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"La censura inquisitorial buscaba impedir la difusión de textos con ideas contrarias a la religión, la moral y la doctrina política"

El doctor Pedro Guibovich, profesor del Departamento de Humanidades y especialista en la historia de la censura en el periodo virreinal, acaba de presentar su libro El Argos de la Fe: la censura de textos por la Inquisición de Lima, siglos XVI-XIX, publicado por el Fondo Editorial PUCP. En esta entrevista, nos comenta algunas de las ideas centrales de su texto.

  • Dr. Pedro Guibovich
    Profesor del Departamento de Humanidades
  • Texto:
    Mariana Huamanchumo
  • Fotos:
    Alexander Flores

En El Argos de la Fe, el historiador Pedro Guibovich propone un acercamiento detallado al  funcionamiento de la censura impartida por la Santa Inquisición en el Perú entre los siglos XVI y XIX. En las tres secciones que conforman el libro, se discuten las herramientas y los agentes que hicieron posible el funcionamiento del aparato censor, y el conflicto entre las prácticas religiosas populares y la actuación inquisitorial; así como las voces de algunas personalidades de la época que criticaron al Santo Oficio.  

¿Nos podría contar cómo llegó a dedicarse a la historia de la censura?

Desde hace mucho tiempo y, gracias a la orientación del maestro Luis Jaime Cisneros, me interesé por la historia del libro en el virreinato peruano. La censura es una dimensión fascinante de esa historia.

¿Por qué el rol censor de la Inquisición en el periodo colonial no ha sido tan estudiado?

La historia institucional de la Inquisición en general, y de sus censores en particular, no ha sido lo suficientemente estudiada debido a la escasez de fuentes en los archivos nacionales y al desconocimiento del rol de la Inquisición en la sociedad colonial.

La andadura de la Inquisición empezó en 1570 con su establecimiento en Lima y se fue formando progresivamente un enorme archivo, que ha tenido una historia muy accidentada. En 1813, fue saqueado, luego de la abolición del Tribunal por las Cortes de Cádiz. Años después, en 1881, una porción importante de lo que se salvó fue sustraída por los chilenos durante la ocupación de Lima. Y, en 1943, otra parte de lo que aún quedaba en Lima fue destruida en el incendio de la Biblioteca Nacional. Hoy, si uno quiere estudiar la Inquisición, debe hacerlo en el Archivo Nacional de Santiago de Chile o en el Archivo Histórico Nacional en Madrid.

¿Y es posible medir qué tanta influencia tuvieron los inquisidores en la vida colonial?

La Inquisición gravitó no solo en el ámbito ideológico, sino también en la vida social, política y económica. Los inquisidores ocupaban buena parte de su tiempo en otros menesteres: haciendo inversiones de tipo económico, intrigando en diversos ámbitos sociales, participando en eventos religiosos y académicos. No faltó aquel inquisidor enamoradizo y el que mostró especial afecto por el dinero. Tenían una figuración social difícil de imaginar hoy en día. 

Los inquisidores ocupaban buena parte de su tiempo en otros menesteres: haciendo inversiones de tipo económico, intrigando en diversos ámbitos sociales, participando en eventos religiosos y académicos. Tenían una figuración social difícil de imaginar hoy en día".

La función censora de la Inquisición en la estabilidad colonial

¿Cuál fue el rol de la censura inquisitorial en el mantenimiento de la estabilidad del régimen colonial?

Se trata de una pregunta interesante. La censura buscaba impedir la difusión de textos que contuviesen ideas contrarias a la religión, la moral y la doctrina política. Importa recordar que, en el mundo colonial, religión y política estaban unidas. El hereje era un disidente, alguien capaz de incitar la controversia y, en consecuencia, la desunión. La unidad de creencias y la profesión de una sola fe eran vistas como la garantía de la paz. En el caso contrario, solo cabía esperar el caos. 

¿Cómo lidió el Tribunal Santo Oficio con las creencias religiosas populares, no siempre alineadas con el dogma católico?

