Una mirada sociológica al fútbol peruano
En el libro «El otro partido: la disputa por el gobierno del fútbol peruano», Aldo Panfichi, Gisselle Vila, Noelia Chávez y Sergio Saravia se valen de la sociología y la perspectiva histórica para entender cómo se ha manejado el fútbol en nuestro país y de qué manera podemos hacerlo realmente competitivo.
Texto:
Oscar GarcíaFotografía:
Alex Fernandez
Cuando llegó el Mundial Brasil 2014, Noelia Chávez y Gisselle Vila se preguntaban por qué, una vez más, Perú no había logrado clasificar. Las explicaciones más mencionadas –como la falta de jugadores y del director técnico idóneo o el mal estado de los clubes- no les satisfacían. Junto con el Dr. Aldo Panfichi y Sergio Saravia, quienes tenían las mismas inquietudes, decidieron ahondar en el tema y obtuvieron el Fondo CAP 2015 del Vicerrectorado de investigación de nuestra Universidad.
De este análisis nace el libro El otro partido: la disputa por el gobierno del fútbol peruano, que acaba de publicar el Fondo Editorial de la PUCP. “Desde la sociología damos una perspectiva del manejo del fútbol nacional y analizamos el proceso histórico que nos ha llevado a las prácticas, instituciones y formas de gobernar que tenemos actualmente”, comenta Saravia. Asimismo, añade Panfichi: “Utilizamos categorías y conceptos de la sociología para explicar fenómenos históricos de larga duración, como la relación entre clubes, federaciones, asociaciones, dirigentes y políticos”.
A diferencia de otras publicaciones que han aparecido en los últimos meses sobre fútbol –en su mayoría crónicas periodísticas, estadísticas mundialistas o testimonios–, esta tiene un carácter académico. “Se ha publicado en el momento justo, porque cuando Perú disputaba el Mundial nadie quería saber sobre estos asuntos. Ahora sí toca poner en agenda el tema institucional de nuestro fútbol”, comenta Panfichi.
El juego de la política
A menudo se dice que el fútbol y la política no se deben mezclar. Incluso la FIFA sanciona a aquellos futbolistas o hinchadas que hacen alusiones ideológicas. Sin embargo, la premisa de El otro partido es que esta relación es indesligable. En sus páginas se muestra cómo el vínculo ha ido cambiando de acuerdo con los distintos regímenes y coyunturas. “Al ser un deporte de masas, el propio gobierno se hace del fútbol para integrarlo a su proyecto político”, dice Noelia Chávez.
Los autores comentan que los mandatos de Augusto B. Leguía y Velasco Alvarado tuvieron un proyecto político deportivo. En el oncenio, la práctica deportiva busca plasmar la idea de construir un hombre nuevo en una patria nueva. Por su parte, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada vio en el fútbol una palanca que ayudaría a fortalecer el sentimiento nacionalista y antiimperialista.
En medio de la crisis institucional, económica y social vivida durante la década de los ochenta, el deporte no fue un elemento tomado en cuenta por García ni Belaúnde. A nivel internacional, el presidente de la FIFA de entonces, Joao Havelange, impulsó que el deporte rey se convierta en un fastuoso negocio a nivel global, y, en paralelo, el dirigente peruano Teófilo Salinas dejó de ser el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, lo que nos quitó influencia en el continente.
Durante la década de los 90, Saravia comenta que coincide el proyecto político neoliberal de Fujimori con la consolidación del negocio del fútbol. “La FIFA aparece como una organización internacional que puede ejercer poder más allá de los estados nacionales, mientras que aquí tenemos un gobierno que abandona las decisiones sobre el deporte”, asegura.
Después de ver cómo ha sido manejado el fútbol a lo largo de nuestra historia, surge la pregunta incómoda de si el Estado debe intervenir en el fútbol. Tanto Panfichi, Chávez y Saravia coinciden en que sí. “La práctica del deporte, no solamente el fútbol, tiene implicancias en la educación, la salud y hasta la identidad nacional. El Estado ha de promover las mejores condiciones para que los deportes se desarrollen”, comenta Panfichi.
¿Cómo clasificar a Qatar 2022?
Haber logrado llegar al Mundial puede generar la ilusión de que el manejo del fútbol nacional ha cambiado para bien. “Debido a la gran crisis de la FIFA, Manuel Burga salió de la FPF. Lo que hizo el ahora cuestionado Edwin Oviedo es ponerse a la cabeza de un sistema que se mantuvo igual. Quizás sí supo armar un equipo más profesional y delegar en personas, como Gareca y Oblitas”, comenta Panfichi. Al igual como sucedió en anteriores clasificaciones, conseguir llegar a Rusia 2018 se debió a la actuación particular de un grupo dirigencial. “Se queda en pequeños éxitos aislados que no llegan a consolidarse a nivel institucional”, comenta Saravia.
En ese sentido, para que nuestro balompié realmente dé un salto -y logremos llegar a Qatar 2022 y hacer buenas participaciones en la Copa Libertadores-, los autores señalan que se debe empezar a generar una institucionalidad en la gestión del fútbol peruano a todo nivel. “Nunca ha existido un plan a largo plazo de la FPF y los clubes, siempre ha sido muy particularista”, comenta Saravia. Si no empezamos esta reforma, pueden pasar otros 36 años hasta que volvamos a disputar un Mundial.
En la foto: Noelia Chávez, Aldo Panfichi y Sergio Saravia
¿Dónde encontrarlo?
Puedes obtenerlo en la Librería PUCP.
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