¿Erradicar la coca o la pobreza?
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Miguel Hadzich
Coordinador del Grupo de Apoyo al Sector Rural (GRUPO-PUCP)
La coca es un cultivo sostenible y por lo tanto nunca desaparecerá en los actuales valles cocaleros.
Estos últimos días, nuevamente y como sucede cuando cambian en el Perú a alguna autoridad antidrogas, reviven los debates sobre si erradicar o no las plantaciones de coca. En este escrito, no quiero centrarme en las varias mafias que existen sobre el tema y en las que parecen estar involucrados un sinnúmero de personajes, desde políticos, jueces, policías, militares y por supuesto, también, periodistas. ¿Por qué tanta gente? Pues porque hay mucha plata de por medio y mientras sea así, los interesados abundarán.
No quiero hablar sobre la parte antropológica que presenta a la coca como una planta sagrada de los incas, ni abundaré sobre las excelentes propiedades medicinales que hacen que la coca sea indispensable para trabajar en duras condiciones de trabajo, razón por la cual los indígenas de altura las usan diariamente.
Tampoco hablaré de las ya probadas propiedades medicinales ni de la satisfacción que debe dar a los que la consumen en forma de cocaína en los bolsones de riqueza repartidos por el mundo y desde los cuales no se hace nada efectivo por erradicar su consumo. Obviamente porque también deben estar involucrados políticos influyentes y no pocos millonarios.
Quiero hablar sobre la coca misma y sus implicancias en la vida de las familias que tienen la planta de coca en sus chacras. Primero conozcamos algo de la coca desde la visión de un pequeño agricultor. En una pequeña parcela de terreno que tengo, crecen varias plantas de coca. Jamás las planté, pero están allí por lo menos desde los tiempos de mis abuelos. No he podido eliminarlas y aquí lo explico. La coca es un pequeño arbusto que puede llegar hasta 2 m pero que los mantienen en 1 m para poder cosecharlas mejor y que cada cierto tiempo produce semillas color rojo. Estas semillas fácilmente se desarrollan y crecen en cualquier lugar que caigan. La coca crece en cualquier tipo de tierra, buena o mala y hasta en las pendientes más pronunciadas. Es decir, la coca crece en aquellas tierras que al agricultor no le sirven para nada. Es perfecta para los sitios malos. La coca necesita calor y agua, pero aguanta las sequías y crece saludablemente en las zonas tropicales junto a los cafés, tés, naranjas, mandarinas, cacao, piña, plátanos, etc. Convive con ellos sin afectar su producción y sin quitarles espacio, o sea uno puede poner su planta de coca en el jardín y esta vivirá feliz sin estorbar ni quitarle tierra o espacio a las otras plantas. Además produce todo el año y tiene frutos muy bonitos. Desde un punto de vista ornamental, cualquiera podría tener su plantita de coca en el jardín. Además, la hoja es buenísima contra el dolor de estómago y el soroche o mal de altura. Por eso la hoja de coca es una bendición para cientos de miles de turistas que visitan el Cusco.
La coca es prácticamente indestructible y es tragicómico observar algunos planes de erradicación. Las queman o las machetean con saña y odio, pero pasado un tiempo corto, la coca vuelve a salir, más joven y más poderosa. Si quieres eliminarla definitivamente, la tienes que sacar de raíz, pero asegurándote que no hayan caído sus semillas, porque estas se multiplican fácilmente. Después de arrancarlas de raíz las tienes que quemar. A diferencia de casi todas las demás plantas, si la vuelves a sembrar, crece de nuevo y parece inmortal. Recuerdo muy bien un escándalo de hace años cuando las trataron de eliminar con veneno químico, el spike, herbicida que soltaban desde avionetas o helicópteros. Al comienzo parecieron tener éxito con la erradicación, pero ¡oh descuido! también mataron todas las plantas que estaban a su alrededor, tales como frutas y otros productos. En esos lugares la tierra todavía no se recupera y la gente del lugar sigue más pobre y odia a los que lanzaron el herbicida. El mayor efecto del veneno fue crear un buen caldo de cultivo para el terrorismo.
