"Nuestros tiempos nos exigen una defensa firme de la democracia, el Estado de derecho, la institucionalidad, la educación y la seguridad"

Discurso del rector, Dr. Julio del Valle, en la Ceremonia de Apertura del Año Académico 2025, realizada el 15 de abril.
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Julio del Valle
Rector de la PUCP
Las aperturas del año académico son espacios propicios para reflexionar sobre nuestro pasado y nuestro legado, sobre lo que somos y lo que queremos ser. Son momentos que nos invitan a pensar en los fines que tenemos en tanto universidad y en cuál debe ser el sentido particular de esos fines en respuesta a los tiempos en que vivimos. Y es inocultable que estos son tiempos muy retadores y desafiantes. Ello nos interpela y nos obliga a preguntarnos sobre nuestro rol en el presente.
Somos una universidad con historia. Nuestra institución tiene 108 años de vida institucional. Desde el legado de quienes pasaron e hicieron de esta institución lo que somos ahora es que podemos empezar a responder a la pregunta sobre nuestro rol. Pues estoy convencido de que, pese a los cambios, existe una identidad como casa de estudios que conservamos y que debemos preservar.
Es inocultable que estos son tiempos muy retadores y desafiantes. Ello nos interpela y nos obliga a preguntarnos sobre nuestro rol en el presente".
Nuestro pasado puede dar luces sobre el presente y el horizonte del futuro.
En su discurso pronunciado durante las celebraciones del quincuagésimo aniversario de la PUCP, hace más de medio siglo, el padre Felipe Mac Gregor, S.J. nos regaló una de las más bellas definiciones de lo que es la universidad:
“La universidad es la comunión de [personas] libres que buscan en el estudio y la enseñanza, el bien y la verdad, los une el deseo de conocer, la pasión por la verdad, los atrae la voluntad de servicio al país”.
Así, la institución universitaria es un “templo” de saberes que se rige por una serie de ideales: el de comunidad, el de libertad, el del bien y la verdad, así como el de servicio. Esos ideales le dan además un sentido trascendente.
Es inaceptable que no podamos asistir a trabajar o estudiar acosados por el miedo y sin saber si retornaremos a casa. Salir a ganarnos la vida legalmente se ha convertido en un riesgo para la vida misma".
Así, en la universidad, aprendemos y producimos saberes de una forma específica: en comunidad, en diálogo vivo con otros y otras. El conocimiento no es solamente un repertorio de contenidos, sino que es una experiencia que se expresa y cobra sentido en las relaciones sociales que lo han construido o reproducido. Por eso, mejor que decir que adquirimos conocimientos, se debería decir que desarrollamos conocimientos. Además, en la comunidad universitaria, tomamos una mayor consciencia de nuestra libertad: no solo porque aumentamos nuestra comprensión de los distintos mundos de posibilidades que existen, desde una pluralidad de perspectivas que amplían nuestro campo de elección, sino también porque reafirmamos y fortalecemos nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos, de criticar y fundamentar lo que creemos. Es decir, reafirmamos nuestra autonomía como dimensión esencial de la condición humana. El compromiso con la verdad que define a la institución universitaria es un compromiso con una búsqueda sin fin de ampliar nuestra comprensión del mundo e implica la determinación de guiarnos solamente por aquello que está debidamente fundamentado, reconociendo la posibilidad de que pueda haber una equivocación. La universidad se orienta a la búsqueda del bien común, a la aventura de edificar un mundo más moral y más humano. En tiempos de crisis y transformación, amigas y amigos: ¡debemos abrazar con mayor fuerza estos ideales que guían nuestro quehacer!
La universidad se orienta a la búsqueda del bien común, a la aventura de edificar un mundo más moral y más humano. En tiempos de crisis y transformación, amigas y amigos: ¡debemos abrazar con mayor fuerza estos ideales que guían nuestro quehacer!".
