Elecciones en Cajamarca ¿nuevo escenario del conflicto minero?
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Mauricio Zavaleta
Egresado de la Especialidad de Ciencias Políticas
En las elecciones presidenciales del año 2006 el fujimorismo obtuvo 18% en Cajamarca (mientras solo 7% a nivel nacional) y Keiko Fujimori ganó la primera vuelta con el 34% de los votos, poco más de 10 puntos porcentuales por encima del promedio nacional.
En 2010, Gregorio Santos ganó las elecciones regionales con un discurso centrado en la distribución de los recursos generados por la minería antes que la oposición férrea a las actividades de la industria.
El conflicto Conga ha reconfigurado la política de Cajamarca. En menos de cuatro años, Gregorio Santos ha fortalecido su presencia política, actores antes relevantes como el ex presidente regional Jesús Coronel y ciertos candidatos vinculados al Partido Nacionalista perdieron viabilidad electoral, mientras el fujimorismo ha dado pasos decididos para ganar espacio en la región. Si los resultados de las encuestas se reflejan este domingo, Santos será relecto mientras se encuentra recluido en prisión, seguido por el candidato de Fuerza Popular.
En 2010, Gregorio Santos ganó las elecciones regionales con un discurso centrado en la distribución de los recursos generados por la minería antes que la oposición férrea a las actividades de la industria. Su triunfo fue posible gracias a la moderación de sus propuestas en relación a su primera postulación (obtuvo el segundo lugar con 17% en 2006) pero sobre todo a factores externos a su candidatura, como la decisión de Jesús Coronel de no postular a la reelección y la tacha impuesta a Absalón Vásquez un mes antes de la votación. Ante el vacío dejado por los dos candidatos más importantes, Santos ganó la elección con poco más de 30%.
En el gobierno, Santos actuó como un político moderado hasta mediados de 2011. Por ejemplo, en julio de ese año intervino como mediador en un conflicto laboral en la mina La Zanja e incluso durante los primeros días del conflicto Conga solicitó públicamente que la protesta se canalice pacíficamente. Sin embargo, frente a una inminente radicalización del conflicto, Santos decide convocar un paro regional a fin de ganar por puesta de mano a los líderes sociales que habían sido el motor de la movilización hasta el momento. Era la primera vez que un presidente regional en funciones asumía el liderazgo de una protesta de tal magnitud.
Aunque es exagerado afirmar que Gregorio Santos ha monopolizado la representación política en la región como sugiere Carlos Meléndez, su liderazgo ha permitido cerrar parcialmente las brechas entre el mundo de la sociedad y la política. A diferencia de políticos puramente independientes, su vinculación al partido Patria Roja le permite movilizar organizaciones de la sociedad civil, principalmente el sindicato de docentes y la central de rondas campesinas. Maestros agremiados y líderes ronderos son fundamentales para comunicar mensajes a los sectores rurales y movilizar tanto manifestantes (en periodo de conflicto) como electores (en periodo electoral). No será sorpresa que Santos gane con holgura las provincias donde la población rural se encuentra dedicada al minifundio, las cuales coinciden además con aquellas más impactadas por la actividades mineras.
No obstante, una fuerza contraria disputa el escenario de la región. En las elecciones presidenciales del año 2006 el fujimorismo obtuvo 18% en Cajamarca (mientras solo 7% a nivel nacional) y Keiko Fujimori ganó la primera vuelta con el 34% de los votos, poco más de 10 puntos porcentuales por encima del promedio nacional. No es gratuito que los dos candidatos que escoltan a Santos se encuentren vinculados al fujimorismo, y hayan hecho declaraciones en favor de una negociación que viabilice la ejecución de Conga: Absalón Vásquez, ex congresista y uno de los principales operadores políticos del gobierno de Alberto Fujimori y Osías Ramírez, empresario de construcción y promotor del Club Deportivo UTC, candidato de Fuerza Popular.
En las elecciones de 2010, el movimiento promovido por Vásquez, Cajamarca Siempre Verde (CSV) participó en alianza con Fuerza 2011, el membrete del fujimorismo durante aquella elección; sin embargo, con Vásquez impedido de postular a último momento, la alianza obtuvo el quinto lugar y solo ganó dos gobiernos provinciales. Posteriormente, la coalición se quebró.
Es resaltante que CSV y Fuerza Popular ilustran de dos formas de hacer política en una región donde el fujimorismo es una fuerza relevante. Vásquez representa una forma más tradicional de acción política, centrada en su capacidad de organización tanto para seleccionar candidatos como para establecer redes de clientela, como las que parece haber establecido en zonas agrícolas de mediana producción. Por su parte, Ramírez calza dentro de nueva tendencia de empresarios regionales que utilizan sus compañías como soporte logístico y financiero para volverse candidatos viables. El hito central de su campaña es un conjunto de camiones que recorren la región brindando atención médica de manera gratuita, el cual ha bautizado “Hospital Móvil Regional”.
En este escenario, las aguas han sido partidas por el conflicto minero y tanto Patria Roja como el fujimorismo han reclamado su orilla. Sin embargo, el MAS – movimiento regional creado por Santos – no ha sido capaz de articular a los operadores sociales de la movilización en un frente común, muchos de los cuales son candidatos independientes en los niveles locales. Asimismo, la separación entre CSV y Fuerza Popular divide un conjunto de votos que podrían ser sufrientes para ganar en primera vuelta de existir una candidatura unificada. Es incierto el resultado de una eventual segunda vuelta, pero queda claro que las oportunidades de Santos se reducirían en comparación a la primera ronda. Su apuesta es ganar en un solo round.
No obstante, la profundada del problema hace difícil suponer que, de perder Santos, una nueva administración será capaz solucionar el impase. Como propongo en un documento reciente (La Batalla de los Recursos en Cajamarca, 2014) el conflicto Conga responden factores estructurales y un conjunto de experiencias que han enfrentado a la población de Cajamarca con la empresa Yanacocha, impulsora del proyecto. En este escenario, apostar por la viabilidad de Conga puede ser una ruta al fracaso político.
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