Quiero hablar sobre la pobreza y el abandono de los habitantes que viven en esas zonas donde la coca es su asegurada salvación económica. Ellos son la mayoría de las personas que viven en los sitios tropicales que ahora están en discusión pública (Huallaga, VRAE, Tocache, etc.). La coca es para ellos un producto seguro. Es dinero en efectivo, es su tarjeta de crédito, pero sin banco que te cobre intereses por ello. Es su caja chica, porque sólo tienes que cosecharla cada cierto tiempo y no tienes que gastar en abonarla (la coca no la necesita y por lo tanto no gastas dinero), no tienes que cuidarla porque ni las plagas las afectan, o sea tampoco gastas en insecticidas. Además, crece en cualquier lado. El precio de la hoja siempre está alto. Cada vez sube más y siempre puedes venderlo cerca y al contado, es tu dinero en el bolsillo, es tu salvación frente a los apuros. Es como tener una gallina y vivir de los huevos. ¿Por qué tendrías que matarla? Serías muy estúpido en hacerlo y los agricultores de estos valles no lo son. Te dicen que por ética debes erradicarla porque se convierte en cocaína y mata a los hijos de los ricos en los países industrializados. ¿Pero alguien se preocupa por los hijos de los peruanos que viven allí y que no tienen futuro, que no tienen colegio cerca, ni postas de salud, ni ninguna de las comodidades de los que vivimos en la ciudad?
Si tú lector, compras videos pirata, ten la seguridad de que si fueras uno de ellos, no sacarías tu coca para plantar naranjas o piñas o los llamados cultivos alternativos. Menos aún si estos cultivos pueden convivir con tu coca. Peor aún cuando los precios de los cultivos alternativos varían como en la ruleta rusa, al vaivén de los lejanos mercados internacionales y siempre resulta que cuando estás en un mal momento, los precios están por los suelos. Les doy alguna idea de los precios actuales de algunos cultivos alternativos: 100 naranjas o mandarinas a 3 soles. 100 paltas a 20 soles. El té está en su peor momento y del café no se puede confiar. Los otros cultivos están peor. Y esos precios valen si tienes la suerte de que tus cultivos no hayan sido atacados por la mosca de la fruta u otras plagas. La gente del lugar usa los cítricos, los paltos y plátanos sólo para comerlos allí en casa y no para comercializarlos, simplemente porque no son cultivos rentables. Además, los tienes que comer apenas estén maduros porque si no se malogran inmediatamente. Por otro lado, la coca la puedes guardar mucho tiempo sin problemas. En pocas palabras, no hay comparación posible cuando se evalúan los aspectos técnicos, económicos, sociales, ambientales e incluso políticos. La coca es un cultivo sostenible y por lo tanto nunca desaparecerá en los actuales valles cocaleros.
Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Debemos aprender a obtener provecho de nuestra coca. Necesitamos trabajar el tema en nuestros laboratorios de investigación para descubrir cómo aprovechar las propiedades medicinales de la coca. Pongamos a nuestras mentes más brillantes a estudiar las distintas variantes del tema. Así como la energía nuclear sirve para hacer bombas y para generar electricidad, descubramos que de la coca pueden obtenerse tanto productos dañinos como productos benignos. Enfoquémonos en cómo sacarle provecho a lo bueno de la coca. Otros países no lo van a hacer por nosotros. Hagamos medicinas que ayuden en la lucha contra el cáncer, contra el dolor, contra el cansancio, hagamos más productos como la Coca Cola, más derivados industriales de la coca, licores, caramelos, etc. Compremos la coca a los más pobres, empadronémoslos a todos para que no se sientan delincuentes y perseguidos, y recordemos que son gente cuya única esperanza en casos de enfermedad o apuro es vender su coca, esta coca que es el mejor producto que la naturaleza les regala en esas zonas y que Dios no la puso allí para que la erradiquen.
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