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“Era una obligación tratar este tema en el cine”

El pasado 14 de septiembre se estrenó La hora final. Su director y egresado de la PUCP, Eduardo Mendoza, visitó nuestra Universidad para conversar sobre su última película en el marco de la Segunda Semana Audiovisual, organizada por la Especialidad de Comunicación Audiovisual de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación.

  • Eduardo Mendoza
    Director de cine
  • Texto:
    Susan Pastor
  • Fotografía:
    Alex Fernandez

¿Cómo surge tu acercamiento al tema del terrorismo?

La hora final es una película que si bien trata de un hecho decisivo en la historia del Perú reciente, como es la captura de Abimael Guzmán, me interesaba en tanto me daba la posibilidad de transmitir un clima. Vinculado este a un estado de precariedad, a esa sensación de peligro constante que incluso hizo que nos acostumbremos a la violencia diaria y a un país a punto de colapsar. Dentro de eso, yo quería incorporar en los dos protagonistas, Carlos Zambrano (Pietro Sibille) y Gabriela Coronado (Nidia Bermejo), una serie de dilemas que muchos peruanos vivimos en aquella época.

Cuéntanos cómo fue el proceso de documentación para la realización.

He leído muchísimo sobre el tema, dado que es un tema que siempre me ha interesado, incluso desde antes de entrar a la Universidad. Volví a leer las aproximaciones de Gustavo Gorriti, de Gonzalo Portocarrero. Y también novelas recientes como Los rendidos, de José Carlos Agüero, Memorias de un soldado desconocido, de Lurgio Gavilán. Vi también los documentales como el de Judith Vélez, Operación Victoria. Además, me reuní con 8 agentes del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) durante cerca de 2 años, también con dos exmilitantes de Sendero Luminoso y con un miembro del Grupo Colina. He tratado de informarme y recoger todo el material posible para, a partir de ello, poder construir un relato de ficción. Una de las mejores cosas de la película es que pude conversar con los agentes del GEIN y me contaron que cuando se formó solo eran 5 agentes que recibían apenas 3 soles diarios. Tenían que dividir el menú entre dos. Contaban con una sola radio. No tenían sillas, usaban files de documentos para sentarse. El GEIN fue el grupo más relegado y postergado, que además fue sometido constantemente a presiones. Lo de ellos realmente es una hazaña.

¿Cómo fue filmar en la misma casa que fue capturado Abimael Guzmán?

Difícil. En ese entonces, la señora se enteró por televisión que estaba alquilando la casa a Maritza Garrido Lecca. No tenía ni idea, porque veía a esta chica que tenía su academia de ballet. Ese día se encontraba en la casa donde ella vivía, estaba viendo televisión cuando sale un flash informativo de la captura de Abimael Guzmán. Ella ve que es su casa y casi se desmaya. Al día siguiente va a la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (Dincote) y dice que esa es su casa, entonces la interrogan. Primero, tuvo que demostrar que no tenía ningún vínculo con Sendero. Y después, lograr que no incauten su casa. Esto le tomó cuatro años. Entonces, cuando le propusimos filmar escenas de la película en la misma casa, ella no quería saber nada con el tema. Nos costó la vida. Le decíamos: “Señora, por favor, la fachada, la escalera, la puerta, el patio”. Y al final accedió. Fue increíble, porque muchas de las escenas fueron hechas con los agentes del GEIN al lado.

¿Cómo fue ese proceso?

Hay escenas donde estoy en el monitor y el agente me dice: “No, yo dije esto”. Yo cortaba, subía corriendo y le decía a Pietro Sibille: “No, la frase  es esta”. Hay cosas increíbles de grabar en la misma casa, en donde se capturó a Abimael, con los agentes a mi lado viendo la escena en el mismo monitor.

Ya son varias las cintas en los últimos años que abordan el tema de la violencia terrorista: La Última Tarde, La Última Noticia, Magallanes. ¿Qué idea te sugiere?

Es algo con lo que mi generación ha vivido. Lo tenemos ahí y de alguna manera queremos hacer algo al respecto. No es un esfuerzo en conjunto. Creo que es un poco lo que nos toca, lo que nos mueve y, a partir de ello, se están dando estas coincidencias, que considero que son felices. Somos una generación que vivió esa época y que no puede escapar. En el arte uno desarrolla lo que quiere, pero en este caso se me ocurre que es hasta una obligación tratar este tema en el cine.

He estado leyendo las críticas a tu película, que dicen que si bien hablas de la captura de Abimael, el tema queda en segundo plano por la relación entre los personajes. ¿Qué opinas de ello?

Creo que más que eso, en realidad, lo que se desarrolla son los conflictos personales de Zambrano y Gabriela. La trama policial fue muy ceñida a la realidad, y más bien lo importante de la película es el desarrollo de los personas que representan y encarnan la problemática del país. Después sabemos que ellos capturaron a Abimael.

¿Qué opinas de la reacción mayoritaria de la gente?

Hemos llevado 127,000 personas a la primera semana, lo que para una película tan dura es casi inédito. Cuando aplauden es bien emocionante. Yo he ido a algunas funciones, en una esquina viendo cómo se paran y aplauden. Y estamos hablando de una película dura con un tema tan sensible. Es porque definitivamente la gente sale y la recomienda.

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