Políticas integrales y mirada interdisciplinaria ayudan a sostenibilidad de proyectos culturales
Guillermo Cortés, docente de la Diplomatura de Estudios en Gestión de Empresas e Iniciativas Culturales de la PUCP, comenta la importancia de las políticas culturales como posibilidad de crecimiento económico.
Texto:
Akira MaeshiroFotografía:
Roberto Rojas
“En el ámbito mundial, hay una serie de estudios que demuestran que el sector cultural es de gran aporte económico. Su valor agregado es altísimo y, a pesar de las crisis, se ha mantenido y ha ido creciendo en el tiempo”, señala Guillermo Cortés, docente de la Diplomatura de Estudios en Gestión de Empresas e Iniciativas Culturales de la PUCP. De acuerdo con el informe de las Naciones Unidas sobre la economía creativa, que incluye los productos audiovisuales, el diseño, los nuevos medios informativos, las artes del espectáculo, la edición y las artes visuales, titulado “Mejora de los cauces de desarrollo a nivel local”, entre 2002 y 2011, las exportaciones de bienes procedentes de la economía creativa aumentaron en un promedio anual del 12,1% en los países en desarrollo.
En el Perú, comenta Cortés, aún no hay cifras concretas a pesar del crecimiento de las iniciativas culturales de los últimos años. “El Ministerio de Cultura está haciendo un gran esfuerzo por sistematizar. Pero como ahora no hay estudios a mayor profundidad, no tenemos claro el panorama. En otras latitudes ya hay estudios de caracterización, perfiles de los sectores y, al tener esa información, por lo menos se cuenta con el insumo que va a permitir y definir con mayor claridad qué tipos de políticas vas a aplicar o en qué etapa de la cadena de producción es donde vas a intervenir más”, señala.
“La intervención de cultura, en términos generales, tiene que ser técnica y hasta científica, como ocurre en otros sectores productivos”, agrega. Si se decide hacer un negocio cultural, explica el especialista, este por sí mismo no genera rentabilidad. “Hay una serie de cuestiones previas. Cualquier tipo de proyecto que suponga inversión, necesita de un plan”, comenta.
En ese sentido, señala, tenemos que perderle el temor a concebir la cultura como una oportunidad de ingreso económico. “Hay que pensar en proyectos con una serie de objetivos que contribuyan al desarrollo cultural del país pero que tengan un carácter empresarial. Por ejemplo, una editorial, por más pequeña que sea, tiene que vender libros para poder publicar más y continuar la cadena”, dice.
Sellos editoriales y discográficos independientes, grupos de artes escénicas, entre otras propuestas, son algunos ejemplos de las interesantes iniciativas que han surgido recientemente en el país. Para Cortés, queda claro que el sector cultural ha trabajado mucho en los últimos años pero considera que aún está disperso. “Desde los agentes del sector hay una necesidad de fortalecer sus capacidades en gestión cultural pero se reconocen poco entre sí y se trabaja de manera bastante aislada. Siento que estamos en proceso de cambios”, comenta.
En ese panorama, el docente señala que por parte del Estado se ha tenido muy poca ayuda por la carencia de políticas culturales. “Se requiere la participación del Estado como facilitador de una serie de procesos, como condiciones legales que generen incentivos para la creación de negocios culturales. Así, se permite la consolidación de más empresas y espacios culturales a través de ciertos incentivos fiscales y la inversión directa, como fondos concursales y convenios con entidades financieras”, declara.
Cortés agrega que, respecto a los temas culturales, en el Estado hay propuestas interesantes pero que aún falta para que sean sostenible en el tiempo. “Tienes que considerar las condiciones básicas para que se dé el proceso de creación y acceso a la cultura para el público. Por ejemplo, si quieres incentivar la producción teatral en el país y no tienes público y al mismo tiempo las condiciones laborales de los actores no son buenas, la política no va a funcionar”, finaliza. Se necesita una mirada integral para empezar a reconocer el potencial de la industria cultural en el desarrollo económico de un país.
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