¿Cuál es la percepción actual en EE.UU. de la literatura latinoamericana?

Cuando comencé a escribir había un tropicalismo. Palmeras, calor, había ciertas cosas que todavía había que tener en cuenta. Algunos de estos temas sí son interesantes para mí. Por ejemplo, escribo sobre inestabilidad, violencia política y cómo encajan con la idea de Latinoamérica. Pero otros escritores, como Mario Bellatin, no encajan tanto. Creo que algunos escritores de mi generación, como Samantha Schweblin, la habrían encontrado muy difícil hace 10 años. No obstante, el éxito crítico de la publicación de escritores como Alejandro Zambra en Estados Unidos demuestra que ya hay un cambio de perspectiva de lo que es el escritor latinoamericano y de lo que es posible con la literatura latinoamericana. Algo más íntimo, menos realista, menos surrealista, más lúdico, y lo político se muestra de manera muy sutil. Esos detalles que describirían la obra de Zambra, también describen a muchos de los autores que han venido con él, como Valeria Luiselli, Alvaro Enrigue, la misma Samantha Schweblin.

Después de tantos temas abordados, ¿qué temas quedan pendientes?

Tengo varios temas y varios trabajos. Además de ser escritor, soy el productor ejecutivo de Radio Ambulante. Manejo la parte editorial de este proyecto que no es peruano ni estadounidense, es un proyecto latinoamericano. Al asumir este trabajo, he entendido que mi papel requiere una visión muy amplia de la región y estar al tanto de lo que está pasando. Eso ha sido muy interesante porque es educación para mí. Nunca he estado en Honduras o en Cuba, sin embargo, hemos producido historias sobre estos países, de la mano de productores y periodistas locales.

¿Cuál es tu rol en Radio Ambulante?

Soy productor ejecutivo, tengo que trabajar con la productora, con mi editora para que esa historia salga bien en términos de coherencia narrativa. Así, alguien que no es experto en el tema pueda entenderlo y disfrutarlo. También debo aprender del tema para poder simplificarlo, a parte de supervisar todo la producción técnica, de sonido, musical, etc. Es un trabajo intelectual muy interesante. Hasta te emocionas cuando pasas días en un tema que no conocías, con historias en países o en zonas en los que nunca he estado. Es un proceso de aprendizaje constante.

¿Cuál es tu compromiso con el público?

Mi pacto con el lector es no aburrirlo. La ética profesional que tengo es que si alguien toma un libro mío, espero que quiera seguir leyendo. Si no quiere, entonces fracasé en mi trabajo. No significa que trato de escribir thrillers, cosas súper comerciales o una escena de sexo en cada página. Hay muchas maneras de entretener. Como escritor trato de escoger bien para que te entretengas, aprendas, te conmuevas con los personajes, para que te adentres en la historia y puedas olvidar tus problemas en el proceso de lectura. Por eso vamos al cine o vemos una serie de Netflix por 4 horas seguidas. Finalmente, uno está compitiendo con la distracción y con los problemas del mundo.

Sin embargo, a veces escribimos completamente de espaldas al público para satisfacer a un círculo más pequeño y cerrado.

Es muy difícil pensar en ese público. Particularmente trato de ser yo mismo, sé seguir mi voz tanto en radio como en literatura. Trato de encontrar las historias que a mí me fascinan. Siempre he pensado que si uno la está pasando bien escribiendo, el lector la va pasar bien leyendo. Ese pacto es tan profundo y natural que no lo tengo que pensar. En las novelas no estoy pensando en el lector imaginario. Yo sé que mi meta es no aburrir al lector, pero la primera persona a la que no debo aburrir es a mí.

PARA QUÉ VINO

Eventos: 3er Festival de la Palabra PUCP
Organizado por: Centro Cultural PUCP

El Perfil

Nombre: Daniel Alarcón