Quiero hacer énfasis en que somos una comunidad de personas libres, unida por un espíritu solidario. Mario Vargas Llosa, a quien nuestra Universidad rinde un sentido y justo homenaje, en el discurso que pronunció al recibir el doctor honoris causa por la PUCP, en diciembre del año 2008, dibujaba este ideal de comunión de personas libres de la siguiente manera:
“Este espíritu solidario es tanto más profundo cuanto nace de una libre elección, de una valoración racional del privilegio que significa ser parte de una comunidad donde, a diferencia de la tribu, se puede ser distinto sin ser excluido ni discriminado, donde cada cual puede inventarse a sí mismo creando su propia identidad, mediante elecciones personales, no impuestas como camisa de fuerza por la colectividad”.
La universidad es así una comunidad de personas distintas, un espacio donde las personas pueden reinventarse constantemente a partir de la interacción con otros. Por eso, es el lugar donde las personas no solo ejercen su libertad, sino que además la amplían: en ella, se enseña y cultiva la permanente apertura a nuevos horizontes, a la creación y a la búsqueda constante. Podemos pensar esta libertad desde el legado que nos dejó nuestro Nobel de Literatura en sus obras: como se dijo cuando recibió el título de doctor honoris causa por nuestra casa de estudios, desde sus personajes, él entendió también la libertad como la capacidad de rebelarnos y de soñar, de no rendirnos ante la adversidad. En las aulas de la PUCP, también buscamos cultivar esas capacidades que forman parte de lo que significa ser libre y que cobran mayor relevancia en los tiempos inciertos que vivimos. ¡Por más oscuros que parezcan los tiempos, queridas y queridos amigos, no perdamos esa capacidad de creer que otra realidad es posible!
El compromiso con la libertad, el bien y el servicio es un elemento esencial de nuestra institución desde sus orígenes. En el discurso pronunciado por el padre Jorge Dintilhac SS.CC. en la ceremonia de fundación de la PUCP, en el año de 1917, se señalaba que el compromiso de la institución que se fundaba recién era formar personas libres. Además, ahí el padre Dintilhac reflexionó sobre la importancia del rol de una universidad no solamente por ser “la que introduce al joven en las más altas disciplinas del saber y la que imprime un rumbo definitivo a su espíritu, sino también porque la Universidad es el aula y la escuela donde se forman los dirigentes de la sociedad”. Nuestra identidad, desde la fundación, está orientada a la formación de líderes y lideresas sociales que estén al servicio de la sociedad desde distintos ámbitos de la vida nacional. Dirigir significa trazar una visión colectiva y articular, motivar e inspirar a otros a seguirla. En estos tiempos de crisis e incertidumbre es cuando se hace más necesario asumir un liderazgo firme y amable al mismo tiempo: imaginar y proponer otros futuros posibles, motivar a otros a no perder las esperanzas y más bien actuar en conjunto para producir transformaciones viables. Por eso, les digo a los jóvenes y a aquellos jóvenes de espíritu que están aquí presentes: no dejemos que la incertidumbre y los problemas que vivimos creen tinieblas que apaguen nuestra luz, que nos obnubilen tanto que no podamos seguir viendo y viviendo la luz de la esperanza.
En estos tiempos de crisis, la formación que imparte la PUCP, y que es parte de nuestra identidad, cobra mayor relevancia. Porque nuestra universidad está caracterizada por la diversidad y por la pluralidad".
Y estoy convencido de que, en estos tiempos de crisis, la formación que imparte la PUCP, y que es parte de nuestra identidad, cobra mayor relevancia. Porque nuestra universidad está caracterizada por la diversidad y por la pluralidad: de disciplinas, perspectivas, vivencias e identidades que nos muestran que la realidad es, y puede ser distinta y diversa. Todo ello nos enriquece y nos da las herramientas para afrontar creativamente nuestro tiempo. Aprendemos con la historia que la realidad humana es un espacio de libertad, que puede ser siempre de otra manera; las humanidades y las ciencias sociales nos inducen a desarrollar nuestras facultades para la crítica; las artes nos muestran nuevas dimensiones de la realidad y nos incitan a cultivar nuestra imaginación y nuestra sensibilidad; la educación nos recuerda siempre para qué está hecho el ser humano: un ser hecho para formarse para el bien, para la libertad y el bienestar; el derecho y las ciencias jurídicas nos abren los ojos y nos cuidan en el complejo escenario de la convivencia; las ciencias económicas y de gestión nos permiten identificar las mejores formas de generar y administrar riqueza; las ciencias exactas nos muestran una forma muy particular y exigente de buscar y valorar evidencias; y las ingenierías nos brindan distintos métodos para transformar e interactuar con nuestro entorno. Además, nuestra comunidad está compuesta por personas diversas, provenientes de distintas partes del Perú, y es en ella donde aprendemos la importancia de convivir con tolerancia y respeto, y descubrimos, sobre todo, que esa diversidad es justamente nuestra riqueza. Nuestra institución está caracterizada por la vida colectiva y plural que se da dentro y fuera de las aulas, que también es una experiencia formativa y transformadora. Nuestra identidad católica establece el ethos que debe guiar nuestras acciones: desde el servir, tratando al otro con amor y respeto, respetando por sobre todo la dignidad humana, y desde el compromiso con la justicia social sin perder la esperanza, por más oscura que se vea la noche. Nuestra diversidad, pluralidad y este ethos propio nos permitirán hacer frente a la complejidad en la que vivimos actualmente. Creo y confiamos en ello.
