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Es posible una intervención militar en Libia?

La ausencia de una solución en el corto plazo a la guerra civil libia y las violaciones a los DD.HH. perpetradas por las fuerzas gubernamentales (bombardeo de civiles y miles de desplazados) han obligado a las potencias occidentales y principales instituciones internacionales a discutir en torno a la posibilidad de algún tipo de intervención en la crisis libia.

  • Óscar Vidarte Arévalo
    Profesor del Departamento de Ciencias Sociales

Si bien algunos países parecen convencidos de la necesidad de una acción militar (EE.UU. y Gran Bretaña) otros son más bien renuentes (Rusia y China). Como resultado de este debate, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución que establece, básicamente por razones humanitarias, una zona de exclusión área. Este mecanismo fue posible en virtud del acuerdo logrado con la Liga Árabe y el apoyo de la oposición libia, la misma que siempre estuvo a favor de la implementación de una medida de esta naturaleza, más no de una invasión militar extranjera.

Lamentablemente, la misma Resolución establece la posibilidad de utilizar «la fuerza que sea necesaria» para cumplir con los objetivos propios de una zona de exclusión área, lo cual, desde una interpretación extensiva, ha llevado a EE.UU., Francia y Reino Unido, en los últimos días, a bombardear objetivos militares de las fuerzas gubernamentales libias. Esta situación ha conllevado el rechazo de la Liga Árabe y de países como Rusia, pues este escenario no fue el considerado desde un inicio, desnaturalizando el concepto de «zona de exclusión aérea», y constituyendo a todas luces una acción que va más allá del aspecto humanitario, sirviendo de respaldo al accionar rebelde.

Por lo sucedido, es muy difícil estar de acuerdo con los ataques desde occidente, sin embargo el análisis suele ser mal enfocado, pues como en otras ocasiones, la posición adoptada pasa por la cercanía o no que, ideológicamente, se puede tener con EE.UU. En todo caso, aunque las medidas adoptadas tienen el soporte del Consejo de Seguridad y la legitimidad de la Liga Árabe (hoy cuestionada), y son expresión de una terrible situación humanitaria que se debe evitar, por otro lado, el accionar occidental nos plantea algunas preguntas de difícil respuesta: ¿Por qué plantear acciones militares contra Libia, y no en los casos de Túnez y Egipto, donde los abusos a los DD.HH también fueron evidentes? ¿Por qué la resolución del Consejo de Seguridad no se ciñe solamente a su preocupación por lo humanitario, pareciendo convertirse en un mecanismo previo a una invasión militar, algo que claramente puede constituir una intervención en los asuntos internos de un Estado? ¿Por qué no existen cuestionamientos de la misma naturaleza frente a los sucesos que vienen acaeciendo en países como Bahréin o Yemen, aliados de los EE.UU.?

En otras palabras, ¿cuáles pueden ser las razones que parecen haber transformado una Resolución del Consejo de Seguridad con un alto contenido humanitario (partiendo del concepto que la defensa de los DD.HH. está por encima del principio de soberanía estatal), en una herramienta militar con un objetivo político claro: la derrota de Gadafi?

1.    En primer lugar, Libia es el noveno productor de petróleo del mundo (2% del total). No solo es una fuente importante de crudo para Europa (la mayor parte de la producción libia se dirige a este continente), sino también existe mucho interés por parte de empresas transnacionales, básicamente occidentales, por este negocio (el cual han tenido que suspenderse a raíz del conflicto). La lentitud de la recuperación en la producción del petróleo iraquí y la posibilidad (bastante alta) que la crisis regional continúe en otros países productores como Irán o Arabia Saudita o en países importantes para el transporte del mismo como Bahréin, vuelven más importante controlar un recurso tan necesario.

2.    La Oficina para los Refugiados de las Naciones Unidas ha señalado la existencia de 200,000 desplazados que requieren protección. Si bien este es un aspecto humanitario a tener en cuenta, también es cierto que esta problemática puede ser fuente de migración ilegal hacia Europa. En las últimas semanas hemos visto el arribo de miles de tunecinos a costas italianas. En este sentido, Gadafi ha amenazado con quitar toda protección y permitir la salida ilegal de cuanto migrante lo desee hacia el continente europeo.

