Una mirada comprensiva y una sonrisa franca recibe a todo aquel que se encuentra con el monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima: desde sus feligreses y alumnos de la PUCP hasta el mismo papa Francisco. La última vez que Castillo vio al Sumo Pontífice fue en octubre pasado y, según refiere el mismo arzobispo, mandó un saludo al Perú en clave de esperanza. “El papa dijo que debemos ser un país que aprende a escuchar y a comprenderse. Ese es el camino, esa es la ruta”, comentaba emocionado luego de ese encuentro. Y son esas palabras las que describen el camino de fe del monseñor Castillo.

Un joven Carlos Castillo, de 18 años, eligió la carrera de Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1968. Fue en esa trayectoria académica que decidió el gran siguiente paso, los estudios eclesiásticos. El monseñor recuerda que esa decisión pudo ser distinta. «Tuve que elegir entre ser sacerdote o ser músico. Pero al final fue la música de la poesía bíblica la que escogí», dice con nostalgia en una conversación con el padre Gastón Garatea.

La PUCP, donde se unen la fe y la razón

“El padre Castillo es un hijo más de nuestra Universidad”, decía Juan Bytton, S.J. excapellán del Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU) cuando se hizo oficial la designación del arzobispo. En efecto, Castillo y la PUCP tienen una relación casi tan antigua como la que tiene como sacerdote. En 1987, hace 35 años, empezó a enseñar en sus aulas y actualmente es profesor principal del Departamento Académico de Teología. En los dos últimos años, su curso «Revelación de Dios en la Historia» en Estudios Generales Ciencias ha revivido el interés por la espiritualidad de los estudiantes. 

Para el monseñor Castillo, la PUCP es una institución importante en el país no solo por ser una de las más sólidas, sino porque puede contribuir a diseñar el proyecto nacional que todos los peruanos anhelamos. Así lo manifestó en sus palabras por el aniversario 105 de la Universidad, pero también lo ha hecho en otras oportunidades en las que ha podido hablar sobre esta casa de estudios. “Somos una universidad actualizada en temas científicos, filosóficos, una muy completa. Tenemos profesores que con sus investigaciones dan luces a los jóvenes”, comentaba hace unos años. 

El gran reto, entonces, era combinar esa mirada racional con la espiritual. Castillo comenta que, tanto para formar una universidad como una iglesia, hay que tener libertad y apertura de mente. “A mí me parece que si explicamos y ayudamos a comprender críticamente la fe, esta no termina reñida con la razón. Al contrario, entra en sintonía con otras formas de razón”, precisa. Ese es el aporte de la trayectoria del arzobispo de Lima.

En medio de la homilía por los 105 años que ha cumplido la PUCP, el monseñor volvió a resaltar el trabajo que ha realizado en estos 35 años de trayectoria eclesiástica y docente. «Fuimos destinados a una misión: la de involucrarnos con los problemas de nuestro país para comprenderlos, reflexionar sobre ellos, y tratar de guiar y educar para que exista una esperanza», dijo con solemnidad. Esa esperanza, sostiene nuestro arzobispo, debe ser la luz que brilla en medio de las tinieblas.