No dejemos que la incertidumbre y los problemas que vivimos creen tinieblas que apaguen nuestra luz, que nos obnubilen tanto que no podamos seguir viendo y viviendo la luz de la esperanza".
Justamente, en el centenario de la PUCP, hace ocho años, el padre Gustavo Gutiérrez. O.P., inspirado por las palabras del papa Francisco, nos interpelaba llamándonos a ser una universidad “en salida”. Una universidad “en salida” es una institución que no vive reconcentrada en sí misma, que no solo se preocupa por sus propios problemas, sino que sale al encuentro de la desafiante realidad, que toma la iniciativa para hacer frente a los problemas de quienes sufren, entre ellos, principalmente, los excluidos; que, en su defensa de la verdad, de la democracia o de la justicia, no tema correr riesgos ni se intimide. Esas palabras resuenan hoy con más fuerza aún. Debemos ser, así, una universidad “en salida” para buscar, juntos con otros actores sociales, los caminos que nos permitan salir de esta crisis múltiple y profunda.
Desde nuestra identidad como PUCP, basada en el legado que nos precede, podemos ver el presente y el futuro con esperanza. Por eso, quiero compartir con ustedes brevemente una parte de la visión que tengo junto a quienes me acompañan en el equipo rectoral para este año en nuestra institución. Necesitamos ser una que ayude a encontrar salida a los agudos problemas sociales que hoy nos agobian de un modo particular.
En el contexto electoral que ya vivimos, vamos a presentarnos como un espacio de encuentro y diálogo entre academia, sector empresarial, movimientos sociales y organizaciones políticas con el fin de desarrollar, consensuar y proponer soluciones".
En el contexto electoral que se avecina, nos vamos a presentar como un espacio de encuentro y diálogo entre una amplia variedad de actores sociales que abarca a la academia, el sector empresarial, los movimientos sociales y las organizaciones políticas con el fin de desarrollar, consensuar y proponer soluciones frente a los múltiples problemas que enfrenta el país.
Nuestra lectura crítica de los problemas no debe quedarse solo en la denuncia, sino que nos debe llevar a preguntarnos cómo podemos solucionarlos y cómo podemos hacer que más personas se sumen a la solución. Nuestro ethos católico nos orienta a mirar los problemas desde una perspectiva de justicia, pero también desde la comprensión y el amor.
Desde nuestra identidad como PUCP, basada en el legado que nos precede, podemos ver el presente y el futuro con esperanza".
