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Cultura

El Señor de los Milagros: tradiciones de una devoción viva que une a los peruanos

Octubre ha llegado, y con él, la devoción al Señor de los Milagros, una tradición con un profundo arraigo en el Perú. Conversamos con la historiadora Mag. Maribel Arrelucea, el director del CAPU Pbro. Marco Martínez y la antropóloga Alba Vega para conocer más sobre esta celebración que une, cada año, a miles de fieles. 

  • Texto:
    Gabriela García
  • Fotos:
    Andina

El sábado 5 de octubre comenzó una de las celebraciones religiosas más importantes de Lima: la procesión del Señor de los Milagros. Cada año, este evento reúne a miles de fieles que recorren las principales calles de la capital. Esta devoción también se extiende a otras regiones del país, como Arequipa, Cajamarca, Lambayeque y Tacna, así como a ciudades de todo el mundo donde residen peruanos devotos.

«Cuando muera, siempre tendré la certeza de que en octubre se celebrará una multitudinaria procesión en la ciudad: la del Señor de los Milagros», afirma Alba Vega, licenciada de Antropología PUCP. A lo largo de los siglos, esta tradición ha evolucionado, y se ha integrado en la vida cotidiana de los peruanos, dejando una huella innegable en nuestra identidad.

De acuerdo con la Mag. Maribel Arrelucea, profesora del Departamento Académico de Humanidades y especialista en historia social colonial, esta devoción ha trascendido lo puramente religioso y se ha convertido en un fenómeno cultural significativo. Para la historiadora, octubre representa fe y tradición; las calles del centro se visten de morado mientras comerciantes ofrecen estampas, denarios y hábitos. En estos días especiales, devotos de diversas partes del país se reúnen para rendir homenaje al Cristo Morado.

Como resultado, han surgido diversas costumbres. Por eso, aquí te contamos el origen de esta devoción y las tradiciones asociadas al Señor de los Milagros.

¿Cómo nace la creencia en el Señor de los Milagros?

Raíces coloniales del Cristo Moreno

La devoción al Señor de los Milagros se origina en el siglo XVII, en la época colonial, tras un devastador terremoto en Lima. Aunque ya existía un culto pequeño, este estaba limitado a afrodescendientes e indígenas esclavizados que vivían en las afueras de la ciudad.

«La devoción al Señor de los Milagros se convirtió en un referente central», menciona la historiadora, quien destaca que esto se debió, en gran parte, a la influencia del poder político. El virrey Manuel de Amat y Junyent, al frecuentar la Iglesia de las Nazarenas, marcó un hito en su popularidad. La presencia de figuras políticas como el virrey y la virreina motivaba a más personas a participar en las ceremonias. Así la creencia fue creciendo.

Crecimiento de la devoción en la República

Años más tarde, durante la República, el expresidente Augusto Leguía permitió que la procesión del Señor de los Milagros, que anteriormente se realizaba únicamente alrededor de la Iglesia de las Nazarenas, ingresara a la Plaza Mayor de Lima. De acuerdo con Arrelucea, este momento es crucial. “Él presenta sus respetos, ofrece un arreglo floral y reza, marcando el inicio de una etapa en la que este culto comienza a convertirse en un fenómeno nacional”, añade.

Desde la época de Leguía, todos los presidentes del Perú han rendido homenaje al Señor de los Milagros, con ofrendas florales. Esta práctica se ha extendido al Congreso y a otras instituciones del Estado. 

Creencia que traspasa fronteras

Actualmente, la imagen del Señor de los Milagros se ha consolidado como un símbolo sagrado y representativo de la peruanidad. Según el presbítero Marco Martínez, director del Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU), “esta devoción ha dejado una huella profunda en la religiosidad del pueblo peruano, trascendiendo fronteras geográficas y culturales”, añade.

La migración peruana ha ampliado esta tradición, ya que cada migrante lleva consigo su bagaje cultural, incluida su fe. Esto se traduce en procesiones en lugares como Paterson, Nueva Jersey y Santiago. Además de la religión, otros aspectos de la cultura peruana, como la gastronomía y la música criolla, también se integran en estas nuevas comunidades.

