La muestra "Elogio de la sombra" de Fernando de Szyszlo se expone en la PUCP
Desde esta semana, la sala Winternitz de nuestra Facultad de Arte acogerá la muestra antológica de grabados “Elogia de la sombra”, de Fernando de Szyszlo. Calificado por muchos como el artista plástico más importante del país, nos cuenta sobre sus búsquedas, obsesiones y asignaturas pendientes.
Texto:
Akira MaeshiroFotografía:
Karen Zárate
“No tengo ningún miedo a la muerte, pero me da pena dejar de vivir porque me gusta tanto. Pero en fin, soy realista”. A sus 89 años, Fernando de Szyszlo no detiene su marcha y cobija cada instante. Mientras la luz natural en su estudio se lo permita, procura pintar todos los días. Su existencia no la concibe sin su trabajo. “Hay otras cosas que hago con entusiasmo, como leer u oír música, ambas indispensables, pero el corazón de mi vida es la pintura”, confiesa.
Szyszlo nos cita en su casa, ese santuario de arte y recuerdos, para hablar sobre la exposición de grabados “Elogio de la sombra”, que recientemente presentará en la PUCP. Al llegar, nos reciben con un sobre. El artista ha salido, pero extiende sus disculpas y explicaciones en una carta firmada y escrita a mano. Él, de tiempos exactos y caballerosidad inédita, considera necesario el gesto. Demorará media hora por un imprevisto familiar.
Llega a la hora prometida y nos conduce hacia su biblioteca. “No soy grabador. Un grabador debe tener la prensa en su casa o en su estudio. En la exposición, hay dos trabajos de un metro cincuenta de alto y hubo que hacer una prensa especial para poderlas imprimir pero, en realidad, el grabado es como un trabajo lateral a mi pintura”, dice al inicio. A pesar de que no es una técnica que haya marcado su descomunal trayectoria, el grabado siempre aparece en su antología. Incluso, acaba de hacer cinco para un poema extenso de Mario Vargas Llosa, que se va a editar en Bogotá en una edición de lujo.
Obsesión permanente
Siempre anda en la búsqueda constante del ideal estético en su obra –le dije–. ¿Cómo va por ese camino? Más perdido que nunca – respondió entre risas–. No hay ninguna esperanza de alcanzarlo, pero el sentido de todo es la persecución y la cacería, no la presa. Siempre he dicho que un cuadro es lo que queda de una batalla, no el botín.
Szyszlo comenta que debe haber pintado cerca de 3 mil cuadros, pero confiesa que, aunque perdió contacto con casi todos, no tiene ningún asomo de nostalgia. “Por ejemplo, en el MALI, en una gran retrospectiva en donde había cerca de 100 cuadros míos, sentía ganas de corregirlos. No había ninguna vanidad en verlos. A veces en un museo tratando de corregir sus cuadros, que es lo que me provoca en realidad”, expresa con sentido del humor. Y agrega: “El poeta Paul Valery decía: ‘No hay poemas terminados, hay poemas abandonados’. Uno abandona cuando se da cuenta de que no lo puede mejorar y que, al mismo tiempo, no es lo que esperaba”. Como señalaba Borges sobre la poesía, para Szyszlo el arte solo admite la excelencia. “Su búsqueda es lo que le da sentido a todo”, apunta.
El artista califica de peligrosa la falta de autenticidad en algunos artistas jóvenes que persiguen tendencias foráneas. “Dalí decía: ‘Moda es lo que pasa de moda’. Y eso es definitivo, el arte es una cosa un poco más seria”, comenta. En su comprensión, vivir del arte se convierte en una tarea demasiado compleja.
“Me imagino que a los jóvenes que hacen esas instalaciones modernas les será muy difícil que una persona se interese en comprarlas, pues al público se le tiene que explicar en una página en prosa en qué consisten exactamente. No basta el cuadro para leer lo que el pintor quería decir, se necesita un intérprete”, critica sereno.
Levedad del tiempo
Szyszlo es considerado el artista peruano vivo más importante, pero el reconocimiento no le inquieta. “Yo creo que es muy difícil saber lo que uno hace y qué valor puede tener. No me engaño”, señala. A estas alturas de su vida, las críticas, favorables o no, le dejaron de perturbar. “Desgraciadamente, lo que pinto es lo que puedo pintar. Es lo posible, lo que está a mi alcance”, comenta con humildad.
Enemigo de dictaduras y barbaries, Fernando de Szyszlo siempre mostró su compromiso con la búsqueda de un país idealizado, pero que se le manifestaba lejano hasta hace 10 años. “Ahora he adquirido un optimismo y una seguridad porque vamos en el camino correcto, y ya es difícil que eso cambie. Y por pobres que sean los políticos en general, ellos ya no pueden hacer nada. Hay una inercia de movimiento, hay una clase media que no se deja maltratar ni convencer y, con un poco más de educación, vamos a llegar. No lo voy a ver, pero vamos a llegar”, comenta sobre ese Perú que soñó.
Sus palabras, sin mayores dramas, han adquirido cierta resignación al tiempo. Y mientras sigue pintando sin pausas, solo nos queda decir que, en nuestra memoria colectiva, a Szyszlo le aguarda la inmortalidad.
La exposición
Desde este jueves 28, se presenta en la Sala Winternitz de nuestra Facultad de Arte (pabellón Y), “Elogio de la sombra”, una exposición de Fernando de Szyszlo que incluye sus grabados de 1950 al 2014, y que el pasado mes de mayo se presentó en el Instituto Cervantes de Nueva York.
“Se trata de un muestrario de diferentes técnicas de grabados”, señala la artista plástica Cecilia Chávez, docente del Departamento de Arte y coordinadora de la Sala Winternitz. “Es interesante porque uno puede notar el gran cambio del artista joven al artista ya maduro. Creo que, en ese proceso de búsqueda, va cambiando de estilo y explorando nuevas formas de decir las cosas”, agrega.
La cercanía de la profesora Chávez con el artista se remonta a cuando era su alumna en la PUCP. “Siempre me ha llamado la atención su lealtad no solo hacia su propia obra, sino también con esta escuela y con sus amistades”, dice. Y continúa: “Es una persona imprescindible cuando se habla del arte peruano. Para nosotros, es un honor tenerlo en nuestra sala”.
La exposición continuará hasta el viernes 26 de septiembre. La pueden visitar de lunes a viernes, de 10 a.m. a 1 p.m. y de 2 a 7 p.m.
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