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"Soy un bicho raro en la literatura"

Como parte del ciclo «Cocina de autor», organizado por la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, nos visitó Susanne Noltenius, recientemente galardonada con el Premio Nacional de Literatura 2017. Aquí nos cuenta qué significa ser una escritora en nuestra sociedad.

  • Susanne Noltenius
    Escritora peruana
  • Texto:
    Oscar García
  • Fotografía:
    Tatiana Gamarra

Te desenvuelves en el mundo financiero y el literario, ¿consideras que ambos son entornos complicados para las mujeres en el Perú?

Los grupos humanos siempre presentan retos. En mi caso fue difícil abrirme camino en el ámbito corporativo por mi condición de mujer y madre con carga familiar. De igual manera, en el mundo literario también me costó hacerme un nombre porque aún se tiende a mirar más a los escritores hombres. Recién en los últimos años han volteado a fijarse en lo que las mujeres hacemos.

Obtuviste el Premio Nacional de Literatura 2017 en la categoría Cuento por tu libro Tres mujeres. ¿Cómo impulsó tu carrera recibir este importante galardón?

Todo reconocimiento hace que las personas que están en el medio te presten atención. Soy un bicho raro en la literatura porque mi formación viene de los números y las finanzas -estudié Administración de empresas- y de pronto quise meterme al mundo literario. Aunque han sido amables conmigo, también me han mirado con un poco de distancia durante mucho tiempo. Pienso que el premio ha ayudado a que me acepten más.

A menudo se habla de literatura escrita por mujeres, ¿qué representa para ti?

Pienso que los seres humanos tendemos naturalmente a clasificar. Se pueden poner miles de etiquetas, como literatura de hombres, mujeres, de ciudades o rurales. Yo escribo desde la perspectiva de una mujer, que es lo primero que soy, desde la visión de una madre –que ha sido la experiencia más intensa de mi vida-, como alguien que vive en el mundo corporativo y cuya lucha se relaciona con ese ambiente. Si alguien decide que mi manera de escribir significa y encaja en una etiqueta, me parece bien; con lo que no estoy de acuerdo es decir que tal o cual literatura es inferior. La clasificación no tiene nada que ver con la calidad.

¿Cómo decidiste dar el paso de las finanzas a la escritura?

De niña inventaba historias en mi cabeza todo el tiempo. Cogía un libro y pensaba “algún día yo podría escribirlo”. Como vengo de una familia muy conservadora tuve que seguir administración de empresas, pues no me iban a pagar la carrera de Literatura. Posteriormente, hice un alto en mi profesión y me inscribí a la escuela de escritura de Alonso Cueto e Iván Thays, donde aprendí todo lo que sé.

Tu obra se caracteriza por construir personajes siempre sólidos.

Mis primeros cuentos, publicados en el libro Crisis respiratoria, eran muy breves. En Tres mujeres sí he hecho historias más largas. Ahora estoy intentando escribir una novela y es un esfuerzo muy diferente. Es cierto que siempre he tenido protagonistas mujeres, siento que me salen mejor. Mi forma de escribir se enfoca en el tema central, la emoción o la idea que quiero transmitir. Luego, durante varios días, trato de conocer a mi protagonista, si tiene hijos, qué le gusta hacer o cuál es su fruta favorita. Entonces, cualquier anécdota que yo plantee para la trama debería poder fluir con este personaje.

Además haces una especie de zoom a los detalles y gestos.

Es que en los gestos rutinarios se puede transmitir lo que una persona piensa y siente. Por ejemplo, si alguien aprieta mucho un lapicero, es un reflejo de que tiene una carga emocional. Son esos pequeños detalles los que me inquietan y hacen que me pregunte qué está pasando con esa persona.

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