Nuestros tiempos nos exigen una defensa firme de la democracia, el Estado de derecho, la institucionalidad, la educación y la seguridad. Miramos con profunda preocupación el deterioro del sistema democrático en nuestro país. La institucionalidad que garantiza la autonomía y equilibro de poderes se viene perdiendo a paso acelerado. Hay una desconexión entre las demandas de la ciudadanía y los poderes políticos del país. Todo ello ha tenido como consecuencia que, según el Latinobarómetro del año 2023, solo un 8% de peruanos esté satisfecho con la democracia y seamos el país latinoamericano con mayor índice de insatisfacción. Las sombras del autoritarismo que hoy parecen vislumbrarse en ciertos momentos en nuestro país pueden incrementarse como resultado del deterioro de la institucionalidad democrática y el descontento ciudadano. El deterioro de la institucionalidad, el Estado de derecho y el sistema democrático han llevado a la crisis de violencia criminal que hoy vivimos en nuestro país. Públicamente hemos denunciado cómo, junto a la muy lamentable pérdida de medio millar de vidas humanas producto del crimen solo en lo que va de este año, la delincuencia armada ya ha trastornado la vida de la población. Es inaceptable que no podamos asistir a trabajar o estudiar acosados por el miedo y sin saber si retornaremos a casa. Salir a ganarnos la vida legalmente se ha convertido en un riesgo para la vida misma. Los principales afectados son nuestros niños, niñas y jóvenes, quienes merecen, en verdad, un futuro esperanzador, sin miedo ni violencia. A ello se suma nuestra preocupación por lo que viene sucediendo con el sistema educativo, espacio esencial para la formación de la ciudadanía activa. Junto con la limitación del derecho a asistir a aprender de nuestros niñas, niños y jóvenes a sus centros educativos, producto de la ola de violencia criminal, reformas fundamentales como la opción por una formación de calidad se han visto cuestionadas y amenazadas. La creación de más de 30 universidades públicas en un solo año o la implementación de un ciclo cero como único mecanismo de admisión no contribuye realmente a aumentar la igualdad de oportunidades para acceder a la educación superior y tienen un impacto negativo significativo sobre las instituciones universitarias. Por ello, buscaremos que estos espacios de encuentro y diálogo promuevan una ciudadanía activa y comprometida sobre lo que está sucediendo.
Nuestros tiempos nos exigen una defensa firme de la democracia, el Estado de derecho, la institucionalidad, la educación y la seguridad".
Nuestro objetivo es construir propuestas sobre los elementos mínimos indispensables que deben garantizar nuestros futuros gobernantes respecto a la democracia, el Estado de derecho, la institucionalidad, la educación y la seguridad. Pese a nuestras diferencias de visiones y vivencias, este es el momento de sentarnos a la mesa para acordar una agenda común para reparar nuestro país. Lo que está en juego, de verdad, es la defensa y fortalecimiento de la democracia, y la garantía del respeto a los derechos fundamentales, como la vida, la seguridad y la educación, frente al autoritarismo y la prepotencia.
La creación de más de 30 universidades públicas en un solo año o la implementación de un ciclo cero como único mecanismo de admisión no contribuye realmente a aumentar la igualdad de oportunidades para acceder a la educación superior y tienen un impacto negativo significativo sobre las instituciones universitarias".
Tenemos muy clara la necesidad de una universidad “en salida”. Pero para ello también es necesario preocuparnos por lo que pasa dentro de nuestra institución. He hablado de que una universidad principalmente es una comunidad: de estudiantes, docentes, administrativos y egresados comprometidos con el bien y la verdad. Por ello, uno de nuestros compromisos centrales es el bienestar y la vida en comunidad. Sin ello no hay comunidad académica que pueda actuar activamente para buscar contribuir a la solución de los problemas del país. De acuerdo con esa convicción, este año pondremos en marcha una serie de acciones orientadas a promover el bienestar de toda la comunidad. Esta promoción será enfocada no solo en los estudiantes, sino también en los docentes y administrativos. Estar en la universidad es una experiencia de vida que debe ser la más plena y feliz posible. Se dará, además, de forma trasversal en todos los quehaceres de nuestra institución. Asimismo, tendrá un enfoque multidimensional, lo que significa que abordaremos las distintas dimensiones que componen el bienestar de las personas, lo cual supone no solo la dimensión psicológica sino también la parte física, afectiva y social de las y los estudiantes, docentes y personal administrativo para así contribuir con el desarrollo de sus capacidades.
Pese a nuestras diferencias de visiones y vivencias, este es el momento de sentarnos a la mesa para acordar una agenda común para reparar nuestro país".
