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“Yo no veo plataformas. A mí me gusta el cine en el cine”

Lita Stantic
  • Lita Stantic
  • Lita Stantic
    Productora de cine argentina
  • Entrevista :
    Katherine Subirana
  • Fotos:
    Víctor Idrogo

El Festival de Cine de Lima PUCP eligió este año homenajear a dos maravillosas productoras. Una de ellas es Lita Stantic (Argentina, 1942), mujer entregada a la industria cinematográfica por más de cinco décadas, también es responsable de la producción de películas que marcaron una interesante y fructífera etapa para el cine argentino y latinoamericano a inicios del siglo XX.

¿Por qué eligió la producción, teniendo en cuenta que se ha desempeñado en otros campos de la realización cinematográfica?

En principio, yo empecé haciendo producción porque era más fácil. Aunque no era del todo fácil para una mujer hacer cine en los años 60. En el primer largometraje en el que trabajé (Mosaico, de Néstor Paternostro), fui asistente de dirección y hasta hice la compaginación de la película. Me encantó hacerlo e intenté entrar por ahí también al cine y me dijeron que no, que las mujeres no hacían compaginación. Tengo siempre la anécdota del productor que me dejó ver una filmación diciéndome que estaba perdiendo mi tiempo porque el cine no era para mujeres. 

¿Qué cree usted que abrió las puertas en el cine argentino a las mujeres?

No sé si alguien abrió las puertas o es que el mundo cambió de a pocos. Pero lo que sé es que hubo una mujer adelantada, María Luisa Bemberg. Antes de ella hubo algunas mujeres que hicieron esporádicamente películas, pero ninguna con un pensamiento feminista tan centrado como lo tenía María Luisa, sin que en esa época estuviera de moda. Yo creo que ella la ayudó muchísimo y que muchas de las directoras que aparecieron después vieron cómo era posible meterse en el mundo del cine después de ver sus películas.

«En el primer largometraje en el que trabajé (Mosaico, de Néstor Paternostro), fui asistente de dirección y hasta hice la compaginación de la película. Me encantó hacerlo e intenté entrar por ahí también al cine y me dijeron que no, que las mujeres no hacían compaginación. Tengo siempre la anécdota del productor que me dejó ver una filmación diciéndome que estaba perdiendo mi tiempo porque el cine no era para mujeres».

¿Por qué no siguió el camino de la dirección?

No seguí porque fue una cosa muy excepcional y yo no tenía la fantasía de ser directora. Pero sí tuve la fantasía de escribir un guion y ese me llevó a dirigir, pues, como era una historia muy personal, me animaron a que la dirija. Así nació Muro de Silencio. La crítica me trató bien, aunque económicamente no me fue tan bien. Sin embargo, como la recepción fue buena, estuve pensando un tiempo en dedicarme a dirigir, pero en el camino me di cuenta de que no, que podía disfrutar también con la producción y resolví que iba a seguir produciendo. No siento como una frustración la producción. Al contrario.

¿Cómo fue para usted transitar el trabajo cinematográfico en la época de la dictadura? 

Es un tema complicado de responder. Yo tenía posibilidades de trabajo, pero viví la época de la dictadura con muchos miedos. Yo había participado en las revueltas juveniles de fines de los sesenta, principios de los setenta. No sé, creo que tenía la fantasía de que si trabajaba mucho se iba a dar cuenta de que no estaba en nada raro. Y luego, ya en los 80, trabajé con María Luisa e hicimos películas muy difíciles de hacer en esa época porque le dijeron a ella directamente que no iban a financiar sus películas. Conseguir financiamiento fue difícil, pero lo hicimos.

¿Cómo ha visto usted cambiar la industria del cine argentino?

Uy, me cuesta mucho eso. Dame una semana y pienso (risas). Mira, primero existían las grandes productoras, y en los 60 aparece como la producción más independiente y eso produce cambios sobre todo en las temáticas, lo que me resulta más interesante. Hubo una época de oro del cine comercial argentino cuando competíamos con México y teníamos prácticamente toda Latinoamérica…y ahora que lo pienso, es a inicios de los 2000 que se multiplican las productoras, y hay mucha coproducción y no se depende tanto del instituto. En los años 60, por ejemplo, no había apoyos internacionales y hoy hay muchas opciones para producir.

¿Cómo ve el futuro del cine argentino?

Es complicado, porque hoy en día depende. El cine que a mí me interesa no es el cine que va recuperando su costo en salas. El público que veía cine de autor hoy se refugia en las plataformas. Pero este año he vivido una experiencia inesperada porque estrené Errante, una película que no puede ser más de autor, una película hecha y filmada por una persona sola en el Ártico durante ocho meses, y la gente está respondiendo mucho mejor de lo que esperábamos. No sabemos si se debe en parte porque Adriana Lestido es una fotógrafa muy reconocida, pero es impresionante porque se pasó en la Lugones con éxito, luego en el Gaumont, también con éxito, y se está pasando en la sala del Malba, donde se llenó todo junio, julio y agosto. Estamos hablando con el director del Malba para que amplíe la exhibición unos meses más. Yo pensé que alguna gente capaz que no la ve entera porque se aburre, pero no he visto a nadie irse de la sala nunca.

Como bien señala, el cine de autor se ubica hoy en las plataformas. ¿Cómo se siente usted frente a eso? 

Yo no veo plataformas. A mí me gusta el cine en el cine. Me cuesta ir incluso a un televisor grande en la sala de mi casa.

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