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PUCP, autonomía universitaria y derecho de propiedad

  • Bernardo Kliksberg
    Padre de la gerencia social. Asesor especial de la Dirección de Políticas para el Desarrollo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)

Esas confusiones y sofismas también vienen afectando la vida y prestigio de una comunidad

El Oscurecimiento viene entorpeciendo el vuelo y la visión de altura del Derecho, indispensable a la vida civilizada

Mucha agua, casi un torrente, viene corriendo en torno a un conflicto de orden jurídico, que por la dialéctica de los acontecimientos y de los hechos ha devenido en más, especialmente por la irrupción de apreciaciones equivocadas respecto de la identidad y la vida de la PUCP y de su relación con la Iglesia Católica. Pero como suele suceder, los torrentes no siempre son claros e incoloros, especialmente cuando se dirigen a conquistar, agitando banderas de reconquista, una plaza fuerte vehementemente deseada. No en vano alguna o algunas de las placas tectónicas, ciertamente existentes en el subsuelo social, han acelerado e intensificado sus presiones y movimientos hasta estallar en humos cargados de partículas de diversa envergadura y significación: algunas previsibles, dados los antecedentes, otras más bien sorprendentes por su dirección e intensidad, solo explicables como recurso estratégico para tratar de justificar un reclamo, más bien subjetivo y poco realista.

Un reclamo de intervención, inicialmente en asuntos patrimoniales –la herencia Riva-Agüero– de una universidad correcta y de bien ganado prestigio como es la PUCP, lanzado al viento por varias personas de las que habríamos esperado mejor juicio y no menor buena voluntad. Esos humos, análogos a los que han oscurecido hace poco el cielo europeo y sudamericano, entorpecen la visión y, en algunos casos, alteran y desorientan a interlocutores menos críticos, mal o insuficientemente informados.

Pero lo más grave es que aquí y ahora el oscurecimiento viene entorpeciendo el vuelo y la visión de altura del Derecho, indispensable a la vida civilizada. Tanto es así, que ciertas decisiones jurisdiccionales y la atmósfera en torno que respira la opinión pública parecen no provenir de la mejor comprensión de los hechos, de sus significaciones y sus posibles consecuencias en el complejo desarrollo social del país, necesitado de apertura crítica a las variadas formas y matices del pensamiento. Posibles consecuencias, no para intereses mezquinos o parcializados –como se ha llegado a decir–, sino para los intereses públicos de la educación y la vida intelectual del país, entendidas dentro de los supremos valores de apertura a la libertad en la búsqueda del perfeccionamiento humano, que la propia Iglesia Católica preconiza. Ciertas confusiones y sofismas multiplicados endógenamente como en espejos paralelos, de hecho han empezado a dañar, más gravemente de lo que parece, la vida real del Derecho, ya cuestionada en el Perú, en el orden sustantivo y el procesal, lo que no es poca cosa, porque afecta las garantías fundamentales que cimentan la vida y los derechos de todos los peruanos. Pero esas confusiones y sofismas también vienen afectando la vida y prestigio de una comunidad universitaria ordenada y digna, dedicada junto a otras universidades a la más que difícil tarea de construir y formar seres humanos, mentalidades críticas, libertades responsables y criterios no enajenables al llano y simple poder, el que fuere, tarea que es uno de los mejores servicios que puede prestarse a la nación integralmente considerada y a la cultura.

Universidad paralelamente dedicada con amplitud de visión al cultivo de las ciencias humanas, de la ciencias sociales y de las ciencias físico-matemáticas, así como del desarrollo tecnológico; y de la proyección social de ese saber, dirigiéndolo también a la solución de problemas de la realidad inmediata del país. Universidad paralelamente dedicada con amplitud de visión al cultivo de las ciencias humanas, de la ciencias sociales y de las ciencias físico-matemáticas, así como del desarrollo tecnológico; y de la proyección social de ese saber, dirigiéndolo también a la solución de problemas de la realidad inmediata del país.

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