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Líderes que transforman

Luis Felipe Delgado-Aparicio: "Si no reducimos las emisiones de carbono en la próxima década, el futuro será insostenible"

Físico Luis Felipe Delgado-Aparicio

Como jefe del Departamento de Proyectos Avanzados en el Laboratorio de Física de Plasma de Princeton, nuestro egresado de Física está enfocado en la búsqueda de una energía limpia para la humanidad. Su exitoso recorrido lo ha llevado desde los laboratorios de la PUCP hasta los reactores más avanzados del mundo, a la cabeza de uno de los proyectos más ambiciosos de la ciencia moderna.

  • Texto:
    Eduardo Dávila Lynch

Luis Felipe Delgado-Aparicio camina entre los edificios de la PUCP como quien vuelve a un santuario. Su mente concilia sus lejanos recuerdos con las novedades que ofrece ahora la Universidad. Los años han pasado desde que se adentraba en la madrugada, conversando con los guardias que patrullaban el campus, mientras esperaba los resultados de sus experimentos. Ahora, como jefe del Departamento de Proyectos Avanzados en el Laboratorio de Física de Plasma de Princeton, el campus PUCP es más que un recuerdo: es la raíz de su pasión por la ciencia y la fuente de su obsesión por encontrar la energía del futuro.

Este año, el físico PUCP logró un avance significativo en la carrera hacia la energía de fusión nuclear. Él, junto con su equipo, consiguió medir la temperatura de un plasma de fusión que alcanzó los 50 millones de grados Celsius, lo que es de 5 a 10 veces la temperatura del Sol, durante un período récord de seis minutos.

En su juventud, Luis Felipe no soñaba con ser físico. Ingresó a la PUCP para estudiar Ingeniería Electrónica, tal vez con la idea de construir máquinas y sistemas que facilitaran la vida cotidiana. Nunca sabremos el resultado de ese otro camino. Sin embargo, sí conocemos el camino tomado, donde se vio atrapado por el misterio de la física, esa disciplina que busca desentrañar los secretos más profundos del universo. Su decisión de cambiar de carrera fue arriesgada, pero resultó ser la mejor de su vida. Décadas después, ahora, esa apuesta lo ha llevado a liderar investigaciones que buscan domar el plasma, esa sustancia escurridiza que es, a la vez, promesa y reto para la humanidad.

Luis Felipe Delgado-Aparicio camina entre los edificios de la PUCP sabiendo que ha tenido un ‘Sol’ entre sus manos, mirando hacia un futuro mejor.

El desafío del plasma

El trabajo de Delgado-Aparicio no es fácil de explicar en términos simples. Imaginemos un «Sol» artificial en la Tierra, un reactor que alcanza cientos de grados Celsius, veinte veces más caliente que la temperatura del núcleo de la estrella que nos da vida. Allí, en esa vorágine de energía, los átomos de hidrógeno se fusionan, liberando una inmensa cantidad de energía. Este es el poder de la fusión nuclear, una fuente de energía limpia que podría cambiar el destino del planeta. Pero hay un problema: el plasma, ese gas supercaliente y cargado eléctricamente, tiende a ser inestable y cualquier pequeña impureza puede enfriar el proceso, apagando la reacción.

«Es como querer encerrar el poder del Sol en un frasco«, dice Luis Felipe, mientras explica la complejidad de mantener el plasma a las temperaturas necesarias para que la fusión ocurra. Durante años, él y su equipo han desarrollado tecnologías para medir esta temperatura, utilizando un detector de rayos X modificado, desarrollado en colaboración con la empresa suiza Dectris. Estas tecnologías no solo han mejorado la eficiencia de los reactores, sino que también han permitido avanzar en la comprensión de los fenómenos físicos que ocurren en estos entornos extremos.

El reto no es solo técnico, sino también filosófico. Delgado-Aparicio no ve su trabajo como una mera carrera por lograr el siguiente gran avance. Para él, la fusión nuclear es una necesidad moral en un mundo que enfrenta el cambio climático y la dependencia de combustibles fósiles. «Si no reducimos las emisiones de carbono en la próxima década, el futuro será insostenible», advierte. Su compromiso con la causa es palpable, y se refleja en su dedicación a la investigación y en su disposición para compartir su conocimiento con otros científicos y con el público en general.

