El regreso de la democracia en el Perú, en 1980, trajo consigo un cúmulo de utópicas convicciones sobre el futuro. El velo, sin embargo, no tardaría en ser arrancado a la fuerza: el grupo terrorista Sendero Luminoso, que iba adquiriendo fuerza en el interior del país, sumado a la peor crisis económica de nuestra historia se encargaron de ello. En esa circunstancia de desilusión colectiva, se gestó un movimiento musical liderado por jóvenes que, rabiosamente, componían y cantaban canciones
“contra el sistema”.

Se trataba de los subtes, la primera gran tribu urbana de la década de los ochenta. “Son casi un hito dentro de la historia del Perú reciente”, señala Sarah Yrivarren, alumna de últimos ciclos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y autora del libro Tribus urbanas en Lima. Jóvenes y adolescentes en busca de un espacio en la ciudad. Actualmente, abundan las agrupaciones tribales entre la juventud limeña y se reproducen vertiginosamente. Una gran diferencia con aquel entonces es que las actividades de estos nuevos grupos ya no tienen lugar en el “mundo subterráneo”, sino en el espacio público, a través de apropiaciones y manifestaciones culturales al aire libre. Según el Mg. Alex Huerta Mercado, docente del Departamento de Ciencias Sociales, “las estructuras tradicionales de parentesco han sido reemplazadas por comunidades de emociones. Es decir, grupos de chicos que ya no tienen paradigmas ideológicos macro y que, más bien, generan micro grupos que comparten un consumo, que puede ser, por ejemplo, musical o cultural, y que se caracteriza por ser más emocional o emotivo”.

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