Esta es la visión del equipo rectoral para este año, estas son las acciones con las que avanzaremos hacia un mejor futuro, tanto para nuestra comunidad PUCP como para el país. Pero este futuro debe buscarse sobre bases sólidas. Por lo que debemos recurrir a la ciencia. Sin apoyo a la ciencia se compromete el futuro que deseamos. Por ello, el discurso de este año recayó en la científica Giannina Honorio, ingeniera egresada de nuestra Universidad. Pues buscamos resaltar de especial manera, pese a que ciertos sectores políticos pretendan negarlo, el rol esencial que tienen y deben tener las mujeres en las ciencias y en la academia.
Uno de nuestros compromisos centrales es el bienestar y la vida en comunidad. Sin ello no hay comunidad académica que pueda actuar activamente para buscar contribuir a la solución de los problemas del país. De acuerdo con esa convicción, este año pondremos en marcha una serie de acciones orientadas a promover el bienestar de toda la comunidad. Esta promoción será enfocada no solo en los estudiantes, sino también en los docentes y administrativos".
Lamentablemente, en el diálogo en el ámbito de las ciencias y en la academia, todavía prevalece desproporcionalmente la voz de los varones. Pero ello no es porque no exista en la historia y en el presente de nuestra institución un poderoso legado dejado por notables docentes y autoridades mujeres, investigadoras, profesionales administrativas, pensadoras, científicas, escritoras y artistas que han dado renombre a la Universidad Católica. Por eso, hemos buscado que este año, en esta ceremonia, sea la voz de una científica joven la que se escuche y reafirme la importancia que tienen las mujeres académicas y científicas para nuestra Universidad y para el país.
Sin lugar a dudas se están dando importantes pasos para lograr una mayor equidad entre hombres y mujeres en el campo de la investigación. Las mujeres científicas, como las que trabajan arduamente en nuestra Universidad, están haciendo aportes significativos en nuestra sociedad. Pero, aunque hemos avanzado, aún necesitamos hacer más. Aún hay limitaciones en la inclusión de las mujeres en diversos espacios de investigación, docencia, gestión académica o de determinadas disciplinas académicas. Ello no es debido a una falta de capacidades, sino a una combinación de estereotipos y discriminación con una desigual carga entre las labores de trabajo-vida personal, entre otros factores estructurales.
Soñemos con un país en el que más mujeres puedan competir en condiciones de equidad, libres de acoso y violencia simbólica en la arena política, y lleguen a los más importantes cargos para llevar adelante proyectos democráticos, inclusivos y justos; autoridades mujeres con las que podamos sentirnos orgullosos".
La falta de inclusión suficiente de las mujeres en la ciencia y en la academia no es solo un problema de equidad que afecte exclusivamente a ellas, sino que es un problema para las instituciones y la sociedad al dejar de lado o invisibilizar las importantes contribuciones en el desarrollo de las mismas. Por eso, necesitamos más científicas, más ingenieras, más matemáticas que contribuyan con el desarrollo social. Soñemos con un futuro donde nuestras niñas quieran convertirse en grandes científicas y que entre sus ejemplos inspiradores estén las científicas de la PUCP. Soñemos con un país en el que más mujeres puedan competir en condiciones de equidad, libres de acoso y violencia simbólica, en la arena política, y lleguen a los más importantes cargos para llevar adelante proyectos democráticos, inclusivos y justos, autoridades mujeres con las que podamos sentirnos orgullosos.
Pese a que vivimos en un contexto de incertidumbre que parece regirse por la oscuridad, tenemos razones para tener esperanzas y soñar en un mejor futuro, más justo y equitativo: como comunidad PUCP, tenemos un legado que nos alimenta, pero también tenemos hoy las capacidades para contribuir a gestar un futuro donde la luz brille. Para ello, es esencial el compromiso de todas y todas por seguir siendo la comunidad que somos: una comunidad caracterizada por una vida colectiva cargada de vitalidad y esperanza. Por ello, como autoridades y con el apoyo de todas y todos, nos seguiremos preocupando por el bienestar y la seguridad de la comunidad para que pueda continuar asistiendo a la Universidad, porque la vida en el campus es parte esencial para la formación de los estudiantes y el quehacer de la institución. ¡El miedo no puede derrotar, queridas amigas y amigos, nuestra vocación de aprender en comunidad, de aprender dentro y fuera de las aulas, de aprender haciendo vida en el campus!
¡Muchas gracias!
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