Luis Felipe Delgado-Aparicio caminando por el campus PUCP

Delgado-Aparicio: las pasiones fuera del laboratorio

Sin embargo, Luis Felipe no siempre está inmerso en la física. Más allá del laboratorio, es un hombre de pasiones. Hijo del excongresista Luis Delgado Aparicio, ‘Saravá’, creció en un hogar donde las melodías latinoamericanas, las visitas de ilustres personajes como Tito Puente, Celia Cruz o Héctor, y las conversaciones sobre la vida eran parte del día a día.

Caminar es como una meditación en movimiento. Me permite pensar en nuevas ideas y, a veces, simplemente no pensar en nada".

Dr. Luis Felipe Delgado-Aparicio

Esa herencia cultural que heredó por su padre se mezcla con su amor por el rock de los 80, una pasión que comparte con muchos de sus colegas. «El rock siempre ha sido una fuente de energía para mí, algo que me conecta con mi juventud y con las raíces de mi familia», comenta con una sonrisa. Al mismo tiempo, Delgado-Aparicio se declara fan de los soundtracks de películas, sobre todo a la hora de pensar en cuestiones nucleares en el laboratorio.

Las caminatas por ciudades, como aquellas en el campus en la madrugada, también son una de sus actividades favoritas. En cada ciudad que visita, Luis Felipe busca perderse entre sus calles, observando a la gente, los edificios y la vida que se desarrolla a su alrededor. Es en esos momentos de soledad y reflexión donde encuentra inspiración y un espacio para desconectar de la presión constante de su trabajo. «Caminar es como una meditación en movimiento. Me permite pensar en nuevas ideas y, a veces, simplemente no pensar en nada», explica.

Luis Felipe Delgado-Aparicio dictando una conferencia

La PUCP es más que una universidad para mí, es mi hogar".

Dr. Luis Felipe Delgado-Aparicio

Un científico que mira hacia el futuro

Su ambición no se limita a los logros académicos o profesionales. Luis Felipe también quiere inspirar a las nuevas generaciones de científicos peruanos, mostrarles que es posible alcanzar el éxito en la ciencia y, al mismo tiempo, mantener un fuerte vínculo con su país de origen. «El Perú tiene un gran potencial en la ciencia, pero necesitamos más inversión, más apoyo y más personas dispuestas a dedicar sus vidas a la investigación», señala.

Quizás, algún día, esa colaboración podría culminar en un logro aún más significativo: hacer realidad la energía de fusión en beneficio de la humanidad. Luis Felipe sabe que el camino es largo y lleno de desafíos, pero su determinación es inquebrantable. «La ciencia es como una carrera de fondo, no se trata de quién llega primero, sino de quién persiste hasta el final», reflexiona.

El legado de Luis Felipe Delgado-Aparicio

Mientras tanto, Luis Felipe Delgado-Aparicio sigue su camino, entre los reactores de Princeton y las memorias de la PUCP, siempre con el ojo puesto en el futuro, pero con los pies firmemente plantados en el pasado que lo formó. Sus noches de vigilia en el campus, sus conversaciones con los guardianes y su pasión por la física son las piezas que han construido al hombre que hoy lidera uno de los proyectos más ambiciosos de la ciencia moderna.

La historia de Luis Felipe es la historia de un hombre que nunca olvidó de dónde venía y que, a pesar de haber alcanzado los más altos niveles de la ciencia internacional, sigue buscando maneras de retribuir a la comunidad que lo vio crecer. «La PUCP es más que una universidad para mí, es mi hogar», dice con orgullo. Y aunque el futuro de la energía de fusión aún es incierto, una cosa es segura: mientras haya personas como Luis Felipe Delgado-Aparicio trabajando en ello, la esperanza de un mundo impulsado por una energía limpia y abundante sigue viva.

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