Un ejemplo interesante es el de las oraciones milagrosas. Una creencia popular muy extendida era el poder que se le atribuía a ciertas oraciones escritas en trozos de papel para conjurar males futuros, tales como morir sin confesión o reducir la estancia en el Purgatorio, etc. La Inquisición dictó algunas prohibiciones acerca del uso de dichas oraciones y se recogieron algunas, pero no todas. Algunas de esas oraciones estaban contenidas en los «libros de horas», que eran pequeños libros destinados a fomentar la piedad individual. Estos circulaban mucho en el virreinato y aparecen representados en diversas pinturas.

Algunos casos de estudio

En la sección Agentes y herramientas de la censura, usted comenta que la relación de la Compañía de Jesús con la Santa Inquisición fue compleja. ¿Es posible afirmar que el poder de los miembros de esta orden ocasionó que fueran sus principales credenciales para ejercer la función de censores, pero que al mismo tiempo  fueran percibidos como un peligro para la autoridad eclesiástica? 

La relación fue compleja porque unas veces actuaron como censores y otras veces fueron censuradas las obras de algunos de sus miembros. Sin embargo, como expongo, los jesuitas sutilmente trataron de esquivar la censura que recayó sobre su producción intelectual. Sin duda, su preparación intelectual los hizo candidatos idóneos para ejercer de censores. Para evaluar un libro o la opinión de un reo, era necesario contar con una formación académica. Ciertamente, los jesuitas contaban con importantes aliados en las diferentes esferas de poder, y ello los llevó a sentirse fuertes y enfrentarse a algunas autoridades por cuestiones muy diversas: jurisdicción, ejercicio pastoral, beneficio de ingresos y cuestiones doctrinales.

Hubo denuncias contra los inquisidores, no pocas veces por su comportamiento. Eran más frecuentes las críticas hacia la institución o su quehacer".

En la sección Géneros literarios y prácticas devotas, menciona que la relación de Santa Rosa con el Santo Oficio ha sido objeto de muchas especulaciones, sobre todo con respecto a su supuesta comparecencia ante los inquisidores. En su opinión, ¿a qué se deben estas lecturas apresuradas?

Santa Rosa de Lima es un personaje fascinante. Demanda una lectura histórica. Su relación con la Inquisición ha sido objeto, más que de especulaciones, de malas interpretaciones. Sucede que, la mayoría de veces, los estudiosos parecen no tener la paciencia necesaria para leer las fuentes primarias. Parafraseando a Marc Bloch, lo que se suele primar es el trabajo fácil: citar la opinión de alguien que funge de autoridad consagrada en un tema. Hay que leer las fuentes primarias, siempre y cuando estén a nuestro alcance, y no repetir lo que otros dicen. 

Usted destaca el caso de fray Diego Cisneros, quien en el siglo XVIII cuestionó la práctica censora del Santo Oficio. ¿Cuán viables eran tales actos?

Denunciar los actos de una institución o de una persona era posible. La documentación está llena de denuncias contra la corrupción de algún agente de la Corona, la malversación de fondos por parte de un prelado, los negociados ilegales de los comerciantes y mucho más. Hubo denuncias contra los inquisidores, no pocas veces por su comportamiento. Eran más frecuentes las críticas hacia la institución o su quehacer. En su extensa carta al Inquisidor General, Cisneros no puso en entredicho la existencia del Tribunal, sino la promulgación del Índice de 1790, porque contravenía disposiciones emanadas de la Corona y de la propia Inquisición. Dada su condición de eclesiástico y para evitar problemas, se cuidó de ocultar su identidad y de no publicar su carta. Fue un caso de autocensura. Esta ha existido siempre. Es difícil documentarla y no siempre es fácil entenderla.

El Argos de la Fe: la censura de textos por la Inquisición de Lima, siglos XVI-XIX 

El Argos de la Fe: la censura de textos por la Inquisición de Lima, siglos XVI-XIX  ya está disponible en la Librería PUCP

Precio: S/70

También se encuentra en la plataforma del Fondo Editorial PUCP

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OlgaMori

Interesante! Dónde se puede adquirir el libro, por favor?

Equipo PuntoEdu

Hola, Olga. Búscanos en el stand 71 de la FIL (o en la Librería PUCP ubicada en el campus).

Saludos!