, la principal responsabilidad de esta bancarrota la ubicaría en el Gobierno norteamericano, por tratar de mantener -a través de subsidios- una industria automotriz ineficiente.

¿Por qué el gobierno norteamericano insistió en sus esfuerzos por mantener esta industria?

En ese sector se concentra la mayor cantidad de obreros, es decir, el americano promedio, de la clase media, que puede acceder a una casa, a un auto y llevar a sus hijos a la universidad.

¿Esto explica que el Gobierno de Estados Unidos tome un rol protagónico en la reestructuración de la empresa?

Así es, esto se da por el tema del empleo y su incidencia en una capa gruesa de la población norteamericana. En este caso, el Gobierno de Estados Unidos asumiría el control para luego vender la empresa a una más grande, pues el Gobierno no puede mantener por sí solo a una industria de esa magnitud. Este es un intervencionismo necesario, pues gran parte de la población se encuentra comprometida. Para imaginar mejor el escenario, hagamos una analogía: la industria automotriz en Estados Unidos corresponde al sector de las pymes en la economía peruana.

Entonces el impacto de esta quiebra es altísimo…

Definitivamente. Mucha gente ha perdido o está perdiendo su empleo. Para que te hagas una idea, podría incidir en un dos o tres por ciento, aproximadamente, en el nivel de desempleo de los Estados Unidos, que ya está en un 10%.

¿Qué consecuencias trae esto fuera de las fronteras de Estados Unidos?

En primer lugar, se podría acentuar más la crisis, pues se podría generar mayores pérdidas de producción y el producto bruto interno de EE.UU. se deterioraría aún más. Si antes se vislumbraba un hoyo y, en los últimos días, cierta recuperación, ahora el hoyo aparece más grande y profundo, y la recuperación se anuncia lenta. Si hablamos del Perú, para marzo del 2010 ya hay pronósticos de PBI de cero por ciento o negativo.

Estados Unidos ya está pasando por una recesión (dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo). Los países de Europa también y nosotros ya estamos experimentando las consecuencias.

Eso de que el Perú se mantiene indiferente a la crisis, como ubicado en otro planeta, no se acerca mucho a la verdad…

Es una ilusión. Tenemos un rezago, es decir, si estuvimos creciendo 10% cuando las economías desarrolladas estaban empezando a caer, ahora empezamos a sentir los efectos de esa caída. Y este rezago es peligroso ya que, cuando estas economías se recuperen, nosotros vamos a seguir de bajada. Esto puede tomar uno o dos años y, pensemos, si con este Gobierno se ha crecido 10% y ha habido tensiones sociales, cómo será en un contexto de contracción económica y alto nivel de desempleo.

Entrevista: Pablo Torrejón
Foto: Guadalupe Pardo