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"La Universidad tiene que ser la voz de la conciencia moral del país"

Por iniciativa del padre Jeffrey Klaiber S.J., presidente de la Comisión de Fe y Cultura en la Universidad, iniciamos con esta entrevista una serie de reflexiones sobre la implicancia de ser una universidad católica. En este primer encuentro, el Dr. Salomón Lerner Febres, presidente del IDEHPUCP y rector de la PUCP en el periodo 1994-2004, responde a las preguntas del padre Klaiber y del profesor Javier Iguiñiz, docente del Departamento de Economía.

  • Salomón Lerner Febres
    Rector emérito de la PUCP

JK: Pensando en Ex Corde Ecclesiae, donde se habla de la presencia de no católicos en la universidad… ¿No hay un peligro de pérdida de la identidad si hay muchos no católicos en la Universidad?

No es el número aquello que debiera preocuparnos, sino la calidad. Se espera de aquellos que vengan a una universidad católica el respeto de los valores católicos. Esa es una cuestión fundamental que podemos exigir. Más bien, debemos alentar las esperanzas de que muchos no católicos puedan descubrir al catolicismo en la Universidad.

Javier Iguiñiz: Hay el riesgo de que el debate interno e intelectual que debe haber -sería una pérdida gravísima que dejara de haberlo- se dé solo en el terreno intelectual. Se puede ser o no católico, pero se tiene que ser consecuente con ciertos valores. ¿Cómo ser cuidadosos de una relación entre los miembros de la Universidad con estándares de comportamiento que no son derivados de la fe de cada uno, sino de una buena voluntad? ¿Cómo hacer que la institución vigile y regule eso? ¿Cómo ves la relación entre lo intelectual y académico con el comportamiento?

Nosotros siempre nos hemos preciado de que nuestra casa de estudios promueve la formación integral. Con esto no nos referimos únicamente a la dimensión cognitiva, sino también a la formación ética e, incluso, al cultivo de los sentimientos. Tenemos una gran responsabilidad porque entran a nuestro campus jóvenes que deciden su vocación en lo profesional, su destino en lo sentimental, su visión del mundo y su relación con la sociedad en los años que están acá. Los profesores y autoridades tienen un papel importantísimo: no solo deben ser docentes, sino ejemplos de vida. Ellos son agentes de formación, dictan cátedra sin necesidad de entrar en el aula. Cuando la Universidad, como institución, se pronuncia acerca de un hecho injusto en el país –atropellos o el establecimiento de regímenes autoritarios–, esta no solo está representando a sus alumnos, sino enseñándoles. La Universidad tiene que ser la voz de la conciencia ilustrada y de la conciencia moral del país. Ese es su deber social.

JK: Quiero volver al tema de la relación Iglesia-Universidad. ¿Quién define la identidad de la Universidad?

Es, obviamente, la misma Universidad. Es la Universidad la que se piensa y opta libremente por determinados valores, los cuales propone y hacia los cuales se orienta. Estos son asumidos en libertad y con libertad. No es una persona que está alejada de la Universidad, pero que formalmente puede reclamar vínculos, la que va a proponerle a la Universidad cosas, que, de pronto, contradigan su propia naturaleza de tolerancia, pluralidad, sensibilidad social y defensa de los derechos humanos. Es la Universidad la que impone ciertos deberes.

JK: Qué se puede hacer para mantener esa apertura y tolerancia… ¿Abrir más cursos?

Yo creo que cursos hay suficientes. Pero dentro de estos hay que transmitir más que el contenido. Incluso, los cursos más fríos pueden transmitir una visión del mundo. Si se trata de crear algo, yo crearía una dimensión dentro de la estructura universitaria que convoque a profesores y alumnos para que la Universidad se repiense permanentemente para ver si está cumpliendo con su ethos, su deber ser. Sería muy triste que nuestros alumnos salgan de la Universidad y no se hallen tocados por los problemas del país.

Y eso sería lo menos universitario. La Universidad es de diálogo y de debate, de opiniones razonadas y razonables. Si dejamos a otros resolver problemas que son difíciles y que suponen mucha delicadeza en su tratamiento (en el terreno intelectual o moral), estamos, en primer lugar, renunciando a nuestro deber y, en segundo lugar, casi podemos asegurar que las respuestas van a ser poco fundadas y adecuadas. Tenemos que poner lo nuestro y tenemos que arriesgar. Esta es una universidad católica que llama a una instancia superior para que nos ayude a ver mejor, pero esto no nos debe llevar a ser dogmáticos ni fanáticos en terrenos que son discutibles.

Descarga además el documento «Sentido de la Universidad Católica«, escrito por el Dr. Salomón Lerner, y el documento «Interpelación a la fe y a la razón» de Javier Iguíñiz Echeverría.

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