Para los devotos del Señor de los Milagros, el hábito morado representa una identificación con el dolor y el amor de Cristo, así como el agradecimiento por los milagros recibidos.

Tradiciones del Señor de los Milagros

1. La procesión del Señor de los Milagros

La procesión del Señor de los Milagros se celebra en tres fechas principales cada octubre en Lima. Aunque hay procesiones en diversas ciudades del país, muchos creyentes viajan a la capital para acompañar al Cristo crucificado, lo que refleja la unidad entre los fieles. 

Maribel Arrelucea señala que “existen familias que lo dejan todo —el trabajo y sus obligaciones— para asistir a la procesión, un fenómeno característico de las sociedades tradicionales de América Latina”. Esta veneración también se convierte en un pretexto para reunirse con la familia, compartir la gastronomía peruana y disfrutar del evento.

Comerciantes durante la procesión de El Señor de los Milagros.
En octubre, las calles cercanas a Las Nazarenas se llenan de transeúntes y comerciantes que ofrecen detentes, hábitos, velas e inciensos.

2. El uso del color morado

Según el P. Marco Martínez, el color morado en la liturgia simboliza la penitencia. Al vestirlo, las personas expresan arrepentimiento, anhelo de cambio y un proceso de conversión espiritual. Para los devotos del Señor de los Milagros, el hábito morado representa una identificación con el dolor y el amor de Cristo. En el Perú, además, esta vestimenta se asocia con el agradecimiento por los milagros recibidos, lo cual fortalece el vínculo entre la fe y la gratitud.

Durante el mes morado, es habitual ver a los cargadores, las sahumadoras y las cantoras luciendo trajes morados en la procesión. Las mujeres visten tradicionales hábitos morados con velos blancos. Los hombres llevan capote y túnica del mismo color, complementados con un cordón blanco, en señal de veneración y respeto hacia la imagen que portan.

Otra práctica común desde el 1° de octubre es que los creyentes vistan trajes morados durante todo el mes. Aunque esta tradición ha ido cayendo en desuso, muchas personas aún la mantienen. “Es parte de una promesa; representa una manera de cumplir con un pedido al Señor de los Milagros”, explica Arrelucea.

3. Visita a la Iglesia de Las Nazarenas

La Iglesia de las Nazarenas inaugurada en 1771 por el Virrey Amat, alberga la imagen original del Señor de los Milagros, pintada en un humilde muro por un esclavo de Angola en el siglo XVII.

A lo largo del año, la Iglesia de las Nazarenas, en Lima, atrae a numerosos fieles que acuden a las misas, lo que la convierte en un punto de encuentro espiritual. Administrado por las Madres Nazarenas Carmelitas Descalzas, este templo alberga la imagen original del Señor de los Milagros, lo que lo transforma en un lugar de peregrinación constante para los devotos.

En octubre, es común ver a numerosos fieles congregarse en las Nazarenas, frente al impresionante mosaico del Señor de los Milagros. Allí, compran velas y traen fotos, cartas u objetos personales, esperando recibir una bendición.

La visita a la Iglesia de las Nazarenas se ha arraigado profundamente en la tradición de los peruanos. Para muchos, este santuario representa un espacio de paz y conexión. La simple llegada al templo ofrece una sensación de tranquilidad y satisfacción espiritual, que mantiene viva la devoción a lo largo del año, más allá de la proximidad física a la imagen o a las procesiones.

4. Las sahumadoras y cantoras durante la procesión

Las sahumadoras y cantoras son figuras emblemáticas de la procesión del Señor de los Milagros y representan una tradición que une el canto y el sahumerio. Estas mujeres, que cantan a capela con potentes voces, alaban al Señor con cánticos de penitencia y alabanzas. Utilizan el sahumerio para crear una atmósfera sagrada, siendo el incienso el más comúnmente empleado para honrar al Señor.

