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Don Alberto Benavides de la Quintana y la PUCP

  • Mario Cedrón Lassús
    Docente del Departamento de Ingeniería

Tuve el honor de conocer a don Alberto Benavides de la Quintana -prohombre de la minería peruana- en 1972, hace más de 40 años. En aquella oportunidad se implementaba la especialidad de Ingeniería de Minas en la PUCP. Un año antes, a solicitud del padre Felipe Mac Gregor, entonces rector y amigo suyo, don Alberto había dejado sus quehaceres profesionales al frente de sus negocios mineros, para dedicarse a la encomiable labor de desarrollar la carrera en nuestra Universidad.

Para ello se buscó el apoyo del gobierno británico, que contribuyó con la donación de modernos equipos de laboratorio -la mayoría aún operativos y muchos modernizados- el otorgamiento de becas para que jóvenes peruanos fueran a Gran Bretaña a prepararse y al regresar constituyeran el núcleo de profesores de la especialidad; así como el envío de una misión minera de profesores británicos que colaboraron en la PUCP hasta 1980.

De los becados a la Gran Bretaña, aún permanecemos enseñando, el que suscribe a tiempo completo, el Dr. Antonio Samaniego a medio tiempo y el Ing. Carlos Soldi por horas. Yo estudiaba Ingeniería Civil, había llevado el curso de topografía y, como el campus de Pando estaba en plena construcción, me “cachueleaba” haciendo trabajos de levantamientos y nivelaciones. Fue el decano de Ciencias e Ingeniería, el ingeniero Fernando Giuffra, quien me propuso apoyar a don Alberto con las traducciones al inglés de los documentos que se requerían para materializar el convenio con los británicos, el ingeniero Benavides dominaba el idioma, pero se requería de un estudiante que redactara los documentos.

Es así que empecé a conocerlo y a apreciar sus cualidades de hombre de bien, excelente profesional, esposo y padre. Tuve la oportunidad de viajar con él a las minas y empezar a conocer esta fascinante profesión, llegué a compartir su entusiasmo por la actividad al punto de que, a mediados de 1972, pedí mi traslado a la especialidad junto con otro compañero procedente de Ingeniería Civil, Enrique Winkelried, recientemente fallecido. Ambos nos unimos a Tito Spoya, el primer alumno que ingresó directamente a la especialidad el año 1970 y que era el más avanzado en los estudios al haber acabado recién los Estudios Generales. Tito falleció tempranamente en un accidente de tránsito.

Recuerdo que cuando don Alberto leyó la propuesta británica de equipos para los laboratorios y vio que el equipo más caro era la prensa para mecánica de rocas, hizo la observación de que con ese dinero se podría comprar muchos más teodolitos y microscopios. Los británicos le hicieron ver que una escuela de ingeniería de minas moderna no podía dejar de tener este equipo, la geotecnia recién estaba en pañales y don Alberto estuvo de acuerdo, es una anécdota que él solía contar.

Siendo ingeniero de minas de profesión, sus estudios en Harvard -a donde fue becado por la Cerro de Pasco Corp.- despertaron en él una pasión por la geología, que lo llevó a organizar muchos viajes de estudio en la PUCP. Solía reunirnos en su casa en donde recibíamos toda clase de atenciones de su digna esposa doña Elsa Ganoza de Benavides, sus hijos Roque y Raúl, más tarde estudiantes en la PUCP, aún no terminaban el colegio pero se mostraban muy interesados. Él reclutó a los primeros profesores de la especialidad en tanto los becados a Gran Bretaña terminaban sus estudios. En primer lugar al profesor Georg Petersen, destacado geólogo cuyo nombre lleva el museo de minerales de la Sección Ingeniería de Minas en donde se exhiben las muestras de lo que fue su colección personal, generosamente donadas por sus hijos. A Arnaldo León de quien recibí mis primeras lecciones de perforación y voladura de rocas, Jorge Paredes Pacheco, extraordinario geólogo y profesor del curso de geología estructural y a Manuel Candia en métodos de minado, entre otros docentes.

En 1975, ya con la Sección de Ingeniería de Minas consolidada y con la presencia de la misión británica, retorna a sus actividades en Buenaventura, la compañía minera que fundara a raíz de un accidente aéreo que sufriera su hermano Jorge quien se había quedado a cargo durante los casi cinco años que Don Alberto le dedicó a la PUCP prácticamente a tiempo completo y ad honorem. En 1997, la universidad le rindió un homenaje nombrándolo Profesor Honorario, y el 2010 tuve el honor, como coordinador de la Sección de Ingeniería de Minas, de invitarlo a otro homenaje con la develación de su fotografía que está ubicada al ingreso de la Sección Minas, el 2012 recibió un reconocimiento multitudinario de los ex alumnos de la especialidad.

Descanse en paz Don Alberto, lo recordaremos siempre.

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Rogelio Oyola Gallegos

Un peruano ilustre, nos dejó un legado a todos, Ahí su familia siguen su ejemplo!!