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Líderes que transforman

Víctor Gobitz: "La minería que no respeta el ambiente no está haciendo las cosas bien" 

Con una carrera de más de tres décadas en el sector, el Ing. Víctor Gobitz se ha consolidado como una figura clave en la minería peruana. Formado en la PUCP, donde también ejerce como docente y es presidente de la AEG-PUCP, el CEO de Antamina ha encabezado importantes operaciones mineras, comprometido con la innovación y el desarrollo sostenible.

  • Texto:
    Joana Cervilla
  • Fotos:
    Jorge Cerdán

El camino profesional del destacado ingeniero de Minas Víctor Gobitz es un ejemplo de cómo la formación académica, la experiencia práctica y un profundo sentido de responsabilidad social pueden ser un motor de cambio en la industria minera. A lo largo de sus más de 30 años de trayectoria, y hoy como CEO de Antamina, Gobitz ha liderado diversas iniciativas que buscan integrar a las comunidades y el entorno ambiental en los proyectos mineros, promoviendo un modelo más sostenible y justo para todos.

Desde su infancia en Pueblo Libre hasta su actual posición como presidente de la Asociación de Egresados de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Víctor Gobitz ha mantenido un fuerte vínculo con la Universidad. No solo ha ejercido la docencia (desde los 22 años), sino que su historia personal también está estrechamente ligada a la PUCP: su esposa es ingeniera civil egresada de la misma casa de estudios y sus amigos más cercanos son aquellos con quienes compartió su etapa universitaria.

Gobitz y el inicio de una vocación

El encuentro de Gobitz con la minería no fue planeado. De adolescente se inclinaba por la ingeniería civil. Sin embargo, un evento en su colegio, el Antonio Raimondi, cambiaría el curso de su vida profesional (y personal). “Teníamos charlas vocacionales y fue una sobre minería, dictada por el destacado ingeniero de Minas Celso Sotomarino, la que me hizo cambiar de decisión”, recuerda Gobitz. La presentación fue breve, lúdica y concluyó con una frase que quedó grabada en su memoria: “El ingeniero de Minas es el jefe de todos, del abogado, del médico, del mecánico industrial”. Ese comentario, que comenzó como una broma, fue lo que lo llevó a postular a la Facultad de Ingeniería de Minas de la PUCP.

Una vez en la Universidad, Gobitz encontró un ambiente académico que lo atrapó. En Estudios Generales, compartía clases con estudiantes de diferentes especialidades, lo que le permitió explorar otras áreas antes de comprometerse definitivamente con su carrera. «Llegar a la Facultad de Minas fue encontrarse con un grupo muy pequeño, pero con una calidez familiar”, comenta. La cercanía entre profesores y estudiantes era tal que en algunos laboratorios llegaban a ser solo tres alumnos por clase. Esto permitía una enseñanza personalizada «que era un privilegio», recuerda el ingeniero.

Grandes desafíos

El contexto en el que Gobitz inició su formación también influyó en su visión de la minería. Los años 80 fueron marcados por el terrorismo y la violencia en el Perú. Esto afectaba de una manera particular a las zonas mineras en las zonas altoandinas. «La actividad minera era compleja no solo por los retos técnicos, sino porque se desarrollaba en áreas donde la violencia era visible. El terrorismo robaba explosivos y cometía atentados, lo que sumaba un riesgo adicional a la decisión de seguir esta carrera», recuerda Gobitz.

A pesar de las dificultades, la pequeña comunidad de la Facultad de Minas se mantuvo unida y comprometida con su formación. La calidad educativa de la PUCP y el enfoque personalizado de los profesores ayudaron a Gobitz a obtener prácticas. Así comenzó una carrera profesional en un sector que, en ese momento, parecía muy diferente al actual.

Uno de los momentos más difíciles en su vida ocurrió cuando, con apenas 33 años, asumió el cargo de gerente general de una operación minera subterránea. Durante el fenómeno de El Niño en 1998, la mina que dirigía sufrió una grave inundación debido al desborde de una laguna cercana. «Ese día, la laguna comenzó a ingresar a la mina y no logramos rescatar a seis trabajadores. Estaba en la mina ese día y fue la experiencia más dramática de mi vida», relata Gobitz.