3.    Gadafi es un terrorista confeso redimido. No olvidar su participación en más de un atentado terrorista contra intereses occidentales en los años 80. Su lavada de cara post 11-S permitió que Libia saliera de su condición de paria, dando inicio a una nueva etapa marcada por la inversión extranjera en el país africano. Sin embargo, a raíz de lo sucedido, es evidente que esta nueva realidad no generó la confianza necesaria en occidente hacia el líder libio. A diferencia de Gadafi, el proceso de toma de decisiones en la crisis de Túnez y Egipto fue más complejo en occidente, ya que tanto Ben Ali como Hosni Mubarak eran considerados aliados de Europa y EE.UU.

4.    ¿Es realmente importante Libia en la política regional? No. Por un lado podemos decir que Libia no es un actor relevante en la política de Medio Oriente (región del mundo fundamental para EE.UU. después del 11-S y por la seguridad de Israel), más aun después de su acercamiento las últimas dos décadas al continente africano. El papel menor de Libia genera los incentivos requeridos para una invasión por parte de occidente que a todas luces no va a causar ningún efecto colateral en una región sumamente volátil como Medio Oriente (siendo el caso de Egipto todo lo contrario). Por otro lado, la interpretación de la crisis actual pasa por una problemática que implica todo el mundo árabe, por lo que para occidente es necesario demostrar que no se va a permitir la expansión de esta situación, sobre todo a países estratégicamente más importantes. La teoría del dominó (tan popular en EE.UU. durante la Guerra Fría), hoy aplicada al caso árabe: una invasión a Libia y la posibilidad de llevar a cabo alguna otra, debería generar en el resto de países árabes también inmersos en problemas similares, la necesidad de implementar reformas y de proteger los intereses de la población local.

5.    La situación actual de Túnez y Egipto, si bien difícil, puede empeorase a causa del conflicto en Libia, país ubicado geográficamente entre los primeros dos referentes de la crisis regional. Desde la caída de sus gobernantes, los procesos democráticos tunecino y egipcio vienen avanzando con una lentitud preocupante, por lo que cualquier otra variable que pueda alterar aun más la coyuntura, puede ser extremadamente negativa.

6.    La ineficacia de las sanciones económicas impuestas por la ONU y la Unión Europea contra el régimen de Gadafi y su fortuna familiar, no han mellado la capacidad de respuesta libia. Si bien en un inicio, la oposición contó con un poder bastante importante que les permitió encerrar al gobierno en dos de las  principales ciudades (Trípoli y Sirte), luego de un par de semanas hemos podido presenciar la reacción de las tropas gubernamentales que han ido avanzando en su lucha contra los rebeldes. Es así que las sanciones no han cumplido su objetivo frente a un conflicto civil que se agrava, pudiendo requerirse, desde occidente, acciones más duras.

Es evidente que existen todas las condiciones para prever una intervención mayor en Libia. Es más, siguiendo lo señalado por Joseph Nye en su libro La Paradoja del Poder Norteamericano, se habrían cumplido los principales supuestos para pensar en una intervención por parte de los EE.UU. Desde su perspectiva, es necesario: 1. Diferenciar los grados de intervención y proporcionalidad (primero sanciones, luego una zona de exclusión aérea, y en caso no resultase, la invasión militar); 2. Determinar que existe una causa justa y un éxito probable (violaciones masivas a los DD.HH. de un terrorista internacional y una victoria segura); 3. Reforzar los intereses humanitarios con otros intereses (petróleo, migración ilegal y seguridad regional); y, 4. Dar prioridad a otros agentes regionales (rol asumido por la ONU, participación de la Liga Árabe y, en la actualidad, presiones para una acción conjunta dentro del marco de la OTAN).

Por tanto, ¿es posible pensar en una futura intervención militar a Libia si las acciones emprendidas desde occidente y respaldadas por una Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU no funcionan? Con toda claridad, es muy probable. Esperamos equivocarnos.

Mira los resultados de la encuesta PUCP:
¿Consideras necesaria la intervención de fuerzas internacionales en Libia?

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