Las diversas formas del totalitarismo, las revoluciones o las relaciones de poder han sido objeto predilecto de sus investigaciones y de su mirada crítica.

La filósofa alemana Hannah Arendt (1906-1975) es reconocida en la actualidad como una pensadora original y polémica, y su compleja obra sigue siendo fuente viva de inspiración y terreno de debate para las más diversas corrientes de pensamiento.

Arendt ha sido considerada como una filósofa de los orígenes, ya que gran parte de su obra se ha orientado por el intento de analizar y explicar el surgimiento de fenómenos sociales que marcaron radicalmente el curso y la comprensión de la sociedad moderna. Así, las diversas formas del totalitarismo, las revoluciones o las relaciones de poder han sido objeto predilecto de sus investigaciones y de su mirada crítica.

A la base de todas estas indagaciones se halla el deseo, legítimamente filosófico, de descubrir lo que entraña la condición humana. Así, será la capacidad de acción lo que defina con mayor precisión el modo típicamente humano de estar en el mundo. Un mundo que responde al hecho de la pluralidad y a la correspondiente capacidad de las personas de adoptar permanentemente nuevas perspectivas y transformarse en el contacto con los demás.

El reconocimiento de dicha pluralidad de perspectivas se encuentra a la base del respeto mutuo, del diálogo y de la inclusión. En otras palabras, de todo aquello implicado en la idea de la convivencia pacífica y de la vida democrática. Solo esta apertura al otro es lo que podría evitar que nos quedemos encerrados en nuestra propia subjetividad y que, desde esta, queramos imponer nuestra visión del mundo y dotarlo así de la apariencia de objetividad y de lo inmutable, inevitable o necesario.

La capacidad humana de creación, de poder siempre iniciar algo nuevo de modo espontáneo por medio de la acción consensuada, permite también combatir dicha tendencia totalitaria. Esta posibilidad de renovación permanente que resulta de la pluralidad y del encuentro de las personas impide, pues, todo estancamiento de la sociedad y le reconoce al mundo humano su verdadero ser: la capacidad de transformarse y determinarse a sí mismo mediante el actuar libre.

Aquella fuerza creadora del mundo social es llamada por Arendt “poder”, concepto que desde los inicios de la Filosofía ha jugado un papel fundamental en la explicación de las relaciones sociales y que en las últimas décadas ha comenzado a cobrar una importancia creciente en las investigaciones acerca de los conflictos sociales y fenómenos como la exclusión y la dominación.

Muchos de los temas que caracterizan el pensamiento social y político de Hannah Arendt representan los puntos de reflexión y discusión del ciclo de conferencias: “Hannah Arendt y la condición humana”. Este ciclo forma parte de los “Lunes filosóficos”, evento coorganizado anualmente por el Centro de Estudios Filosóficos de la PUCP y el Instituto Goethe.

Este año el ciclo se inició el día 19 de marzo con la conferencia de la profesora Rosemary Rizo-Patrón “Hannah Arendt, ¿Lectora de Husserl?” A esta le siguieron las conferencias de los profesores Ciro Alegría y Miguel Polo, quienes se encargaron respectivamente de “Los orígenes coloniales del totalitarismo” (26 de marzo) y de “El valor ético y pedagógico del concepto de natalidad de Hannah Arendt” (2 de abril).

El ciclo continuará los días 9, 23 y 30 de abril con las conferencias de los profesores Pepi Patrón (“Hannah Arendt: la dimensión política del juicio”), Gianfranco Casuso (“El concepto de poder y la crítica social”) y Adriana Añi (“La identidad esquiva y el poder de la memoria”).