Este evento no solo marcó su carrera, sino que reforzó su convicción de que la minería debe realizarse de manera responsable y respetuosa con el entorno. A lo largo de su trayectoria, Gobitz ha abogado por una visión integral de la minería, en la que las comunidades y el medio ambiente juegan un papel crucial en el éxito de los proyectos. “Si no construyes una solución que incorpore a las comunidades y que sea respetuosa con el ambiente, no estás haciendo las cosas bien”, afirma.

La visión de Víctor Gobitz

Para Gobitz, su paso por la PUCP fue fundamental en la construcción de esta visión. La formación en humanidades que recibió en la Universidad le permitió desarrollar una mirada más amplia y empática hacia los desafíos sociales y ambientales que enfrenta la minería. “Nosotros recibimos una formación que no se limita solo a lo numérico. La Católica nos enseñó a tener una mirada más multidisciplinaria, así como entender que la minería no ocurre en un vacío, sino en territorios que tienen una historia y unos desafíos particulares”, explica.

Víctor Gobitz como CEO de Antamina ha impulsado la creación de empresas comunales. Este modelo permite a las comunidades locales participar activamente en los proyectos mineros y beneficiarse directamente de su desarrollo como contratistas de las minas.

Esta perspectiva ha sido clave en su enfoque de la minería responsable, la cual busca no solo extraer recursos de manera eficiente, sino también generar un impacto positivo en las comunidades involucradas en el área de influencia de los proyectos. Según Gobitz, la relación entre la minería y las comunidades ha evolucionado a lo largo del tiempo. “Antes, las minas entraban a los territorios con el apoyo de la Iglesia y las fuerzas del orden. Se apropiaban de los terrenos y comenzaban a trabajar. Hoy, ese modelo ha cambiado. Ahora buscamos incorporar el territorio en el plan de desarrollo de la mina, generar un corredor logístico y aprovechar el potencial económico del lugar”, señala.

Empresas comunales: un modelo de desarrollo

Una de las iniciativas más destacadas que ha impulsado Víctor Gobitz como CEO de Antamina es la creación de empresas comunales. Este modelo permite a las comunidades locales participar activamente en los proyectos mineros y beneficiarse directamente de su desarrollo. Estas empresas operan como contratistas de las minas, ofreciendo servicios y productos que son necesarios para la operación minera. «Las empresas comunales tienen un tremendo beneficio económico. Por ley no pagan impuesto a la renta, lo que les permite capitalizarse rápidamente”, explica Gobitz.

Si se construyen propuestas que incorporen a las comunidades y respeten el entorno, es posible cambiar la percepción y demostrar que la minería puede ser una fuerza de desarrollo".

Ing. Víctor Gobitz
Presidente de Antamina, y de la Asociación de Egresados y Graduados de la PUCP

Este modelo ha funcionado con éxito en varias regiones del Perú, donde las comunidades han logrado empoderarse y desarrollar capacidades que trascienden la minería. «Comienzan con trabajos de baja productividad, pero con el tiempo aprenden a operar equipos, mantener maquinaria y gestionar sus propios negocios. El impacto es positivo no solo en términos económicos, sino también en términos de capital humano», comenta.

Mirando al futuro: minería y sostenibilidad

Para Víctor Gobitz, el futuro de la minería se encuentra en la sostenibilidad, y en la construcción de relaciones más armónicas con las comunidades y el medio ambiente. A pesar de los desafíos y las críticas que enfrenta el sector, está convencido de que es posible revertir la imagen negativa que muchas veces se tiene de la minería. «Si se construyen propuestas que incorporen a las comunidades y respeten el entorno, es posible cambiar la percepción y demostrar que la minería puede ser una fuerza de desarrollo», sostiene.

A lo largo de su carrera, Gobitz ha demostrado que la minería responsable no solo es una necesidad ética, sino también una ventaja competitiva. Con una formación humanista sólida y una profunda convicción de que la industria debe generar valor compartido, sigue liderando proyectos que buscan un equilibrio entre el desarrollo económico, social y ambiental.

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