“El papel de las sahumadoras en la procesión es fundamental. Su función de ir delante del anda para despejar el camino y eliminar cualquier obstáculo que pueda interferir en su trayecto es significativa”, afirma la antropóloga Alba Vega. 

Durante la celebración, el famoso himno del Señor de los Milagros resuena entre muchos, sin importar su fe, siendo una parte integral de la festividad. Muchos fieles participan descalzos en la procesión, como símbolo de penitencia o en agradecimiento por un milagro recibido. Esta práctica refuerza su profundo compromiso espiritual, ya que, ataviados con sus hábitos, expresan su amor y devoción al Señor.

5. Gastronomía morada

Uno de los elementos más icónicos de la celebración del Señor de los Milagros es la gastronomía afroperuana. Durante la festividad, se preparan dulces como el turrón, los limones rellenos, los picarones y los anticuchos. Con el tiempo, la tradición de compartir estos platos se ha vuelto casi indispensable para llevar durante la procesión.

Existen evidencias de que estas prácticas gastronómicas se remontan al siglo XX y están vinculadas a la procesión. A medida que este evento nacional crece, ciertos alimentos y postres se vuelven igualmente centrales en la celebración.

El turrón fue creado por la esclava afroperuana Josefa Marmanillo a finales del siglo XVIII. Según la tradición oral, "Doña Pepa", como se le conocía a Josefa, llevó el dulce al Cristo de Pachacamilla en agradecimiento por un milagro recibido.

«Es importante reconocer la labor de las mujeres afrodescendientes, quienes entrelazan las tradiciones gastronómicas europeas, africanas y musulmanas con la cultura andina. Me parece valioso que, en la tradición popular, se les otorgue un papel central a figuras como Josefa Marmanillo, creadora del turrón», menciona la Mag. Maribel Arrelucea.

Es importante reconocer la labor de las mujeres afrodescendientes, quienes entrelazan las tradiciones gastronómicas europeas, africanas y musulmanas con la cultura andina. Me parece valioso que, en la tradición popular se les otorgue un papel central a figuras como Josefa Marmanillo, creadora del turrón".

Mag. Maribel Arrelucea
Profesora del Departamento de Humanidades PUCP

El Señor de los Milagros y su arraigo en la cultura peruana

La devoción al Señor de los Milagros es uno de los pilares más arraigados en la cultura peruana, con profundas manifestaciones que atraviesan diversos aspectos de la vida social, artística y religiosa del país. Esta veneración ha evolucionado hasta convertirse en una celebración nacional que une a personas de todos los estratos sociales y regiones.

Un ejemplo significativo de cómo esta devoción se refleja en la vida cotidiana es el caso del club de fútbol Alianza Lima. Este equipo, muy popular y estrechamente vinculado a la comunidad afroperuana, cambia el color de su camiseta a morado cada octubre, en honor al Señor de los Milagros. Este gesto no solo reafirma la identidad del equipo con sus raíces, sino que también demuestra cómo la fe y el deporte se entrelazan en la vida cultural del Perú, reflejando el respeto y admiración hacia la imagen del Cristo Moreno.

En la literatura peruana, Abraham Valdelomar también rinde tributo al Señor de los Milagros en su obra «Reportaje al Señor de los Milagros», destacándose como una de las primeras aproximaciones literarias a esta manifestación de fe. Su texto es un homenaje que captura la esencia del fervor popular y la atmósfera que rodea a esta festividad, otorgándole un lugar especial en la narrativa peruana.

La música criolla, una expresión artística de las emociones más profundas del pueblo peruano, también ha contribuido a perpetuar la devoción al Señor de los Milagros. Canciones como «Señor de los Milagros», «La Ofrenda» y «Milagro de Octubre» no solo son melodías populares durante el mes de octubre, sino que resumen el fervor y la gratitud de los fieles. Estas composiciones, con letras que narran la fe y esperanza puestas en el Cristo Moreno, han enriquecido la tradición cultural en torno a esta festividad, y se han convertido en himnos que acompañan las procesiones y las ceremonias religiosas.

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