«Si me dejas, te mato», le advirtió Evir Huamán Jiménez (26) a su novia Jéssica Puelles Reyes, en la víspera del Domingo de Ramos, el pasado sábado 7. Eran casi las 9:30 a.m. y el cielo limeño lucía despejado. Una hora más tarde, a las 10:20 a.m., Puelles, estudiante de Administración de Empresas de un conocido instituto del Cono Norte, yacía muerta sobre el piso de su habitación, en Comas, con 15 cortes de cuchillo en el cuello, el pecho y la espalda. Tenía solo 20 años.
Una situación similar vivió Leyla Zegarra Ávalos (28) en su casa de la residencial Villa Municipal, en Chorrillos, la tarde del 19 de marzo. Zegarra iba a terminar la relación amorosa que mantenía con Jairo Fernández Chacón (18), cuando, de pronto, este le roció gasolina y le prendió fuego. El ataque comprometió el 70% de la superficie de su cuerpo con quemaduras de segundo y tercer grado. Cuando parecía que su salud se restablecía, Zegarra Avalos murió cinco días después de un paro cardiaco. No dejó herencia. Tampoco dinero para sus tres hijos.
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