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Un compromiso con nuestra salud

  • Patty Vilela
    Coordinadora de PUCP Saludable

En la actualidad, existen 9 millones de toneladas de plástico que están en todo el mundo (ONU, 2018), y lo más alarmante es que la mitad de este material se ha producido en los últimos 13 años y solo el 9% se ha destinado para reciclaje (Greenpeace). Estos datos nos interpelan sobre el descontrol en el uso del plástico en nuestra vida cotidiana. Las consecuencias de este uso desmedido generan una huella no solo en el medio ambiente, sino que impacta de manera negativa en nuestra salud.

Por ejemplo, el tecnopor, conocido como poliestireno expandido (EPS), presenta un agente expansor (pentano). Inicialmente, este material fue creado para ser empleado en construcciones debido a sus propiedades aislantes; sin embargo, se utiliza para crear contenedores de bebidas y alimentos (Asociación Española de Poliestireno Expandido, 2018; Delgado, 2018). Esta práctica es bastante preocupante, debido a que el tecnopor es un posible agente cancerígeno, especialmente se encuentra asociado al cáncer linfático y el hematopoyético. El EPS se encuentra también en el humo de los cigarrillos, combustión de los automóviles, agua potable, el suelo, la comida y los envases de polímeros (IARC, 2002; ATSDR, 2010).

Otro componente que se encuentra en los plásticos es el bisfenol A (BPA). Este es absorbido por el tracto gastrointestinal y trasladado al hígado (WHO, 2009). Una vez que se instala en el cuerpo humano, imita a las hormonas y puede llegar a provocar trastornos endocrinológicos (Andrade, et al. 2006; Rudel, et al., 2011; Rochester y Bolden, 2015) e incluso en bajos niveles de concentración (Bae et al., 2012). Dentro de los riesgos para la salud, se pueden encontrar enfermedades, como el cáncer, deformación de órganos sexuales, obesidad, diabetes tipo-2, presión arterial, impacto en el feto y el bebé, etc. También se encuentra presente el componente bisfenol S (BPS) y el bisfenol F (BPF), que, al ser componentes sustitutos del BPA, se esperan que sean menos tóxicos; sin embargo, las investigaciones señalan que desencadenan efectos endocrinológicos similares y de la misma magnitud que el BPS (Rochester y Bolden, 2015).

Muchas veces subestimamos el uso del plástico en nuestras vidas, pero si nos ponemos a pensar lo usamos de manera prácticamente automatizada. Por ejemplo, es muy común que las personas calienten sus alimentos en envases de plástico o tecnopor. El problema de ello es que los alimentos que se encuentra en su interior pueden absorber los químicos del envase (Huerta, 2015).

Nuestro país no es indiferente ante esta problemática. Por ello, recientemente, se aprobó la Ley del Plástico Nº 30884, la cual prohíbe a los supermercados entregar gratuitamente bolsas plásticas. Asimismo, restringe la fabricación, importación, distribución, entrega y comercialización de sorbetes de plásticos y tecnopor, para fomentar el uso de bolsas reutilizables u opciones en las que su degradación no contamine el medio ambiente. Por otro lado, el Minam, el Minedu y Produce se han aliado para desarrollar acciones de educación y sensibilización para generar conciencia sobre los efectos del uso del plástico, y generar un compromiso con el medio ambiente (El Comercio, 2018).

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